Éste es el oficio más importante del día, en el que el obispo celebra
con su presbiterio, consagra el santo crisma y bendice los demás óleos,
en una manifestación de comunidad eclesial.
Con el santo crisma consagrado por el obispo se unge a los recién
bautizados, los confirmados son sellados y se ungen las manos de los
presbíteros y los enfermos. La palabra crisma proviene de latín chrisma,
que significa unción.
La consagración del crisma y la bendición
de los otros dos aceites son consideradas las principales
manifestaciones de la plenitud sacerdotal del obispo.
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