20/04/2015 VATICAN.va
- El Papa Francisco alentó a la Asociación católica internacional al
servicio de la juventud femenina, con su cordial bienvenida,
agradeciendo la importante misión que desarrollan y, exhortando a una
nueva creatividad, pidió que sean testimonios creíbles de la felicidad
de servir a los demás como Jesús, al servicio de la vida y de la
dignidad humana:
«Expreso mi gratitud por su generoso
compromiso en el servicio a las jóvenes que viven en situaciones de
precariedad y de sufrimiento. Su creciente número y las múltiples formas
de pobreza que sufren nos interpelan y deben suscitar una nueva
creatividad, para ofrecerles la ayuda material y espiritual que
necesitan. Sí, es una verdadera felicidad servir a los demás, como
Jesús. Mediante sus actividades permanentes de acogida y a través de una
reflexión para afrontar los nuevos desafíos generados por el mundo de
hoy, como el fenómeno migratorio, la acción que ustedes desarrollan
quiere estar al servicio de la vida y de la dignidad de la persona,
testimoniando que la auténtica fe en el Hijo de Dios hecho carne es
inseparable del don sí y del servicio. (Exhortación Apostólica Evangelii
gaudium n. 88) Las jóvenes que ustedes acompañan tienen ante todo
necesidad de atención y de escucha. ¡Éste es el desafío para ustedes!
¡El apostolado tan humano y tan divino de la escucha, que agota, pero
que hace tanto bien! Así las podrán ayudar a crecer en la confianza, a
encontrar puntos de referencia y a progresar en la madurez humana y
espiritual, alimentada por los valores evangélicos. ¡Que ustedes puedan
ser para ellas testimonios creíbles, para que experimenten la alegría de
saberse amadas por Dios, Padre suyo, y llamadas a la felicidad!».
Y al mismo tiempo, el Papa invitó a dejarse instruir por las jóvenes que acompañan y ayudan:
«A pesar de sus dificultades, a menudo
ellas testimonian aquellas virtudes esenciales que son la fraternidad y
la solidaridad. Y nos recuerdan que somos frágiles y que dependemos de
Dios y de los demás. Que la mirada misericordiosa del Padre nos ayude a
acoger nuestras pobrezas para ir adelante con confianza. Y a
comprometernos juntos en esa ‘revolución de la ternura’, cuyo camino nos
abrió Jesús mediante su Encarnación. Es bello ser sus discípulos y
misioneros, para consolar, iluminar, aliviar, escuchar, liberar,
acompañar. La experiencia que Él nos ha donado mediante su Resurrección
es una fuerza vital que penetra el mundo (cfr. ibid n. 276) y sobre la
cual ustedes se pueden apoyar cada día, porque responde a los anhelos
más profundos del corazón».
Con su bendición y encomendándolos al
amparo de la Virgen María, el Papa Francisco alentó asimismo a estos
queridos amigos a acrecentar su pertenencia a la Iglesia, que es una
gran familia y a perseverar en anunciar a todos la alegría del
Evangelio, teniendo en consideración la diversidad de las culturas, de
las tradiciones religiosas y de la proveniencia de las jóvenes a las que
brindan su ayuda, afianzados en la fraternidad.
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