Sac. MICHELE TIBURZIO
de Avezzano (L'Aquila), quien murió en el Policlínico de Buenos
Aires, el 16 de septiembre de 1974 a los 72 años de edad, 55 de
profesión y 46 de sacerdocio.
Acogido
por Don Orione en 1916, inmediatamente después del terremoto de
Avezzano (poco Michele toda la familia había perdido) fue trasladado de
Roma a Cassano Ionio (Cosenza), hizo la prueba, el noviciado, 17 de
julio de 1919, emitido, así la primera profesión
De
1919 a 1923 estuvo en Tortona, primero en el Convitto Paterno como
ayudante de jóvenes impresores, luego en el Probandato de Via Mirabelle
como asistente de los probandos.
Después
de su servicio militar (1923-1924), más tarde pasó a San Severino
Marche (Macerata) y luego al Instituto Manin de Venecia. En 1927 regresó
a Tortona para completar el curso de Teología, y en 1928 fue ordenado
sacerdote por Mons. Grassi.
El
15 de agosto 1929 se fue a América del Sur, junto con Don Giuseppe
montaña, se detuvo brevemente en Montevideo (Uruguay) y luego llegó a la
Argentina, donde prestó su valioso trabajo en las distintas
instituciones de la Pequeña Obra existentes allí.
Fue
en Victoria y Nueva Pompeya (1929-1936) dirigido a las escuelas "Boneo»
Rosario (1937-1947), y el "San Martín de Tours" en San Fernando
(1947-1956) en adelante, hasta 1962, en el Chaco Sáenz Peña, en 1962 fue
enviado a Gerii con el mandato de abrir un hogar para jóvenes
trabajadores y luego fue director del "San Vicente de Paul" en
Avellaneda (hasta 1968), y finalmente a Villa Lugano, en Buenos Aires,
suscitandovi esa escuela industrial que se suponía que era el trabajo
extremo y generoso de ella.
Había
regresado a Italia en agosto de 1946 para participar en el segundo
Capítulo General de la Congregación, y recientemente para repasar a sus
familiares que le tenían tanto aprecio.
Don
Michele Tiburzio aprendió de su sufrimiento a ser comprensivo con las
necesidades de los demás y generoso al ayudarlos. Lo hizo tan bien en la
caridad y la educación apostolado, en la que hizo todo lo posible con
entusiasmo, distinguiéndose sobre todo por el espíritu inmutable de buen
humor con el que atrajo la simpatía y la buena voluntad de los que se
le acercó, particularmente entre los jóvenes.
Golpeado
por un mal incurable, fue asistido amorosamente por nuestros religiosos
que lo trataron en nuestro hospital de Claypole. Agravado, fue
trasladado al Hospital de Buenos Aires, desde donde regresó al Señor el
16 de septiembre de 1974.
Hechos y comunicaciones de la Curia general
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