"El que me ama guardará mi palabra" (Jn 14, 23). En estas palabras evangélicas vemos delineado el perfil espiritual de Aníbal María di Francia,
a quien el amor al Señor impulsó a dedicar toda su vida al bien
espiritual del prójimo. Desde esta perspectiva, sintió sobre todo la
urgencia de realizar el mandato evangélico: "Rogate ergo...", "Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies" (Mt 9, 38).
A los padres Rogacionistas y a las religiosas Hijas del Divino Celo les
encomendó la misión de trabajar con todas sus fuerzas para que la
oración por las vocaciones fuera "incesante y universal". El padre
Aníbal María di Francia dirige esta misma invitación a los jóvenes de
nuestro tiempo, sintetizándola en su exhortación habitual: "Enamoraos
de Jesucristo".
De esta providencial intuición ha surgido en la
Iglesia un gran movimiento de oración por las vocaciones. Deseo de
corazón que el ejemplo del padre Aníbal María di Francia guíe y
sostenga también en nuestro tiempo esta acción pastoral.
UN ESCRITO DE DON ORIONE
Los
sicilianos, cuando yo hablaba al Papa [Pío X] tenían Santos auténticos.
Había un Santo: el Canónigo Di Francia, que ha estado aquí [en Tortona]
y en Villa Moffa a predicar los Ejercicios a los Sacerdotes y a los
Clérigos. Ahora se está estudiando su causa de Beatificación.
Si
compré la Moffa lo hice porque este Canónigo me ayudó. La Moffa la
compré cuando todavía estaba en Messina. La Moffa costó 12 ó 17 mil
liras, no recuerdo bien. Lo que cambian son los tiempos y el valor de la
moneda. Me faltaban entonces 5 mil liras que me prestó el Canónigo Di
Francia y que luego le devolví. ¡Piensen qué significaba para un
piamontés que se encontraba allí! Decir “piamontés” era entonces como
decir enemigo de la Santa Iglesia. En aquel tiempo, y luego durante por
lo menos diez años, decir piamontés era como decir enemigo del Papa,
porque el movimiento revolucionario contra el Papa había comenzado en
Piamonte, en Turín.
Y
después el Canónigo Di Francia vino desde Sicilia a la Moffa a predicar
los Ejercicios, y me dijo una cosa: pero esto no se lo digo. [Todos
estamos atentos por ver si la dice. Se queda un momento pensativo y
luego pregunta sonriendo] ¿No había nadie de ustedes en la Moffa?
[respondemos que no] Ah, entonces se lo puedo decir. Me dijo: "Tenga
cuidado porque aquí hay tunantes que fingen piedad, que fingen una
vocación que no tienen: no se fíe demasiado de los que aparentan
compunción. Mientras más compungidos parezcan, menos hay que fiarse de
ellos". Este es el recuerdo que me dio aquel Santo: no se fíe de los que
aparentan compunción.
Tortona, después de la lectura del Martirologio, el 4 de febrero de 1940
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