“Hermanos, no seamos espíritus
desalentados: ¡tengamos fe, más fe! ¿Qué es lo que nos falta un poco a todos, a
todos nosotros, hoy, para impulsarnos, en el nombre de Dios y en unión con
Cristo, a salvar al mundo y a impedir que el pueblo se aleje de la Iglesia?
¿Qué nos falta para que la caridad, la justicia, la verdad no sean derrotadas y
no vuelvan al seno de Dios, maldiciendo a la humanidad, que se habrá negado a
dar su fruto? “¡Fe, hermanos, más fe! ¿Quién entre nosotros cree que se pueden
mover las montañas, proteger a los pueblos, hacer predominar la justicia en el
mundo, hacer brillar la verdad en el espíritu humano, unir en la caridad de
Cristo a toda la tierra? ¿Dónde están estos creyentes? ¡Más fe, hermanos, se
necesita más fe!... (Don Orione y la Virgen”, pág. 1368).
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