Don Orione nos inspira… a
pensar el mañana
Muchos
definen esta gran experiencia como una guerra. Si es así, habrá un después de la
guerra y debemos prepararnos para reconstruir, no tanto los puentes o las
calles, y tampoco hacer resurgir los edificios o las casas, sino las personas;
recuperar actitudes sociales de fraternidad, de compartir, de participación en
las actividades de la Iglesia. Hay también quien ve este período como una
“ocasión propicia” para reaprender valores como el uso del tiempo, el estar en
familia, la sobriedad de vida, etc. Después de la crisis, habrá que correr para
reavivar la economía, restablecer las escuelas, reprogramar las manifestaciones
culturales y deportivas, y tal vez también recuperar todas aquellas “fiestas” que
se perdieron. ¿No sea el caso que olvidemos, una vez más, esos valores
aprendidos a un alto precio? Nos toca a nosotros, orionitas, hacer el trabajo
de acompañamiento y de formación de las conciencias sobre las prioridades.
Comencemos ya hoy a construir el mañana. Es lindo recordar lo que el joven
Ignacio Silone, en un momento de desánimo, escribe a Don Orione.
Era
el 29 de julio de 1918: “En ciertos momentos de la vida se salva solamente
quien tiene un hijo, quien tiene un padre, o quien cree en una vida próxima. Me
acorde que un día Ud. escribiéndome me llamaba hijo y yo, padre. (…) Padre, mi
salud está arruinada, mis estudios están arruinados, yo quiero aún recomenzar,
recomenzar, ¡recomenzar! ¡Ayúdeme!
Repítame
las palabras de esperanza, recondúzcame a las aguas vivas de la vida”. Era como
si alguno hoy nos dijese: ¡Padre, dame un futuro! ¡Una razón para seguir creyendo!
Un empujón para salir de este callejón oscuro y ciego. Después de esta Cuaresma
así diferente y así dura, ¡ayúdame a celebrar la Pascua!
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