martes, 27 de febrero de 2024

SOLIDARIDAD : PARA RECONSTRUIR UN NUEVO MUNDO


Fragmento de "La vida después de la Pandemia" del Papa Francisco

 A estas horas, a causa del COVID-19 hemos comprendido que todos estamos involucrados e implicados: la desigualdad, el cambio climático y la mala gestión nos amenazan a todos. Hemos de entender también que se deberían cambiar los paradigmas y sistemas que ponen en riesgo el mundo entero. Nuestra vida tras la pandemia no debe ser una réplica de lo que fue antes, sin importar quién solía beneficiarse desproporcionadamente. «Seamos misericordiosos con el que es más débil.

Sólo así reconstruiremos un mundo nuevo». 

El COVID-19 nos ha permitido poner a prueba el egoísmo y la competición, y la respuesta es la siguiente: si seguimos aceptando, e incluso exigiendo, una competición implacable entre intereses individuales, corporativos y nacionales, en la que los perdedores son destruidos, entonces al final los ganadores también perderán como los otros, porque este modelo es insostenible a cualquier escala: desde el virus microscópico hasta las corrientes oceánicas, desde la atmósfera a las reservas de agua dulce. Una nueva era de solidaridad debe poner a todos los seres humanos en el mismo plano de dignidad, cada uno asumiendo su propia responsabilidad y contribuyendo para que todos —uno mismo, los demás y las generaciones futuras— puedan prosperar. 

Junto a la visión, el compromiso y la acción, el Papa Francisco ha mostrado hasta qué punto la oración es fundamental para redirigir nuestra mirada a la esperanza, sobre todo cuando la esperanza se hace débil y lucha por sobrevivir. «Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras».  Mientras guiaba el mundo en la Adoración del 27 de marzo, el Santo Padre enseñó que orar significa:

•           Escuchar, dejar que lo que estamos viviendo nos preocupe, afrontar el viento y el silencio, la oscuridad y la lluvia, permitir que las sirenas de las ambulancias nos turben;

•           reconocer que no somos autosuficientes y, por tanto, encomendarnos a Dios;

•           contemplar el Cuerpo del Señor para ser permeados por su modo de obrar, dialogar con Él para acoger, acompañar y sostener, como Él hizo;

•           aprender de Jesús a tomar la cruz y abrazar junto a Él los sufrimientos de muchos; • imitarlo en nuestra fragilidad para que, a través de nuestra debilidad, la salvación entre en el mundo; • y mirar a María, “Salud de su Pueblo y Estrella del mar tempestuoso”, y pedirle que nos enseñe a decir “sí” cada día y a ser disponibles concreta y generosamente.

La oración se convierte en la vía para descubrir cómo ser discípulos y misioneros hoy, encarnando en una amplia variedad de circunstancias el amor incondicional por todo ser humano y por todas las criaturas. Este camino puede conducirnos a una visión distinta del mundo, de sus contradicciones y sus posibilidades; puede enseñarnos día tras día cómo dirigir nuestras relaciones, nuestros estilos de vida, nuestras expectativas y nuestras políticas hacia el desarrollo humano integral y la plenitud de la vida. Por tanto, la escucha, la contemplación y la oración son parte integrante de la lucha contra las desigualdades y las exclusiones, y a favor de alternativas que sostengan la vida.

El Papa Francisco dice a cada lector de esta recopilación, a cada comunidad y sociedad, Urbi et orbi: « Rezo por ustedes, rezo con ustedes y quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los bendiga, los colme de su amor y los defienda en el camino dándoles esa fuerza que nos mantiene en pie y no defrauda: la esperanza ».

No hay comentarios:

Publicar un comentario