sábado, 1 de enero de 2022

LA DINAMITA DE LA CARIDAD , B UENAS NOCHES DEL 2 DE ENERO DE 1938


 

La dinamita de la caridad

Existen los religiosos benedictinos que tienen su finalidad; los franciscanos con la suya, los dominicos; existen los jesuitas con su finalidad tan especial.

Y también nosotros tenemos nuestra finalidad exclusiva (...) Nuestra naturaleza, una característica que nos debe diferenciar de todas las otras Congregaciones.

Y si me preguntan cuál es esa característica que nos debe distinguir de todas las otras Congregaciones, yo les digo que es LA DINAMITA DE LA CARIDAD.

En la caridad hacia los más humildes y abandonados hermanos nuestros tenemos que ser dinámicos y no marmotas. (...)

Nuestra Congregación debe ser dinámica, y no necesariamente numerosa. Jamás soñé yo con una Congregación numerosa. Cuando san Luis Gonzaga supo que los jesuitas habían llegado a los 20.000, se puso a llorar (...) La cantidad no es lo importante. No lo es, no lo es en absoluto. Durante la primera guerra mundial, cuando casi todos los nuestros estaban bajo

bandera, nosotros no cerramos ninguna casa. Nos multiplicamos por siete y el Señor nos asistió espiritual y materialmente. Eramos como cuatro pobres nueces en un cajón...

Cuando son muchos, se trabaja poco y nada: poco y nada. Cuando son muchos, se pierde tiempo, hay críticas, murmuraciones, y siempre se termina por hacer algo inconveniente para el espíritu religioso. (...)

A los salesianos los llamaban los garibaldinos de la Iglesia: y a nosotros, ¿cómo nos llamarán? ¡Nosotros debemos superarlos!

No vayan a la rastra, ni a remolque. Ahora en Italia han impuesto el paso romano: ¿y nuestro paso, cuál será? Todos tiene que meterse bien en la cabeza que nosotros marcharemos a paso apostólico. No sólo paso cristiano, sino paso apostólico. El que no siente la fuerza de la caridad, su fuerza llameante, la fuerza de la apostolicidad, se hubiera quedado en casa, en su pueblo, no con nosotros. A lo mejor, podrá ser un santo trapense... Pero el que permanece aquí debe ser un verdadero agitador  de la caridad.

El que no tenga esta fuerte voluntad de llegar hasta el fondo, en el amor a Dios y al prójimo, que se vaya: podemos ser buenos amigos, pero no tenemos porqué ser muchos. ¡Pocos! ¡Pocos! Para que no haya que decir: «Multiplicasti gentem et non magnificasti laetitiam» (Multiplicaste a las gentes y no aumentaste la alegría – según la Vulgata, Is 9,3).

(...) La nuestra no debe ser una congregación de flojos, o peor aun, de afeminados; debe ser una congregación viril y fuerte, no invertebrada; a tal punto que, si un día estallara una persecución (...), una persecución cruenta, nuestra Congregación debería caer entera, como la legión tebea, y morir mártir. Es así como se multiplica la simiente de los cristianos: «sanguis martyrum semen est christianorum». ¡exactamente así!

Nuestra Congregación tiene que estar preparada para las más duras pruebas; en defensa de la fe y de la Iglesia, del Papa, y también de la Patria600; porque jamás tenemos que separar los sagrados amores de la fe y la patria.

Pero si no nos formamos, si Jesucristo no está en nosotros, si nuestro pecho no está encendido de amor a Dios, nunca estaremos preparados para tamaña empresa.

De las «Buenas noches» del 2-I-1938,

Parola VIII, 2-3.

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