Don Orione nos inspira… a
la compasión
En
el discurso a los capitulares (2016), el Papa Francisco nos decía que “en
ciertos lugares” nosotros, orionitas, éramos conocidos como “los curas que
corren, porque siempre se los veía en movimiento, en medio de la gente, con el
paso rápido de quien tiene prisa”. Ciertamente, ahora no podemos correr con las
piernas (Les recomiendo #estén en casa) pero nadie tiene que engañar nuestro
corazón. De hecho, recita un dicho medieval, “Ubi amor, ibi oculus” (donde hay
amor, allí hay capacidad de ver). Para Don Orione, es verdad también al
inverso: “Ubi oculus, ibi amor”.
Entonces,
frente al continuo flujo de noticias, para no permanecer cerrados en una
emotividad estéril, Don Orione nos invita a una compasión activa: “Cuidar la
salud, pero trabajar siempre, con celo, con ardor por la causa de Dios, de la
Iglesia, de las almas”. ¿Quién no tiene bajo los ojos la imagen de Don Orione
que, con un niño en los hombros, camina entre los escombros del terremoto? ¿O
no recuerda el último “Sí” pronunciado pocos instantes antes de morir para que
se recibiera en el Cottolengo de Génova una persona necesitada? En la vida de
Don Orione hay muchas demostraciones concretas de su compasión y es él mismo
que nos invita a seguirlo en este ministerio “Revístanse por lo tanto de
afectuosa compasión hacia los pobres y sobre todo de aquella caridad que es el
vínculo de la perfección”.