sábado, 7 de septiembre de 2024

UNA LECTURA ECLESIAL.

 Una lectura eclesial

La Biblia nació de un pueblo, de una comunidad. Por eso podemos decir que "el sujeto que interpreta la Biblia es el Pueblo de Dios". Es el Espíritu Santo quien, dotando a la comunidad cristiana de varios carismas, fomenta la lectura de la Biblia. Los diversos miembros de la comunidad llegan a la interpretación de la Biblia: el Magisterio, los estudiosos de la Biblia, la gente sencilla.

Nuestra lectura del Evangelio debe manifestar una profunda comunión con la Iglesia de Cristo, "ya que es el propósito primordial de nuestra Congregación amar y servir a Jesús en su Vicario en la tierra, el Papa, y hacerlo amar, difundiendo a las personas y los pequeños el más dulce y santo amor por el Papa, llevando a las multitudes a vivir más unidas al Romano Pontífice "

Mesters ayuda a comprender cómo se debe vivir esta dimensión eclesial de la lectura de la Biblia: "Interpretar la Biblia de acuerdo con la Tradición y el Magisterio requiere no sólo una identificación teórica con la doctrina de la Iglesia, sino también y sobre todo una identificación práctica con la doctrina de la Iglesia. la vida de la Iglesia. Requiere que el intérprete esté muy concretamente vinculado a una comunidad. Normalmente es a través de la experiencia de la comunidad que se entra en contacto con la acción del Espíritu Santo, vivo y presente en la Iglesia. Espíritu es imposible interpretar correctamente la Sagrada Escritura "

l. Una interpretación "orionita"

Pero como los santos actualizan el mensaje del Evangelio con su vida y sus obras, es posible buscar en Don Orione lo que podríamos llamar una clave de la lectura carismática, para realizar una lectura "orionina" del Evangelio. Debemos descubrir la clave de lectura que utilizó Don Orione para acercarse al Evangelio.

La Pontificia Comisión Bíblica enseña que "la interpretación de un texto siempre depende de la mentalidad y las preocupaciones de sus lectores. Prestan especial atención a ciertos aspectos, y sin pensarlo al menos descuidan otros". En Don Orione no hay duda de la mentalidad y las inquietudes con las que se acerca a la lectura del Evangelio.

En una homilía del domingo después de Pentecostés, dice: "Ningún precepto se repite más o se insinúa con más fuerza en el Evangelio que el precepto de la misericordia; y ninguna virtud brilla tanto en Jesucristo como la misericordia".

Desde Argentina, el 22 de junio de 1936 escribió: "La caridad es precepto de Cristo, médula del Evangelio, síntesis del cristianismo".


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