La solemnidad de NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO,
es una fiesta que siempre cierra el Año Litúrgico en el que se fue
meditando sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio
del Reino de Dios.
Fue el papa Pío XI quien, el 11 de diciembre de 1925, con la encíclica "Quas primas", instituía esta solemnidad.
Tras el
Concilio Vaticano II, la fiesta fua trasladada al último domingo del
tiempo ordinario, como final del año litúrgico. El objetivo de esta
fiesta es recordar la soberanía universal de Jesucristo. Lo confesamos
supremo Señor del cielo y de la tierra, de la Iglesia y de nuestras
almas.
Cristo Rey “no viene para dominar, sino para servir”. Cristo “no llega
con los signos de poder, sino con el poder de los signos. No se ha
revestido de insignias valiosas, sino que está desnudo en la cruz. Y es
precisamente en la inscripción puesta en la cruz que Jesús es definido
como ‘rey’. ¡Su realeza está realmente más allá de los parámetros
humanos! Podríamos decir que no es rey como los otros, sino que es Rey
para los otros”. fuente Aciprensa
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