martes, 20 de febrero de 2024

LAS CINCO EFES DE DON ORIONE



En el pasaje de un texto, vemos como Don Orione, se dejaba guiar por la Divina Providencia, el confiaba plenamente que todo lo conseguiría de Jesús y de María,“Aquí el Padre Trotamundos hace un par de confidencias con los amigos. Diréis que os hice suspirar por el diarito con las noticias relacionadas con las barracas de la Divina Providencia... Por caridad, no me habléis de deudas. ¡En esto os doy razón! ¡Tenéis razón! Pero vosotros no conocéis todavía mi gran secreto. Si supieseis mi secreto, no hablaríais nunca así. Mi secreto reside en cinco “efes”, ¿lo comprendéis? Y con este secreto se paga luego todo y todo termina siendo maravilloso. ¡Viva, entonces! No seáis profetas de desventuras, no hagáis malos pronósticos; todavía no es tiempo de ir a la quiebra; y, en las cinco “efes” no figura el verbo “fracasar”.

(Las cinco efes de Don Orione en aquella época eran: “fame (hambre), freddo (frío), fática (esfuerzo), fastidi (preocupaciones), fede (fe)”. Luego llegaron a ser siete con “fumo” (humo, vanidad de las cosas) y “fiat voluntas Dei” (hágase la voluntad de Dios)”.

“No me molestéis por ahora: son deudas tras deudas, y bocas tras bocas que mantener; pero, sigamos avanzando a la buena de Dios, sin tantos cálculos humanos: el Padre Trotamundos es sacerdote, ¿comprendéis? Y los sacerdotes se mueven con fe, con fe in Domino et in Domino! ¡Qué tantos cálculos como los que hacían los judíos a la salida de Egipto! ¡Al diablo papel, pluma y tinta! ¿No estamos en la hostería de la Luna Llena con Renzo de Manzoni? Cuando la que hace es la Providencia, cuando se ve, caramba, que es la mismísima Virgen quien hace y nosotros no somos más que chapuceros, ¿qué pretendéis decir? ¡Digitus Dei est hic! dejad un poco en libertad a este bendito dedo de Dios; si demuestra que es realmente el dedo de Dios, ¡terminadla! ¡No es necesario atarlo!”
esto el mismo nos cuenta:
“En esa época todo el clero me miraba con desconfianza; sólo se me acercaban Monseñor Novelli y Monseñor Carlo Perosi; los otros me escapaban. Vino Monseñor Novelli, y cuando se puso delante de la Virgen del Buen Consejo vio todo ese dinero que tapizaba el cuadro. Se quedó maravillado, y en clase de teología del seminario le gustaba contar la visita hecha a la Casa de la Providencia y el dinero que había visto, de modo que, aunque las deudas siguieron existiendo, la idea de la ruina por quiebra se disipó...”. “Se la había hecho a los incrédulos, a los murmuradores profetas de desgracias... Y debió sentir esa alegría en plenitud si escribió para el folleto de la Obra el siguiente esbozo de artículo, después que, por fin, hubo estipulado el contrato regular de compra de la Casa de los Oblatos para el 15 de noviembre de 1905.