lunes, 5 de agosto de 2024

SEMBRAR Y ARAR A CRISTO EN LA SOCIEDAD:

 

Amigos, miremos hacia lo alto, y después trabajaremos más, trabajaremos siempre mejor y siempre más, pro aris et focis; por la Iglesia y por la Patria.

¡Si alguna vez hubiéramos estado somnolientos, despertémonos y Cristo nos llenará de luz!

Revistámonos de la de la armadura completa de Dios, para que podamos resistir con coraje al mal y hacer el bien: fortifiquémonos en el Señor y en su fuerza omnipotente.

¡Y adelante en el santo cansancio! Gracias a Dios, creemos que estamos a los pies de la iglesia, continuemos por el buen camino con ilusión: ¡trabajo, trabajo!

Acción, oh amigos, acción católica, sí y como la quiere el Papa, como la quieren los Obispos: amor a Dios y celo por la Iglesia, oración, hacer el bien con prontitud, para nuestra santificación y para la salvación del hermano. ¿Son nuevos los tiempos? Fuera los temores, no dudemos: tratemos de conquistarlos con ardiente e intenso espíritu de apostolado, de sana e inteligente modernidad.

Adoptemos nuevas formas, nuevos métodos de acción religiosa y social, bajo la guía de los obispos, con Fe firme, pero con criterios y espíritu anchos.

Nada de espíritus tristes, nada de espíritus cerrados: siempre con corazón abierto, con

espíritu de humildad, de bondad, de alegría. Recemos, estudiemos y caminemos. No nos fosilicemos.

Los pueblos caminan: mirando a Dios y a la Iglesia caminemos también nosotros, no nos hagamos remolcar. Todas las buenas iniciativas se hagan con criterios modernos, basta con sembrar, basta con poder arar a Jesucristo en la sociedad, y fecundarla en Cristo. En las manos y a los pies de la Iglesia, queremos, debemos ser levadura, una fuerza pacífica de renovación cristiana: confiando en Dios, queremos restaurar todas las cosas en Cristo. ¡Trabajo! ¡Trabajo! He aquí la enseñanza de la historia, el ejemplo de los santos, la orden del Vicario de Cristo, la ley nos fue dada por Dios. Fuertes en la Fe y con un solo espíritu, en la incorrupta doctrina de la Iglesia, florezca incesantemente en nosotros la verdad en la dulce y activa caridad.

Pongamos todas nuestras actividades al servicio de la Religión y de la Patria: busquemos solo y siempre el honor de Dios, el bien de la Iglesia y la salvación del prójimo. Con humildad y fervor llevemos por todas partes la huella viva y luminosa de nuestra Fe y de la doctrina de Cristo: ¡trabajemos! ¡Trabajemos! ¡Adelante con Dios y con María Santísima! Y cada día como el primer día: ¡adelante, siempre adelante en las empresas benéficas!

Con vigor siempre nuevo, con Fe siempre más viva, ardiente, mayor, trabajemos sin

descanso, oh hermanos, para dilatar el Reino y la caridad de Jesucristo y para la salvación de las almas. ¡ANIMAS y ANIMAS! (Nel nome Della Divina Providenza, 92-93)