sábado, 24 de agosto de 2024

HACER EL BIEN A TODOS.



“Nosotros no hacemos política: nuestra política es la caridad grande y divina, que hace el bien a todos. Nosotros no miramos otra cosa que las almas para salvar. Que si una preferencia debemos tener, la tendremos por aquellos que nos parezcan más necesitados de Dios, pues Jesús vino más para los pecadores que para los justos. ¡Almas y Almas! He aquí toda nuestra vida, he aquí nuestro grito, nuestro programa, toda nuestra alma, todo nuestro corazón. ¡Almas y Almas!” (De una carta del 5 de agosto de 1920). “Vivimos en un siglo de vida espiritual marcada por el hielo de la muerte. Encerrado en sí mismo, sólo busca placeres, vanidad y pasiones, y no ve más que esta vida terrenal. ¿Quién podrá dar vida a esta generación muerta para la vida de Dios, si no es el soplo de la Caridad de Jesucristo? El tibio calor de la primavera renueva la superficie de la tierra; pero es por el calor de la Caridad que el universo moral cobrará vida nueva. Con la ayuda y la gracia de Dios, no le pidamos al Señor una chispa de Caridad, -como dice la Imitación de Cristo-, sino una hoguera tan grande que nos inflame a nosotros, y renueve este frío y gélido mundo. Si hay una gran caridad, se producirá una gran renovación católica. Pero tenemos que empezar a practicarla entre nosotros, hoy, empezar dentro de nuestros institutos, que deben ser verdaderos cenáculos de Caridad. Nadie da lo que no tiene. No podremos encender en las almas de los otros llamas de vida, fuego y luz de Caridad, si no estamos nosotros encendidos e incandescentes. La Caridad tiene que ser nuestra impulsora, nuestro ardor, nuestra vida. Nosotros somos los “soldados” de la Caridad de Jesucristo” (De una carta del 2 de mayo de 1920).

Hoy queremos darte gracias,
Dios, Padre todopoderoso, por todo lo que haces en este mundo,
En una humanidad dividida por las enemistades y las discordias,
sabemos que tú diriges los corazones
 Por tu Espíritu mueves los corazones de los hombres y mujeres,
 para que los enemigos vuelvan a la amistad, los adversarios se den la mano,
Con tu acción eficaz, Padre,
 que la venganza deje paso a la indulgencia y la discordia se convierta en amor mutuo.
 Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén
(Tomada del prefacio de la Plegaria Eucarística para la Reconciliación II)