jueves, 19 de septiembre de 2024

LA AMISTAD ENTRE EL PADRE PIO Y DON ORIONE

El Padre Pío y Don Orione no se conocieron nunca personalmente. Sin embargo, ambos dijeron conocerse. Cada uno sentía una ilimitada estima por el otro... Don Orione, entre otras cosas, se ocupó muchísimo ante la Santa Sede para que le fueran quitadas las famosas restricciones a la libertad del padre capuchino.

Al respecto tenemos una interesante carta del orionita P. Giuseppe Dutto el cual, respondiendo a una pregunta del padre capuchino Carmelo da Sessano, que estuvo muy cerca del estigmatizado del Gargano, se expresó así: “Satisfaciendo con gusto su deseo, pondré aquí por escrito lo que he escuchado decir a Don Orione del Padre Pio de Pietrelcina. Estábamos en Buenos Aires... En esos días habían prohibido varios libros que trataban del Padre Pio y, si recuerdo bien, también habían prohibido visitarlo... Un día del año 1936 o tal vez 1935 le pregunté a Don Orione a qué se debía esta prohibición... y Don Orione, a media voz, como quien dice algo que debe ser reservado, aunque cierto, dijo: “Es la sinagoga que continúa...”. Y expresaba así su disconformidad con lo que sucedía.

En esa circunstancia le pregunté también a Don Orione si conocía al Padre Pío. Don Orione respondió que no se habían visto nunca, pero se conocían. No quiso dar otra explicación. Como ve, es muy poca cosa lo que se dé la relación de Don Orione con el Padre Pío; pero sé que Don Orione tenía una gran veneración por él y escuché también que el padre Pío tenía una verdadera veneración por Don Orione.

Un abogado de Montevideo, un convertido ahora muy fervoroso, hablando con el Padre Pío en San Giovanni Rotondo, dijo que conocía a Don Orione (lo había visto en Montevideo, muchos años atrás) y entonces el Padre Pío le dijo a ese abogado, refiriéndose a Don Orione: “¡Ese sí que es un santo!... ¡Yo no soy ni siquiera digno de tocarle el borde del hábito!”.

“Doy fe de lo que he escrito, asegurando que corresponde a la verdad”. (Cfr. Casa sollievo della sofferenza, San Giovanni Rotondo, a. 1993, Nº 13, pág. 11).

Fuente: Florecillas de Don Orione. P. Facundo Mela

 


SAN PIO DE PIETRELCINA , 20 SEPTIEMBRE 1918, APARECEN LAS LLAGAS


Oh Jesús, mi suspiro y mi vida, te pido que hagas de mí un sacerdote santo y una víctima perfecta”, escribió una vez San Pío de Pietrelcina, cuya fiesta se celebra hoy. Su oración fue escuchada y se le concedió el don de los estigmas.

Durante su vida, Dios lo dotó de muchos dones, como el discernimiento extraordinario que le permitió leer los corazones y las conciencias. Por ello muchos fieles acudían a confesarse con él.

El Padre Pío nació en Pietrelcina (Italia) el 25 de mayo de 1887. Su nombre era Francisco Forgione y tomó el nombre de Fray Pío de Pietrelcina en honor a San Pío V, cuando recibió el hábito de Franciscano capuchino.

A los cinco años se le apareció el Sagrado Corazón de Jesús, quien posó su mano sobre la cabeza del niño. El pequeño, a su vez, prometió a San Francisco que sería un fiel seguidor suyo. Desde entonces su vida quedó marcada y empezó a tener apariciones de la Santísima Virgen.

A los 15 años decide ingresar a la Orden Franciscana de Morcone y tuvo visiones del Señor en la que se le mostró las luchas que tendría que pasar contra el demonio.

El 10 de agosto de 1910 es ordenado sacerdote. Poco tiempo después le volvieron las fiebres y los dolores que lo aquejaban, entonces fue enviado a Pietrelcina para que restablezca su salud.

En 1916 visita el Monasterio de San Giovanni Rotondo. El Padre Provincial, al ver que su salud había mejorado, le manda que retorne a ese convento en donde recibió la gracia de los estigmas.

“Era la mañana del 20 de septiembre de 1918. Yo estaba en el coro haciendo la oración de acción de gracias de la Misa… se me apareció Cristo que sangraba por todas partes. De su cuerpo llagado salían rayos de luz que más bien parecían flechas que me herían los pies, las manos y el costado”, describió San Pío a su director.

“Cuando volví en mí, me encontré en el suelo y llagado. Las manos, los pies y el costado me sangraban y me dolían hasta hacerme perder todas las fuerzas para levantarme. Me sentía morir, y hubiera muerto si el Señor no hubiera venido a sostenerme el corazón que sentía palpitar fuertemente en mi pecho. A gatas me arrastré hasta la celda. Me recosté y recé, miré otra vez mis llagas y lloré, elevando himnos de agradecimiento a Dios”, añadió.

El 9 de enero de 1940 animó a sus grandes amigos espirituales a fundar un hospital que se llamaría “Casa Alivio del Sufrimiento”. La cual se inauguró el 5 de mayo de 1956 con la finalidad de curar al enfermo en lo físico y espiritual.

Según fuentes que no se han podido confirmar, San Juan Pablo II siendo un joven sacerdote visitaba al Padre Pío para confesarse y en una de esas ocasiones, estando en trance le dijo al futuro Sumo Pontífice: “Vas a ser Papa”.

El Padre Pío partió a la Casa del Padre un 23 de septiembre de 1968 después de murmurar por largas horas “¡Jesús, María!”.

San Juan Pablo II, durante su canonización el 16 de junio del 2002, dijo de él: “Oración y caridad, esta es una síntesis sumamente concreta de la enseñanza del padre Pío, que hoy vuelve a proponerse a todos”.