Palabras de San Luis Orione:
Hijos
míos ¡estrechémonos a María Santísima y estaremos a salvo!. Invoquemos
incesantemente su maternal patrocinio y tengamos una fe viva: de María
podemos y debemos esperarlo todo. Ella sola basta para otorgarnos el
triunfo sobre toda tentación, sobre todo enemigo, para hacernos superar
todas las dificultades, vencer las batallas más difíciles para el bien
de nuestras almas y para el triunfo de la santa Iglesia de Cristo.
¡
Felices los que se abandonan en las manos de María!. ¡ Felices los que
de manos de María ofrecen al Señor sus oraciones, sus sacrificios, sus
sudores, las lagrimas, las cruces!. ¿ No serán más estimadas por Dios y
más eficaces nuestras oraciones?. Nuestras buenas obras y nuestras
tribulaciones ¿No cobrarán más valor por los altísimos méritos de
María?.
¡ Gran confianza entonces hijos míos en María Santísima, y tiernísima devoción a María!.
¡
Oh, la utilidad por no decir la necesidad de la devoción a María!. ¡
Cuanto pero cuanto bien harán si caminan junto a la Madre Celestial!
Pensemos en cuantas gracias recibimos de manos de María... María no
tiene, después de Dios, quien la supere o iguale en amarnos.
Yo me pongo a mí mismo y a todos Ustedes en las manos de la Virgen, nuestra amadísima madre y fundadora.
¡ Fe y ánimo, hijos míos!. ¡ Ave María y adelante!. Nuestra celestial Madre y Fundadora nos espera en el cielo.
Con
gran amor en Jesucristo, como padre los bendigo a todos y a cada uno, y
que la bendición de Dios permanezca siempre sobre Ustedes.
Vuestro affmo en Jesucristo Crucificado y en la Santísima Virgen Inmaculada.
Sac. Juan Luis Orione
De los hijos de la Divina Providencia
De los escritos de Don Orione
Junto
a la cuna de los hombres, por disposición de la Divina Providencia,
está la madre… Y junto a la cuna de las almas llamadas al servicio de
Dios, más aún, junto a aquella de las obras mismas de Dios, está la
Madre del Señor, la Madre de Dios y nuestra… Cada uno de nosotros
recuerda, con sentimientos que aún ahora hacen bien al corazón y lo
enternecen, la propia madre, y sus sacrificios, su trabajo, sobre todo
su amor, el amor con que nos ha alimentado, educado y también confortado
en nuestros primeros llantos…
En
el campo del espíritu, junto a nosotros, desde pequeños, hemos tenido a
la Santa Virgen, más cercana a nosotros que nuestras mismas madres.
Nuestras madres, nuestras buenas madres, la invocan por nosotros,
diciendo las oraciones, que nosotros después intentábamos repetir; nos
tenían las manos juntas ante sus imágenes, sus cuadros, enseñándonos a
invocarla, a rezar siempre…
Podemos
decir entonces que a la Santísima Virgen la hemos tenido cerca apenas
nacidos, aún antes de nacer, porque Ella estaba presente en nuestras
familias cristianas y en el corazón de “nuestras” madres, que nos han
transmitido, se puede decir, su amor junto con la leche…
3) Oración de los Fieles
Santa María, puerto de nuestra salvación
Ruega por nosotros
Santa María, fundamento de nuestra esperanza
Ruega por nosotros
Santa María, fuente de dulcísimo amor
Ruega por nosotros
Santa María, esperanza de cuantos confían en Ti
Ruega por nosotros
Santa María, salvación de cuantos recurren a Ti
Ruega por nosotros
Santa María, sostén de cuantos creen en Ti
Ruega por nosotros