Don Flavio Peloso
Uno
de los aspectos que caracterizan a Don Orione fue : la gran capacidad
de conciliar el amor con la verdad con la capacidad de diálogo, la
ortodoxia con la apertura a las personas y las ideas.
En
nuestro tiempo, caracterizado ya no sólo por la tolerancia sino por la
indiferencia a las ideas y costumbres de los demás independientemente de
un juicio de valor, el equilibrio entre identidad y diálogo es buscado
por cada vez más pocos. En la cultura dominante, aquellos que tienen
fundamentos sólidos a menudo son sospechosos de fundamentalismo; los que
afirman-se mantiene firme- las "verdades" son considerados portadores
de inestabilidad e intolerancia en la convivencia social líquida, en
constante evolución, sin identidad.
La
convivencia pacífica -en la familia, en la sociedad y entre los
pueblos- ya no se busca como resultado del diálogo y el progreso –que
siempre traen cierta tensión–, sino como resultado de la indiferencia
ante cualquier idea y costumbre (vivir y dejar vivir). Habiendo
renunciado a criterios comunes de verdad, bueno, correcto, solo es
importante adaptarse al "tan fan all", a la mayoría de los "like", con
un conformismo que evite problemas.
¡Vida
dura, hoy, para aquellos que tienen ideas, verdades, principios y
quieren resistir la ola líquida del pensamiento y las costumbres! Muchos
prefieren la tranquilidad de ser llevados en una inclusión sin
comunión, sin la carga de verdades racionales o fe que critican
comportamientos inapropiados e indignos y educan el bien del hombre.
Don
Orione, "un corazón sin fronteras", un hombre de comunión y progreso,
tenía una extraordinaria capacidad de diálogo y simpatía y no encontró
ningún obstáculo, sino fundamento y energía, en las verdades extraídas
de la razón y confirmadas por la fe cristiana. Nunca se desvió de los
principios del dogma y la moralidad para dialogar y entrar en comunión
con la gente, de hecho, acercó a todos y fascinó con la verdad, el bien,
la vida cristiana. La suya era una fe iluminada, sólida y cálida con
amor.