sábado, 15 de febrero de 2025

AMOR, VERDAD Y CAPACIDAD DE DIÁLOGO.


Don Flavio Peloso

Uno de los aspectos que caracterizan a Don Orione fue : la gran capacidad de conciliar el amor con la verdad con la capacidad de diálogo, la ortodoxia con la apertura a las personas y las ideas.

En nuestro tiempo, caracterizado ya no sólo por la tolerancia sino por la indiferencia a las ideas y costumbres de los demás independientemente de un juicio de valor, el equilibrio entre identidad y diálogo es buscado por cada vez más pocos. En la cultura dominante, aquellos que tienen fundamentos sólidos a menudo son sospechosos de fundamentalismo; los que afirman-se mantiene firme- las "verdades" son considerados portadores de inestabilidad e intolerancia en la convivencia social líquida, en constante evolución, sin identidad.

La convivencia pacífica -en la familia, en la sociedad y entre los pueblos- ya no se busca como resultado del diálogo y el progreso –que siempre traen cierta tensión–, sino como resultado de la indiferencia ante cualquier idea y costumbre (vivir y dejar vivir). Habiendo renunciado a criterios comunes de verdad, bueno, correcto, solo es importante adaptarse al "tan fan all", a la mayoría de los "like", con un conformismo que evite problemas.

¡Vida dura, hoy, para aquellos que tienen ideas, verdades, principios y quieren resistir la ola líquida del pensamiento y las costumbres! Muchos prefieren la tranquilidad de ser llevados en una inclusión sin comunión, sin la carga de verdades racionales o fe que critican comportamientos inapropiados e indignos y educan el bien del hombre.

Don Orione, "un corazón sin fronteras", un hombre de comunión y progreso, tenía una extraordinaria capacidad de diálogo y simpatía y no encontró ningún obstáculo, sino fundamento y energía, en las verdades extraídas de la razón y confirmadas por la fe cristiana. Nunca se desvió de los principios del dogma y la moralidad para dialogar y entrar en comunión con la gente, de hecho, acercó a todos y fascinó con la verdad, el bien, la vida cristiana. La suya era una fe iluminada, sólida y cálida con amor.