¡Don Orione se ha confiado! Desde joven ha vivido para los demás. Antes de referirnos a él como “educador de jóvenes”, queremos hacer una breve referencia a Don Orione “joven”
Nace en años difíciles. En Italia se vive una situación sociopolítica y religiosa muy conflictiva. Este hecho junto con el carácter de su madre Carolina Feltri -mujer humilde y de fuerte personalidad, que se caracteriza por la energía de su carácter y por su gran sentido práctico- y el de su padre, Vittorio Orione – hombre de gran rectitud, bondad, honestidad, generosidad y con una especial admiración hacia Garibaldi y sus ideas antipapales -, ayudarán a formar el carácter y la personalidad de Luis Orione su sentido moral y cristiano haciendo de él un joven fiel a la Iglesia y capaz de dar respuesta a la situación sociopolítica y religiosa de su tiempo.
El joven Luís Orione busca conocer lo mejor posible el mundo que lo rodea, comprende y acepta que también él tiene su lugar concreto en la sociedad de su tiempo, que no puede quedarse de brazos cruzados frente a los problemas que lo circundan. Se convierte así, ya desde joven, en “el hombre de la caridad“, sensible a toda forma de pobreza y necesidad: visita las cárceles, los hospitales, los enfermos, los pobres, se interesa por los niños y jóvenes de su ciudad.
“¡Cristo
tiene necesidad de ustedes para realizar su proyecto de salvación!
Cristo tiene necesidad de vuestra juventud y de vuestro generoso
entusiasmo para hacer brillar su anuncio de alegría en el nuevo
milenio. Respondan a su llamada poniendo vuestras vidas a Su servicio,
en los hermanos. Confíen en Cristo porque El se confía en ustedes”
“Humilde y ardiente, durante toda su vida estuvo siempre atento e inclinado a las necesidades de los pobres, a tal punto de honrarse con el apodo de changador de la Divina Providencia. Su testimonio es actualísimo. El mundo, tan frecuentemente dominado por la indiferencia y la violencia, tiene necesidad de quien, como èl, llena de amor los surcos de la tierra, repletos de egoísmo y de odio (Scritti 62,99) Son necesarios buenos Samaritanos, prontos a responder al grito angustioso de tantos hermanos nuestros que sufren y anhelan a Cristo (idem 80, 170)
Su ardiente piedad eucarística y su tiernísima devoción a María Santísima se complementaban con un espíritu apostólico y papalino que lo hacían particularmente sensible a los problemas sociales; esto se puede resumir en sus cuatros grandes amores: JESUS, MARIA, PAPA, ALMAS