domingo, 19 de octubre de 2014
Beatificación de Pablo VI
Tras una ceremonia en el Vaticano, se convirtió en el
décimotercer papa beatificado de la historia.
décimotercer papa beatificado de la historia.
El papa Francisco destacó en la mañana de este domingo
durante la beatificación de Pablo VI (1897-1978) como "supo conducir con
sabiduría y con visión de futuro -y quizás en solitario- el timón de la barca
de Pedro". (Lea también: ¿Quién es Pablo VI?
durante la beatificación de Pablo VI (1897-1978) como "supo conducir con
sabiduría y con visión de futuro -y quizás en solitario- el timón de la barca
de Pedro". (Lea también: ¿Quién es Pablo VI?
"Pablo VI que, en el momento en que estaba surgiendo
una sociedad secularizada y hostil, supo conducir con sabiduría y con visión de
futuro -y quizás en solitario- el timón de la barca de Pedro sin perder nunca
la alegría y la fe en el Señor", dijo Francisco durante la homilía de la
beatificación.
una sociedad secularizada y hostil, supo conducir con sabiduría y con visión de
futuro -y quizás en solitario- el timón de la barca de Pedro sin perder nunca
la alegría y la fe en el Señor", dijo Francisco durante la homilía de la
beatificación.
El papa argentino agradeció el "humilde y profético
testimonio de amor a Cristo y a su Iglesia" de Pablo VI y recordó que fue
"el gran timonel" del Concilio Vaticano II. Pablo VI, expresó
Francisco, "supo de verdad dar a Dios lo que es
testimonio de amor a Cristo y a su Iglesia" de Pablo VI y recordó que fue
"el gran timonel" del Concilio Vaticano II. Pablo VI, expresó
Francisco, "supo de verdad dar a Dios lo que es
de Dios dedicando toda su vida a la sagrada, solemne y grave
tarea de continuar en el tiempo y extender en la tierra la misión de
Cristo".
tarea de continuar en el tiempo y extender en la tierra la misión de
Cristo".
DON ORIONE A SU MADRE
En una carta fechada el 7
de febrero de 1923, Don Orione recuerda con mucho cariño a su madre y comparte
como aprendió de aquella "pobre viejita campesina", el sentido del
trabajo y la pobreza.
Yo era el cuarto de los
hijos y mi madre me ponía la ropa de mi hermano más grande, trece años mayor
que yo, que la pobre ya había usado para mis tres hermanos mayores; pero, esto
sí, nos ha dejado un poco de dinero que, en parte, fue a parar a los primeros
huérfanos de la Divina Providencia, y nos ha criado bien: con pedazos viejos
nos hacía la ropa, y así, en la pobreza y con honestidad y discreción la
familia salía adelante.
Mi madre, pobre viejita
campesina, se levantaba a las tres de la mañana para trabajar; siempre estaba
haciendo algo, y se ingeniaba para todo. Era la mujer de la casa pero hacía
también los trabajos del hombre ya que nuestro padre trabajaba lejos, en
Monferrato: cortaba el pasto con la guadaña, y la afilaba ella misma, no la
llevaba al afilador. Ella misma hilaba y tejía; y mis hermanos se repartieron
todas las sábanas y la lencería que hizo mi pobre madre!
Tenía contados hasta los
cuchillos rotos, que es lo que yo he heredado. No compraba nada a menos que
fuera absolutamente necesario. Cuando murió, después de 51 años de casada, le hemos
puesto el vestido de esposa que había hecho teñir de negro. Le quedaba muy bien
y era el mejor vestido que tenía.
Hijos míos, ven cómo hacían
nuestros queridos y santos viejos? Siempre me contaba que Jesús se había bajado
del caballo para recoger un pedazo de pan... Esto lo he encontrado después en
un evangelio apócrifo, y ¿quién sabe si no fue cierto? Por lo menos, llama
mucho la atención. Lo que es propio de los grandes señores, las comodidades
propias de los grandes señores no tienen nada que ver con los hijos de la
Divina Providencia. Son una contradicción para nosotros. Mis queridos hijos,
imitemos a nuestros viejos y a nuestros santos!