martes, 27 de enero de 2015

MENSAJE PARA CUARESMA DEL PAPA FRANCISCO


Se presentó esta mañana, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Mensaje del Papa para la Cuaresma 2015, que se inicia el miércoles de Ceniza, 18 de febrero. El Santo Padre inicia recordando que “la Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente, pero sobre todo es un “tiempo de gracia”. Francisco indica en su Mensaje, -titulado ‘Fortalezcan sus corazones’ y fechado el 4 de octubre de 2014, Fiesta de San Francisco de Asís- que “uno de los desafíos más urgentes sobre los que quiero detenerme es el de la globalización de la indiferencia”.
“Ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen” subraya Francisco, refiriéndose luego a la “actitud egoísta, de la indiferencia”, que “alcanzó hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos”......

El Pontífice desea que se celebre en toda la Iglesia el próximo 13 de marzo, que coincide con el segundo aniversario de su elección pontificia la iniciativa “24 horas con el Señor”, cuyo lema este año es “Dios rico en misericordia”. Y reitera que “Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: “Nosotros amemos a Dios porque él nos amó primero”. Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos. Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede”.“Queridos hermanos y hermanas, deseo orar con ustedes a Cristo en esta Cuaresma: “Haz nuestro corazón semejante al tuyo”. De ese modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia”.
“Con este deseo -concluye el mensaje- aseguro mi oración para que todo creyente y toda comunidad eclesial recorra provechosamente el itinerario cuaresmal, y les pido que recen por mí. Que el Señor los bendiga y la Virgen los guarde”.
Texto completo del mensaje del Papa para la Cuaresma

¡¡NUNCA MÁS, SEÑOR, NUNCA MÁS !!!




TUIT DEL PAPA EN EL DÍA DE LA MEMORIA
"Auschwitz es un grito de dolor que, en ese gran sufrimiento, está pidiendo un futuro de respeto, de paz y de encuentro entre los pueblos".
Queridos amigos, el 27 de enero de 1945, las tropas rusas entraron en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, donde encontraron el horror que todos conocemos.
Por eso hoy se celebra el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto: aproximadamente 6 millones de hebreos, un millón de gitanos, 250.000 personas discapacitadas física o mentalmente, miles y miles de cristianos, disidentes políticos, homosexuales...
Entre las víctimas cristianas, podemos recordar a san Maximiliano Kolbe, sacerdote franciscano que se ofreció a tomar el lugar de un padre de familia destinado a morir en el "bunker del hambre". O a santa Edith Stein, monja carmelita descalza de origen hebrea que murió en las cámaras de gas de Auschwitz.
Oremos con el Papa para que todo el enorme sufrimiento humano que simboliza Auschwitz no se repita jamás, para que aprendamos de la historia a construir un futuro de paz y respeto.
Les dejamos esta oración del Papa Francisco en el Memorial de Yad Vashem
"Adán, ¿dónde estás?” (cf. Gn 3,9). ¿Dónde estás, hombre? ¿Dónde te has metido?
En este lugar, memorial de la Shoah, resuena esta pregunta de Dios: “Adán, ¿dónde estás?”.
Esta pregunta contiene todo el dolor del Padre que ha perdido a su hijo.
El Padre conocía el riesgo de la libertad; sabía que el hijo podría perderse… pero quizás ni siquiera el Padre podía imaginar una caída como ésta, un abismo tan grande. Ese grito: “¿Dónde estás?”, aquí, ante la tragedia inconmensurable del Holocausto, resuena como una voz que se pierde en un abismo sin fondo…
Hombre, ¿quién eres? Ya no te reconozco. ¿Quién eres, hombre? ¿En qué te has convertido? ¿Cómo has sido capaz de este horror? ¿Qué te ha hecho caer tan bajo? Quién te ha corrompido? ¿Quién te ha desfigurado? ¿Quién te ha contagiado la presunción de apropiarte del bien y del mal? ¿Quién te ha convencido de que eres dios?
No sólo has torturado y asesinado a tus hermanos, sino que te los has ofrecido en sacrificio a ti mismo, porque te has erigido en dios. Señor, escucha nuestra oración, escucha nuestra súplica, sálvanos por tu misericordia. Sálvanos de esta monstruosidad. Señor omnipotente, un alma afligida clama a ti. Escucha, Señor, ten piedad.
Hemos pecado contra ti. Tú reinas por siempre (cf. Ba 3,1-2). Acuérdate de nosotros en tu misericordia. Danos la gracia de avergonzarnos de lo que, como hombres, hemos sido capaces de hacer, de avergonzarnos de esta máxima idolatría, de haber despreciado y destruido nuestra carne, esa carne que tú modelaste del barro, que tú vivificaste con tu aliento de vida.
¡Nunca más, Señor, nunca más!"