"Ayudar al pueblo, mitigar sus dolores, devolverle la salud. Debe
estar en nuestro corazón el pueblo. La Obra de la Divina Providencia es
para el pueblo. Basta de palabras, están llenos los bolsillos de ellas.
Lo milagroso será poder devolver a las muchedumbres la fe que tuvieron,
reconducirlas al Padre, a la Iglesia".
Don Orione pudo encender, en medio de situaciones históricas
desafiantes, el fuego de la caridad. En efecto, su entrega incondicional
lo convirtió en signo de una humanidad nueva, inaugurada por el mismo
Jesús y, ofrecida a los hombres y mujeres de todos los tiempos.
Su trabajo constante y sus creativos emprendimientos en el ámbito de
la educación y la promoción humana, fueron el instrumento de la
Providencia al servicio de la humanidad más desamparada, y el testimonio
concreto de una Iglesia más cercana al pueblo, que quiere expresarse
más por las obras que por los discursos.
La Obra Don Orione, como parte de la comunidad eclesial, hace suya la
misión evangelizadora que iniciara el Fundador, de estar junto a los
pobres para construir desde allí una nueva sociedad, poniendo a Cristo
en el centro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario