La
relación vital con la comunidad “Todos ustedes son uno en Cristo Jesús”
(Gal 3,28)
En la Iglesia, las comunidades religiosas son “casa y
escuela de comunión”. ¿Qué significa esto, en concreto? Antes de
programar la colaboración común es necesario promover una espiritualidad
de comunión, haciéndola surgir como principio educativo en las
relaciones. “No nos hagamos ilusiones: sin este camino espiritual, de
bien poco servirían los instrumentos exteriores de la comunión. Se
volverían instrumentos sin alma, máscaras de comunión más que sus vías
de expresión y de crecimiento” (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte,
n. 43).
La comunión en la comunidad religiosa es fruto de vocación y de
relación con Dios: si se atenúa la relación con Dios, se rompe el
«vinculum fraternitatis», porque nuestras comunidades, antes de ser una
construcción humana, son un don del Espíritu. De hecho, es en el amor de
Dios difundido en los corazones por medio del Espíritu en donde la
comunidad religiosa tiene su origen, y en ese amor es constituida como
una verdadera familia reunida en el nombre del Señor. “¿Cómo pueden
saber ustedes si son fieles a su vocación?”, decía Don Orione. “Si una
persona quiere medirse la temperatura, la fiebre, se pone el termómetro.
Tendrá que haber algún termómetro para saber regular si somos fieles a
la Santa Regla, a la santa vocación. El termómetro lo hay: es la vida de
comunidad”. (De “Todos en Capítulo”, carta del Superior General Don
Flavio Peloso fdp en preparación al CG XIV, n. 4).