El mismo Don Orione estuvo allí junto
al P. José Zanocchi –quien fuera el primer Superior Provincial en
nuestro país– y las nacientes Pequeñas Hermanas Misioneras de la
Caridad a las que les dejo el cuidado del naciente cottolengo
Palabras
dichas el 16 de septiembre de 1937 en la mesa. Contando a algunos
religiosos italianos las obras y actividades de la congregación en
Argentina.
"En
Avellaneda, cerca de Buenos Aires, hay muchos comunistas. Cada tanto
hay desordenes, casi todos los días se asesinan y se matan… Los curas
no podían poner un pie en esa zona. No podíamos ir ni de noche ni de
día. Luego que se desarrollaron las obras de caridad del Pequeño
Cottolengo, las cosas cambiaron… Recibimos sus ancianos, sus huérfanos,
cargamos sus dolores y los hicimos un poco nuestros, abrimos un
dispensario médico gratuito para los obreros…
Y
ahora, si vamos de día no solo nos dejan circular, sino que se
levantan un poco el sombrero; si vamos de noche y nos reconocen, nos
acompañan hasta la puerta. Muchos son comunistas, porque fueron
empujados por el hambre. Ven a la burguesía que derrocha y que hace una
vida de ocio, mientras ellos pasan hambre y entonces se rebelan.
Si
se quiere salvar una sociedad, será necesario ocuparse del pueblo, de
la clase más despreciada, más necesitada, mas abandonada…"
Parola VII, 41 (revista 79)