14 de Octubre - Quinta Jornada - Día de la
Clausura, se llevó a cabo El Día
del Triunfo Eucarístico Mundial.
Más de un millón de personas concurrieron a Palermo para
asistir a la misa que
oficiaría el legado pontificio.
Al culminar, en medio de un silencio absoluto -y en un alarde de la técnica de comunicación
para la época–,
se oyó la
voz del Sumo
Pontífice que desde
el Vaticano proclamaba: “Cristo
Eucarístico, vive, reina
e impera”. Luego
de la bendición
papal, la multitud regresó para
la procesión de Clausura. En esta jornada, también participó el presidente
Agustín P. Justo, quien pondría voz al espíritu nacionalista, centrado en la
adhesión a la fe de Cristo, y en especial a los valores conservadores afines a
la jerarquía eclesiástica.
De esta
manera, empezaba a
consolidarse una alianza
que se haría
palpable durante los
años y décadas siguientes. El
diario El Litoral, en la edición matutina de ese mismo día destacaba la
presencia de unas 700.000 personas que se habían dado cita en el espacio de
Palermo, alrededor de la Gran Cruz para recibir la bendición de Su Santidad el
Papa, impartida por radiotelegrafía desde el Vaticano. Igualmente, hacía notar
que la organización era perfecta y merced a ella el público había
podido tomar ubicación
en las distintas
zonas en la
que estaba dividido
el recinto. Asimismo,
señalaba la conveniencia
de haber tomado
precauciones ante los
peligros de la canícula.7
Más puntualmente,
se observaba la notable actuación
en los protocolos
sanitarios del militante católico
Elías Luque, destacado
profesional médico de
la ciudad de
Rosario, a cuyo cargo
se encontraba la
organización del servicio
de primeros auxilios,
y dentro de su órbita debía
dirigir al numeroso
personal de la
salud distribuido en
los múltiples eventos religiosos.8
En efecto, durante
aquellos cuatro días,
la ciudad de
Buenos Aires albergó
visitantes procedentes de todo
el país y
del extranjero. Se habló de un millón
de personas, aunque
no existe certeza sobre
esta cifra. Verdad es que arribaron a estas
tierras visitantes extranjeros con sus
respectivas comitivas oficiales,
tanto de países
limítrofes como de
Europa. De acuerdo a fuentes
oficiales de la Iglesia argentina se estimaría que “en Buenos Aires en 1934 se
repartieron 100.000 comuniones a niños, 400.000 a hombres y 700.000 a
mujeres”.9 Como corolario, las
cifras indican que el evento
estuvo marcado por
una muy intensa
práctica sacramental.
- Por la tarde, se realizó la procesión de
clausura por la Avenida Alvear, siendo esta un espectáculo imponente por el
orden, la compostura y el recogimiento de la multitud.
- A las 17 fue el apogeo, los cálculos oficiales
hablan de 2.000.000 de personas.
- Luego de la procesión final, el presidente
Justo, consagró el país a Jesucristo.
Los dos días siguientes, el Card. Pacelli
visitó Luján y realizó una serie de visitas oficiales, inaugurando también el
Ateneo de la Juventud. El 16 de octubre, por la noche, partió de retorno a
Roma.
https://repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/10990/1/xxxii-congreso-eucaristico-1934.pdf
Muchas veces expresará Don Orione el poderoso impacto
que produjo sobre él ese gran acontecimiento eucarístico:
El Congreso en los ojos de Don Orione
Don Orione ve al Congreso Eucarístico como un
verdadero triunfo de Cristo. Será un espectáculo grandioso, que lo impactará
muchísimo, como puede verse en sus cartas y discursos; será algo que perdurará
en él, ya que lo citará muchas veces. Esto puede comprobarse, fácilmente,
leyendo con cuidado las cartas escritas desde Argentina durante los meses
posteriores al Congreso Eucarístico.
De una carta colectiva a sus religiosos, religiosas,
seminaristas, ermitaños, etc., desde Victoria, el 4 de noviembre de 1934, a
menos de un mes del Congreso Eucarístico, leemos:
"El Congreso Eucarístico fue un milagro; más de
dos millones de fieles participantes sintieron que el Papa estaba acá, con
nosotros, y que el triunfo de Nuestro Señor era, al mismo tiempo, un triunfo
del Papa y de la Iglesia y de todo cuanto de social, de grande, de sobrehumano,
de divino, la Iglesia y el Papa son, representan y proclaman.
La grandiosa
celebración pública de fe, de amor, de adoración a Jesús Eucaristía en la
Argentina superó todos los Congresos Internacionales Eucarísticos que
existieron y no sé cómo y dónde podrá ser superada; sólo el Paraíso puede ser
mejor. ¡Hemos entrevisto y gustado por anticipado del Paraíso!".
Y en otra carta colectiva, saludando para la Pascua a
los religiosos, religiosas, amigos, benefactores, alumnos, huérfanos, etc.,
desde Buenos Aires, el 19 de marzo de 1935, a casi seis meses del Congreso
Eucarístico, decía:
“Asistí al Congreso Eucarístico Internacional de
Buenos Aires. ¡Un espectáculo inefable! Pude ver qué es y cómo es de grande la
misericordia de Dios: más grande que los cielos.
¡Vi decenas de millares y millares de obreros, de
robustos trabajadores, de jóvenes, florecientes de vida; médicos, abogados,
oficiales, profesores universitarios, diputados, ministros, confundidos en
columnas, confesarse en las plazas, a lo largo de los caminos, ¡de las calles
de esta gran capital! ¡Más de 200.000 hombres, como atraídos por un imán, en
interminable torrente, avanzan compactos, orando, cantando y postrándose a los
pies de Cristo!; adorar a Cristo, recibir a Cristo sobre la gran Plaza de Mayo,
frente a la casa de gobierno de esta República Argentina.
En aquella plaza los he visto fraternizar, abrazarse
en Cristo, jurar su fe, su amor a la Patria, ¡llorar de amor! ¡Fue un
espectáculo único en el mundo!
¿Qué sentían? ¡A Cristo! ¿Quién estaba? Cristo,
queridos hermanos; Cristo Nuestro Señor que resucitaba en esos corazones;
estaba Jesús, estaba el Señor pasando por esta metrópolis y descendía junto a
su pueblo. El Legado Papal exclamaba: '¡Pero esto es el Paraíso!”