Hemos comenzado el año nuevo: demos gracias a Dios por tantos beneficios recibidos, y comencemos hoy a amar y servir verdaderamente a Jesucristo y a la Santa Iglesia Romana, nuestra Madre, con un fuego grande de caridad, con todo el corazón, con toda el alma, con toda nuestra pobre vida.
Postrados a los pies de Dios, pidamos humildemente perdón a nuestro Padre celestial, por todas las ingratitudes de la vida pasada, y cada uno diga de corazón: "nunc incipio in Nomine Jesu": ahora comienzo en el Nombre de Jesús: comienzo a ser de Cristo y de la Iglesia: "nunc incipio esse Christi et Ecclesiae".
Año nuevo, vida nueva:
vida santa y santificante! ¡Año nuevo, toda la vida en Jesús, de Jesús, por Jesús!
¡Vivamos en Jesús!
Perdidos en su Corazón, inflamados de amor, pequeños, pequeños, pequeños:
simples, humildes, dulces.
¡Vivamos de Jesús!
Como niños en sus brazos y sobre su Corazón, santos e irreprensibles bajo su mirada; ¡abismados en el amor de Jesús y de las almas, en una fidelidad y obediencia ilimitadas a El y a su Iglesia!
¡Vivamos por Jesús!
Todos y todo por Jesús; ¡nada fuera de Jesús, nada que no sea Jesús, nada que no lleve a Jesús, que no respire a Jesús!
En un modo digno de la vocación que hemos recibido, modelados sobre su cruz, conformados a su sacrificio y obediencia "usque ad mortem", en oblación y holocausto total de nosotros mismos, como perfume de olor suave.
En Lettere di Don Orione, II, pp. 153 ss. De una carta de Don Orione desde la Argentina con ocasión de la Epifanía de 1935.
Fuente: libro: En Nombre de la Divina Providencia