DE LA PERTENENCIA A CRISTO A LA IRRADIACIÓN EN LA SOCIEDAD
Los Santos se colocan entre los más grandes y verdaderos bienhechores de la humanidad. Donde han pasado ellos, el mundo se hizo más bueno y la situación de la sociedad se volvió más humana. Nosotros mismos todavía no hemos descubierto toda la influencia que Don Orione tuvo en la sociedad de su tiempo. Las posteriores profundizaciones en el archivo de la Congregación nos reservan siempre sorpresas y descubrimientos.
Los hechos de Italia del vigésimo siglo, hasta el 1940, lo han visto siempre en primera línea. Se sentía totalmente integrado en la sociedad terrenal que participaba activamente y seguía con atención las corrientes, los movimientos y las vicisitudes, frecuentemente dramáticas de su tiempo.
Vivía todo con la pasión del creyente, con las certezas que provenían de su fe anclada en Cristo, por lo cual hablaba con gran fe, y sabía infundir esperanza porque estaba seguro del triunfo final del Reino de Cristo.
“Levantemos la mirada de la fe, hermanos: Cristo viene a darnos la vida con su vida, en la efusión copiosa de la redención. El viene radiante, envuelto en el gran manto de la misericordia, avanza amable y poderoso.
Avanza al grito angustiado de los pueblos: Cristo viene llevando en su corazón la Iglesia y, en su mano, las lágrimas y la sangre de los pobres: la causa de los afligidos, de los oprimidos, de las viudas, de los huérfanos, de los humildes, de los rechazados. Y detrás de Cristo se abren nuevos cielos: es como la aurora del triunfo de Cristo…El último a vencer es El, Cristo, y Cristo vence en la caridad y en la misericordia. ¡El porvenir pertenece a Cristo, Rey invencible!”.
El contacto continuo con el Señor lo rendía particularmente sensible a las necesidades del prójimo. Es una norma de vida espiritual: más se es de Cristo, más se ama la humanidad. Don Orione no esperaba ser solicitado para una ayuda, sabía prevenir y hacerse presente mucho antes de pedírselo. Como lo hacía Jesús. El paralítico de la piscina de Siloé no le había pedido nada:
“¿Quieres curarte? ¡Toma tu camilla y ve a tu casa!”.
Delante del cajón del joven que era llevado a la tumba, es él que para a los que lo llevan y lo restituye vivo a la madre, sin que ninguno se lo hubiese pedido.
Quien tiene la sensibilidad, le es suficiente ver para intuir la necesidad de los otros. Don Orione da vida a numerosas actividades de bien, movido únicamente al ver la necesidad y el fuego interior que lo llevaba siempre a darse sin detenerse.
Fue así desde el primer joven que recogió: Mario Ivaldi, porque había sido alejado de mal modo del catecismo.
Toda su obra nació como respuesta a las necesidades que él veía. Debía haber un contacto directo con el Eterno porque demuestra tener claro su camino desde los primeros años, cuando junto a cuatro o cinco chicos lo seguían, fascinados de su ideal. En aquellos sueños juveniles ya está toda la Pequeña Obra de la Divina Providencia.
No tenía fuerzas, no disponía de medios y recursos, pero tenía la clara visión de aquello que debía hacer.
Puede ser más justo decir que el Señor le mostraba con claridad qué cosa se había dignado hacer por medio de él.
21 Ibíd., 111-112.
22 Papasogli, 34-35.
Fuente Libro, Las Virtudes Sacerdotales de Don Orione ( Fiordliso)
21 Ibíd., 111-112.
22 Papasogli, 34-35.
Fuente Libro, Las Virtudes Sacerdotales de Don Orione ( Fiordliso)