Constituyó ya desde sus orígenes una preocupación constante para la Provincia la instalación de una casa adaptada a las necesidades del noviciado. Un lugar para tal finalidad se encontró, por fin, en la localidad de Paverano, situada en la parte oriental de Génova, no lejos del espacio que hoy ocupa el estadio. Aquí se adquirió una villa, propiedad, de los jesuitas. Cumplidos los trámites necesarios, y obtenido el consentimiento de parte de la República de Génova y de la Santa Sede, el noviciado pudo asentarse definitivamente en la casa de Paverano. Esta casa, como las anteriores residencias del noviciado, en un principio, no era autónoma, sino que dependía de la casa profesa de Génova. Sólo en 1686 tuvo autonomía. En este año la familia religiosa constaba de los siguientes miembros: sacerdotes seis, hermanos operarios dos, novicios clérigos nueve, novicios hermanos dos.
En Paverano se formaron los religiosos de la Provincia hasta finales del siglo XVIII, cuando ya fueron arrojados de las casas por los movimientos revolucionarios en los tiempos de Napoleón.
Hoy en día, en el antiguo noviciado de las Escuelas Pías está un Instituto dedicado a obras de caridad, dirigido por los sacerdotes y hermanas de don Orione.