SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


viernes, 18 de abril de 2025

SABADO SANTO , PASIÓN APOSTÓLICA DE DON ORIONE




 Hoy es el día del silencio. “Y el sábado descansaron, según el precepto” (Lc 23,56
Recordamos que las imágenes del templo se han cubierto: la iglesia está desnuda. La liturgia de hoy ni siquiera incluye el gran gesto de la Eucaristía: es el día alitúrgico. Tiempo de pausa, de interrupción para que podemos darnos cuenta que el tiempo queda "vacío"; para comprender nuestro límite, nuestro estado de fragilidad, nuestra “no omnipotencia”.
 Esta es la experiencia que a menudo hemos podido vivir: que Dios esté a nuestro lado como alguien ausente; y ha sido justamente en aquellas situaciones que sentimos impotencia.
 Dios no ha intervenido para defendernos como pretendíamos; no nos arrancó de la muerte, cuando invocamos su presencia para derrotar al mal.
 En efecto, Dios guarda silencio incluso hoy cuando hay víctimas, cuando hay violencia, cuando reina la tortura, cuando la arrogancia caracteriza nuestra vida cotidiana.
 Dios elige guardar silencio, ya que eligió estar en silencio en el día del descanso de Jesús en la tumba Jesús hace de su soledad de la muerte el lugar de la solidaridad absoluta con los humillados, con los que sufren, los abraza, los toma de la mano para devolverlos a la luz, a la vida. Jesús llegó a ese lugar para que cada víctima de la historia pueda sentirse solidaria, pueda sentirse menos sola en esa humillación extrema. 
 
Jesús hace de su soledad de la muerte el lugar de la solidaridad absoluta con los humillados, con los que sufren, los abraza, los toma de la mano para devolverlos a la luz, a la vida. Jesús llegó a ese lugar para que cada víctima de la historia pueda sentirse solidaria, pueda sentirse menos sola en esa humillación extrema 
  El silencio de Jesús en la tumba, no es como piedra los hombres han colocado para sellarla. Jesús no tiene ninguna roca que pueda cerrar y sellar su corazón. En esta soledad, las brasas arden, el amor arde. No es la soledad inmóvil, exánime; Jesús en medio de esa soledad da pasos invisibles: su amor lo mueve, el amor siempre se mueve. En este silencio del sábado, Jesús da pasos hacia el inframundo, hacia el infierno de la ausencia, de la ausencia de Dios que es la mayor distancia que él pueda experimentar como Hijo.

 En esta perspectiva entendemos la intensidad heroica con la que Don Orione vivió su pasión apostólica en favor de los hombres. Su ardor, por hacer que todos sean alcanzados por este amor de Jesús, lo llevó a pedirle la gracia de alcanzar los más alejados; los excluidos; los que son considerados por el mundo como desperdicios:

Por lo tanto, Dios mío, presérvame de la funesta ilusión, del diabólico engaño que yo, sacerdote, deba ocuparme exclusivamente de quien viene a la Iglesia y a recibir los santos Sacramentos; de las almas fieles y de las mujeres piadosas [...] Sólo cuando esté desecho de cansancio y muerto tres veces corriendo y llamando a los pecadores y también a los Escribas y Fariseos, solamente entonces podré buscar algún reposo entre los justos.  

Pero Luis Orione, llegando a la madurez de su vida, entiende que esto no es suficiente: La perfecta alegría no puede estar sino en la entrega de uno mismo a Dios y a los hombres, a todos los hombres, a los más miserables como a los maltrechos, físicamente o moralmente; a los alejados, a los culpables, a los adversarios. Colócame, Señor, en la boca del infierno, para que yo, por tu misericordia, la cierre. Que mi secreto martirio por la salvación de las almas, de todas ellas, sea mi paraíso y mi suprema bienaventuranza.2  

Le pedimos al Señor la gracia, de vivir nuestra vida de tal modo que podamos llegar a los infiernos que viven nuestros hermanos y cerrar sus puertas; Con la autenticidad del amor misericordioso del Padre, en las manos tiernas de su Madre la Iglesia. Cerrar la boca del infierno es tocar el corazón de los que se sienten lejos de Dios, con el amor de Cristo.

  IDEM, sf., mi., ADO, Scritti, 118,18; cf.: PAPASOGLI, G., Vida de Don Orione, 233-234. 2 ORIONE, L., 25.02.1939, ma., ADO, Scritti, 115,200-201; (EC., II,427-428).

fuente extracto triduo pascual  p.Fernando Fornerod


19 ABRIL RENOVACIÓN DE VOTOS DE DON ORIONE ANTE EL PAPA PIO X







Del libro “Vida de Don Orione” de Juan Carlos Moreno (Ediciones Dictio, 1980), y reza como sigue:


“Pío X recibió afablemente a Don Orione, quien lo puso al tanto de los progresos conquistados en la Vía Apia Nueva, la Patagonia italiana, sugiriéndole la necesidad de erigir allí un gran templo. El Pontífice le prometió levantar en aquel barrio la Parroquia de Todos los Santos, que pondría bajo la dirección de los Hijos de la Divina Providencia. En efecto, en 1920 inauguró el tempo en las afueras de San Juan de Letrán, y Don Orione designo primer párroco a Don Roberto Rizzi.


Al ver Don Orione la paternal benevolencia que le dispensaba el papa, animóse a expresarle el anhelo que guardaba en su corazón.


- Santo Padre: deseo pedirle una gracia muy grande.


- Veamos en qué consiste esta gracia tan grande dijo Pío X, sonriendo.


Expúsole Don Orione confiadamente los fines principales de sus instituto y le rogó, puesto que hacer los votos perpetuos, se dignara recibirlos personalmente. Pío X accedió. Don Orione, pensando que debía hacerlos en otra audiencia, siguió hablando, y al concluir su exposición y disponerse a salir, preguntó:


- ¿Cuándo puedo venir, santo padre, para hacer los santos votos?


- ¡Pues, ahora mismo! - respondió el Papa.


Profundamente emocionado, Don Orione se arrodilló, abrazando y besando los pies del venerable pontífice. Extrajo de su bolsillo el estatuto de los Pequeños Hijos de la Divina Providencia y lo abrió en la página señalada con la fórmula del juramento.En ese instante solemne recordó, consternado, que era necesaria la presencia de dos testigos, y no había allí quienes pudieran oficiar, pues la audiencia era privada. Alzando los ojos, imploró:


- Padre santo, se necesitan dos testigos... a menos que Vuestra Santidad se digne dispensar


El Papa miró con beatífica sonrisa al hijo fiel que tenía a sus plantas:


- Harán de testigos mi ángel de la guarda y el tuyo.


Y allí, postrado ante el vicario de Cristo, Don Oriones formulo sus votos perpetuos” (op. cit. cap. XXIV, pág. 155/56). PAPA PIO X.


Queridos Amigos: Un 19 de abril pero del año 1912, Don Orione emitía sus votos perpetuos en manos del Santo Padre Pío X en una ceremonia privada y emotiva. Una gracia grande que le proporcionó a nuestro Padre un gran consuelo en medio de las tribulaciones padecidas como Vicario General de la Diócesis de Mesina por aquel tiempo.
Él mismo recuerda en una carta dirigida a los Hijos de la Divina Providencia, ex-alumnos y bienhechores lo acaecido en la Audiencia con el Papa.

Hna. María Jesús Nieva
Carta confidencial a los Hijos de la Divina Providencia, a los antiguos alumnos y a los bienechores
Tortona, Pentecostés de 1912.
Queridísimos en Jesucristo:
El 19 de abril de este año será un día de eterna recordación. Eran las 12 cuando fuí introducido a la presencia de nuestro Santo Padre Pío X, en audiencia privada.Allí estaba él en su estudio, todo blanco y sonriente, de pie ante su mesa de trabajo, puesta en mí la mirada llena de dulcísimo amor. Yo sentía una apremiante necesidad de postrarme a sus pies y de escucharlo acerca de muchas cosas, a pesar de haberlo visto, pocos días antes, el Jueves Santo, 4 de abril cuando obtuviera asistir a su Misa y satisfacer mi vivo deseo de recibir la Comunión Pascual de sus veneradas manos. Así pues, me he arrodillado ante él con todo el amor de hijo, besándole afectuosímamente el Pie y la Mano. El Papa se sentó, y con toda su bondad de Padre quiso que me sentara a su lado y lo informase, y con mucho afecto pidió noticias, hasta muy detalladas, acerca de la naciente Congregación. También en esta ocasión, como siempre, se dignó mostrar un amor especial para con la "Pequeña Obra de la Divina Providencia", y en esto igualmente se evidencia la
gran humildad del Vicario de Ntro. Señor Jesucristo. Yo me hallaba enteramente confundido ante tanta afabilidad; pero he podido referir lo que ustedes, oh mis queridos hermanos: sacerdotes, ermitaños y coadjutores, hacen con la ayuda que nos da la Providencia del Señor. Y obsevaba que el Santo Padre se conmovía grandemente y se interesaba por nuestra pequeñez, ¡querido Santo Padre! y por nuestra nada, y a cada buena noticia sonreía como quien escucha cosas que le satisfacen y se alegra de ellas en Dios. (...)
Acerca pues de muchas cosas tenía necesidad de conocer con claridad la voluntad de Dios, y por eso cuando me hallé ante el Santo Padre, sin abandonar la suma reverencia que se le debe, animado por su bondad he abierto al Papa el estado de mi ánimo, exponiéndole todo aquello que me parecía deberle decir. Y la palabra del Vicario de Jesucristo llegó hasta mí clara, precisa y plena de fe y de paternal bondad. (...)
En aquellos santos momentos pues, viendo tanta confianza, tan paternal y divina caridad en el Santo Padre hacia la Pequeña Obra, yo he osado pedirle una gracia grandísima.
Y el Santo Padre me dijo sonriendo: - Veamos un poco en que consiste esta gracia grandísima.
Entonces le he expuesto humildemente como siendo fin principal y fundamental de nuestro Instituto el de dirigir todos nuestros pensamientos y nuestras acciones al incremento y a la gloria de la Iglesia; para difundir y arraigar primeramente en nuestros corazones, y luego en el corazón de los pequeños el amor al Vicario de Cristo, le rogaba, debiendo hacer los votos religiosos perpetuos, que se dignase en su caridad recibirlos en sus propias manos, siendo y queriendo ser este Instituto todo amor y cosa por entero del Papa.
Y el Santo Padre, con cuanta consolación de mi alma jamás podré expresarlo, me dijo enseguida y con mucho placer, que sí. Le dí las gracias y la audiencia continuó. Pero ya terminada, pregunté a Su Santidad cuando creía que debiera volver para emitir los santos votos. Y entonces nuestro Santo Padre me respondió: "Pues enseguida".
¡Dios mío, qué momento aquél!Me arrojé de rodillas ante el Santo Padre. Le abracé y besé los pies benditos. Saqué del bolsillo un librito que los pequeños Hijos de la Divina Providencia conocerán, y que yo llevaba conmigo, presintiendo la gracia. Lo abrí por donde está la fórmula de los santos votos, página en que de ante mano había colocado una señal.
Pero en aquel momento tan solemne y tan santo, recordé que, según las normas canónicas, sería necesarios dos testigos, y los testigos faltaban, pues la audiencia era particular y privada.
Entonces levanté los ojos hacia el Santo Padre y osé decirle: - Padre Santo, como su Santidad sabe, se necesitarían dos testigos, a menos que su santidad se digne dispensar.
Y el Papa, mirándome dulcísimamente y con una sonrisa celestial en los labios, me dijo: - "Harán de testigos mi Angel Custodio y el tuyo!..."
¡Oh, felicidad del Paraíso! Amado Señor Jesús, ¡cómo me has confundido por aquel poco de amor que, con tu gracia, te he tenido a Tí y a tu Vicario en la tierra! ¡Bendito seas eternamente, oh mi Señor, eternamente seas bendito!
Postrado pues, a los pies del Santo Padre Pío X como a los pies mismos de Nuestro Señor Jesucristo (.....), he emitido mis votos religiosos perpetuos, y una especial y solemne promesa; un explícito y verdadero juramento de amor hasta la consumación de mi mismo y de fidelidad eterna a los pies y en las manos del Vicario de Jesucristo. (...) Y dos ángeles hacían de testigos; el ángel mismo de nuestro Santo Padre...
Antes de salir de la audiencia, he dado las gracias a Su Santidad desde lo más hondo del alma, y le he prometido que, con la ayuda del Señor, habríamos de rogar siempre por Él y por la Santa Iglesia: ¡qué estaríamos siempre con Él!, e imploré una bendición grande como grande es su corazón, como es el Corazón de Dios, no sólo para mí, sino también para ustedes, oh queridos Hijos míos de la Divina Providencia: Sacerdotes, ermitaños, clérigos y coadjutores todos; para ustedes, queridos y pequeños trabajadores de nuestras Colonias agrícolas; y para ustedes, mis siempre inolvidables y queridísimos antiguos Alumnos de todas las Casas. Y el Papa los bendijo a todos tiernísimamente. (....)
¡Ah, que la memoria de Pío X se conserve siempre y pase en bendición entre todos los Hijos de la Divina Providencia! (....)
Participemos vivamente de las alegrías de la Iglesia y del Papa; de los dolores, las esperanzas y los temores de la Iglesia y del Papa, sintiendo en todo y por todo con la Iglesia y con el Papa.
¡El Papa! ¡He aquí nuestro credo, y el único credo de nuestra vida y de nuestro Instituto!

Sacerdote LUIS ORIONE
de la Divina Providencia