Don Orione se levanta regularmente a las 6. Se dirige a la capilla, reza el Angelus y las oraciones de la mañana. Se dispone luego para la meditación, utilizando nuevamente las “ Meditaciones de la buena muerte”
Al terminar la acción de gracias, don Orione se dirige al locutorio para desayunar. Luego comienza a trabajar. Se interesa sobre todo en el envío de algunos misioneros a Sud América. Escribe numerosas cartas. Y al clérigo Modesto le dice: “Hoy es una jornada campal”. De tanto en tanto interrumpe el trabajo y se toma la cabeza con las manos, en actitud de oración.
Alrededor de las 10 le entrega al clérigo Modesto el texto del telegrama a Pio XII, en ocasión del aniversario de coronación, y le pide que vaya al correo a enviarlo, junto a la correspondencia que está ya lista.
Por la mañana recibe algunas visitas en el locutorio: dos o tres señoras. Al enterarse que un abogado masón está como residente en Villa Santa Clotilde, don Orione le dice a Sor M. Rosaria Baiardi, Superiora de la comunidad de las hermanas, que lo quiere encontrar. Después de la charla, ese hombre vivirá otros tres años en Villa Clotilde, participando cada día en la Santa Misa y yendo con frecuencia a la capilla a rezar.
A las 12, después de la oración del Angelus, don Orione se dirige al locutorio a almorzar. Al término del almuerzo va a la capilla para la visita Eucarística. Y luego va a su habitación a descansar un poco. El clérigo Modesto aprovecha para que le remienden la sotana, muy gastada a la altura del pecho. Don Orione, mientras espera la reparación, lo invita a visitar el santuario de Bussana. En una hora y media el clérigo Modesto regresa y le entrega la sotana a don Orione.
Mientras tanto a las 14.30, llega a la Villa Santa Clotilde, por sugerencia del Padre Pío de Petrelcina, el P. Humberto Terenzi, rector y párroco del santuario de la Virgen del Divino Amor, en Roma. Don Orione lo saluda con actitud festiva y cordial. Intercambian noticias y juntos toman un café.
Alrededor de las 16.30 el P. Bariani invita a don Orione a tomar algo como merienda: una yema de huevo con caldo: “¿Merienda? Pero... qué merienda! Yo jamás tomé la merienda, después no puedo cenar”. Sin embargo, obedece.
Don Orione se retira y continúa escribiendo hasta las 19 horas. A las 19 le sirven la cena: don Orione habla de los acontecimientos graves de la jornada, especialmente de Polonia, ocupada por las fuerzas alemanas. Al final, después de las oraciones de la noche, todos se van a dormir.