ABANDONARSE, ARREMANGARSE Y CONFIAR...
Estas tres actitudes marcaron toda la vida misionera de Don Orione. Vale que nos detengamos en cada una de ellas durante su primera estadía latinoamericana.
Abandonarse: Don Orione, siendo fiel a su estilo de fundador, en el transcurso de dos meses, ya tenía en marcha nuevas obras. Pero el impulso misionero de los primeros religiosos se apagaba: después de nueve años del primer grupo de misioneros a Brasil, no se llegó a concretar ninguna actividad más de la que se tenía: la presencia de su “instituto” -escribía desanimado Don Orione- “lo encontré conformado por: el P. De Paoli, el P. Ballino, el P. Casa, el seminarista Dondero y un monaguillo de 13 años; ¡esto es todo el Instituto Barão de San Gerardo!”.
¿Cuál será la actitud de Don Orione ante la desanimadora presencia con la que se encuentra? La de
abandonarse en la mano de la Providencia, dejarse conducir por la presencia del Espíritu presente en la vida de tantos hermanos que clamaban por pastores que alivien sus penas, sus dolores.
Arremangarse: Antes de llegar a Mar de Espanha (Brasil), Don Orione había iniciado tratativas con la Nunciatura Apostólica de Rio de Janeiro para asumir la gestión de la Casa de Preservação, una especie de “reformatorio” con 260 jóvenes. Para sostener las obras del Brasil y estas nuevas iniciativas era necesario arremangarse. Don Orione sabía perfectamente que, si quería sacar adelante la frágil presencia de la obra, el camino sería la del trabajo y el sacrificio, poner el cuerpo a las circunstancias: ese era el único camino conocido por nuestro fundador.
Mientras tanto, sin mucho entusiasmo el P. Carlo Sterpi, a cargo del gobierno de la congregación, seguía con los planes de reforzar la frágil presencia de la congregación en Brasil, siendo consciente de la escasez de fuerzas de las obras en Italia.
Confiar: ¿Desde dónde se encuadra la misión de Don Orione en Latinoamérica? Para ensayar una respuesta tendríamos que posar la mirada sobre el mismo Don Orione: fue un hombre pragmático, más que especulativo, y desde aquí encontramos la razón profunda de su accionar, su inclinación hacia los más alejados y vulnerables de la sociedad. Su carisma se sintetiza en el programa de la misma congregación: Instaurare omnia in Christo / Poner todo en Cristo, como don de Dios que se irá explicitando en su amor a la Iglesia, el Papa y las personas.
El proyecto misionero orionita surge desde su experiencia fundacional tortonesa y de las enseñanzas del magisterio pontificio de León XIII, captados en forma original gracias al sensus ecclesiae, esto es el sentir, pensar y querer dentro de la Iglesia, del que Don Orione estaba imbuido. La adhesión al Papa sugiere la apertura hacia nuevas culturas. Desde esta perspectiva, cobra sentido la apertura misionera congregacional, confiándose a la Divina Providencia.