SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


sábado, 18 de mayo de 2024

PENTECOSTES .MEDITACIÓN DE DON ORIONE

 
 
 

 

Pentecostés es el término con el que se define la fiesta cristiana del quincuagésimo día del Tiempo de Pascua.​Nota 1Se trata de una festividad que pone término a ese tiempo litúrgico y que configura la culminación solemne de la misma Pascua, su colofón y su coronamiento.2Pentecostés, fiesta grande para la Iglesia. Con el Espíritu Santo tenemos el espíritu de Jesús y entramos en el mundo del amor. Gracias al Espíritu Santo cada bautizado es transformado en lo más profundo de su corazón.
Durante Pentecostés se celebra la venida del Espíritu Santo y el inicio de las actividades de la Iglesia. Por ello también se le conoce como la celebración del Espíritu Santo.

Una larga carta del Padre Fundador, dirigida a una Hermana enferma. Una hermosa meditación sobre el misterio de Pentecostés.

Vigilia de Pentecostés, 19 de mayo de 1923

Buena Hija del Señor:

"¡Gracia y paz a usted, a su óptima hermana y a Sor María, de parte de Dios, nuestro Padre celestial, el Señor Redentor y Dios Nuestro Jesucristo y del Espíritu Paráclito, Dios y santificador de las almas!

Deseo hacerle llegar una palabra para la dulce solemnidad de Pentecostés.

"PENTECOSTÉS: palabra griega que significa quincuagésimo. Era una fiesta solemnísima para los Hebreos, como lo es solemnísima para los cristianos: dos fiestas, que si bien diversas entre ellas, son análogas por la íntima relación que existe, en general, entre las figuras del Antiguo Testamento y el cumplimiento de las mismas figuras en el Nuevo Testamento. La coincidencia de los dos clamorosos advenimientos confirma muy bien la conexión que existe entre ellos.

Para los Hebreos, Pentecostés era la fiesta de la siega, (Éxodo 23,16), era la solemnidad de la mies (...) La tradición hebraica daba a dicha fiesta tanta solemnidad y carácter de la más profunda santidad, porque el pueblo hebreo entendía y quería con esta fiesta, agradecer a Dios el haber dado en este día la ley sobre el monte Sinaí (...)

Como los hebreos solemnizaban la promulgación de la ley mosaica, así los cristianos, solemnizamos la promulgación del Evangelio, el establecimiento de la ley de Jesucristo y la fundación pública de la santa Iglesia acaecida por la venida milagrosa del Espíritu Santo sobre los Apóstoles (...)

Pero a usted, ¡oh Hija del Señor!, le será de inefable consuelo espiritual, el leer devotamente en estos días, el capítulo 2 de los Hechos donde se narra la historia del Pentecostés cristiano, cincuenta días después de la Resurrección del Señor.

Nuestro Pentecostés es una de las tres principales fiestas del año: Pascua, Navidad, Pentecostés, y es tan superior al Pentecostés de los Hebreos, cuanto la ley de gracia es superior a la ley mosaica, y cuanto el cumplimiento de nuestros grandes misterios supera todo aquello que era solamente figura.

¡Cuántas maravillas nos descubre la fe en este misterio! La tercera persona de la Ssma. Trinidad ha descendido sobre los hombres, para colmarlos de inmensa y divina liberalidad, de sus gracias más abundantes y de dones celestiales. En este día de Pentecostés, Nuestro Señor da la última mano a la gran obra que El miraba en todos sus Misterios. Es en este día de Pentecostés que Jesús se ha formado un nuevo pueblo de adoradores.

Hoy, Dios ha mandado su Santo Espíritu sobre la tierra para renovar la faz del mundo, para crear su Iglesia, 'conservadora eterna de su sangre y Madre de santos', como la llama Manzoni en aquel himno tan sublime que él dedica a Pentecostés.

Hoy, ya no es la proclamación de la ley de justicia del Sinaí, sino de la ley de gracia, de caridad, de misericordia. Pentecostés es el fin y la consumación de todo lo que Dios ha obrado y sufrido por la humanidad.

¡Qué gran día es éste! No es ya la celebración de un misterio pasado, como en otras fiestas, sino de un misterio de la santa Iglesia de Jesucristo.

El Espíritu Santo descendió visiblemente sobre la Iglesia naciente, un día domingo, en la gran fiesta de Pentecostés de los Hebreos, a fin de que, en aquel mismo día, en el cual Dios había dado la antigua ley sobre el Sinaí, ella fuese abolida por la nueva (...)

¡Oh, pidámosle a Nuestro Señor, que quiera escribir de la misma manera su santa ley en nuestros corazones, con el dedo de su diestra y estamparla tan profundamente que no se borre jamás!

San Lucas, hablando de la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles dice: 'se les aparecieron unas lenguas como de fuego, las que, separándose, se fueron posando sobre cada uno de ellos; y quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar idiomas distintos, en los cuales el Espíritu les concedía expresarse' (Hechos 2,3-4).

De este fuego había ya evidentemente hablado el Señor cuando dijo: 'He venido a traer fuego sobre la tierra, ¿y qué otra cosa deseo sino que arda en todos los corazones?' (Lc 12,49).

Era el fuego de la caridad de Jesucristo, era el fuego del apostolado que recibieron los Apóstoles y que luego esparcieron por toda la tierra. Y este fuego apareció en forma de lenguas, para que los apóstoles, con sus lenguas expandiesen el fuego de la divina caridad en todos los corazones dóciles a la gracia (...)

Las lenguas de fuego eran también una figura sensible del don de lenguas', en gracia del cual, los apóstoles pudieron hacerse entender por las gentes de todas las naciones.

El árabe, el parto y el sirio, escucharon sus sermones, dice Manzoni; pero ¿qué escucharon? La voz del Espíritu. Era por lo tanto, el Espíritu Santo el que hablaba por la boca de los apóstoles.

Las lenguas de fuego distribuidas, significaban la caridad, el fuego, la diversidad el lenguaje. Y todos fueron llenos del Espíritu Santo...

El Divino Paráclito descendió sobre todas sus potencias y facultades, colmó de luces celestiales sus inteligencias; les fueron revelados los misterios más profundos, les dio fortaleza y valor sobrehumano para que propagasen el Evangelio y diesen su sangre por la fe. Ellos tuvieron una fe y un heroísmo apostólico. Les concedió dones interiores y exteriores y una santidad singular, diría superior.

La elocuencia de San Pedro, bajo la inspiración del Espíritu Santo, bastó para iluminar en la fe, amonestar, persuadir y convertir, en aquella primera prédica, alrededor de tres mil personas, las cuales fueron inmediatamente bautizadas (Hechos 2,41)(...)

La Misa del día de Pentecostés tiene la hermosa secuencia del 'Ven Espíritu Santo'. En los siglos pasados, se sonaba en la Iglesia una trompeta, como para imitar el ruido venido del cielo; y en otras Iglesias se hacían caer pétalos rosados, para simbolizar las lenguas de fuego, de ahí el nombre de 'Pascua rosada', que se dio a esta dulcísima solemnidad.

¡Oh, invoquemos nosotros también al Espíritu Santo!, para que venga sobre y dentro de nosotros, y como hizo con los apóstoles, nos transforme a nosotros, y como hizo con los apóstoles, nos transforme a nosotros, miserables, por la efusión de sus dones, nos haga humildes y fervorosos siervos, hijos y misioneros de la caridad.

Y como el misterio de Pentecostés continúa siempre invisiblemente en la Iglesia, así descienda y viva siempre en nosotros, la caridad habitual o gracia santificante. Es éste, el primero y más necesario don del Espíritu Santo, que nosotros debemos implorar hoy y siempre.

Que El ilumine nuestra mente con el don de la inteligencia; nos eleve con el don de sabiduría al conocimiento de las verdades divinas. La ciencia que viene del Divino Paráclito, nos lleve a despreciar los bienes y las bajezas de la tierra, por el conocimiento de Dios y nos dé aquel 'gusto interno', como escribe San Buenaventura, que llena el alma de suavidad por la cual dice el salmista: 'gustad y ved, cuán dulce es el Señor' (Salmo 33,9) (...)

El Espíritu Santo es Fuente Divina de verdad, caridad y felicidad interior.

¡Oh, descienda sobre nosotros el Espíritu Santo! ¡Espíritu de verdad, de oración, de unión, de misericordia y de divina caridad!

Y la Bienaventurada Virgen, que ciertamente se encontraba en aquella selecta reunión de Jerusalén, recogida con los apóstoles, los discípulos y las pías mujeres en oración, cuando alrededor de la hora tercia (las nueve de la mañana), vino de repente del cielo aquel ruido casi como un viento impetuoso y llenó toda la casa, donde se encontraban reunidos con María, Madre tiernísima y capitana de nuestra naciente Congregación; nos obtenga de Jesús todos los copiosos dones y frutos del Espíritu Santo, que nos dilatan de caridad el corazón, como dilataron el corazón de San Felipe Neri y nos conceda vivir encendidos de caridad para poder inflamar de divina caridad a todas las almas.

Que este Espíritu del Señor, la conforte, ¡oh Hija de la caridad de Jesús Crucificado!, en su enfermedad, le dé paciencia y amor al sufrimiento, por amor de Jesús Crucificado y de María Ssma.

La bendigo junto con sus hermanas y parientes y con la Hermana. Y Jesús nos bendiga a todos, nos asista y nos consuele, ahora y siempre.

Devotísimo en Cristo

Don Orione

Fuente: "Don Orione a las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad"

fuente: Lo que yo recibi p. Facundo Mela

 

 

 

viernes, 17 de mayo de 2024

JUAN PABLO II, NOS DICE DE DON ORIONE


 
 



En la  carta decreto Cum liber essem ex omnibus  del 16 de mayo de 2004, Juan Pablo II presenta la figura de  don Luigi Orione  , definiéndolo como "una expresión maravillosa e ingeniosa de la caridad cristiana" y "una de las personalidades más eminentes del siglo XX". por su fe abiertamente cristiana vivida".

Don Orione "tenía el temperamento y el corazón del Apóstol Pablo -leemos en la misma carta que inscribe al Fundador en el registro de los santos- tierno y sensible hasta el llanto, infatigable y valiente hasta la audacia, tenaz y dinámico hasta el heroísmo, afrontando peligros de toda índole, acercándose a altas personalidades de la política y la cultura, iluminando a los hombres sin fe, convirtiendo a los pecadores, siempre reunidos en oración continua y confiada, acompañada a veces de terribles penitencias".

«Fue sacerdote de Cristo total y gozosamente, viajando por Italia y América Latina, consagrando su vida a los que más sufren, por la desgracia, la miseria, la maldad humana. Don Orione intuía claramente que la primera obra de la justicia es dar a Cristo a los pueblos porque "es la caridad la que edifica a todos, une a todos en Cristo y en su Iglesia"».

“Este humilde y pobre sacerdote, intrépido e incansable -prosigue el Santo Pontífice-, se convirtió en testimonio vivo del amor de Dios. Entra a formar parte de la larga lista de testigos que con su conducta han mostrado algo más que una humanidad solidaria, calmando los amargos el sudor de la frente con palabras y obras de liberación, de redención y, por tanto, de esperanza segura. Pobre entre los pobres, impulsado por el amor de Cristo y de sus hermanos necesitados, fue ampliando cada vez más las tiendas de la Pequeña Obra de la Divina Providencia que se enriqueció con la presencia de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, las Ciegas Sacramentinas y más tarde las Contemplativas. de Jesús Crucificado. Involucró también a los laicos en los caminos de la caridad y del compromiso civil,

«El corazón de este estratega de la caridad - concluye Juan Pablo II - "no tenía fronteras, porque estaba dilatado por la caridad de Cristo". La pasión por Cristo fue el alma de su vida audaz, el impulso interior de un altruismo sin reservas, la fuente siempre fresca de una esperanza indestructible. Un año antes de su muerte, había resumido así el programa esencial de su vida: “Sufrir, callar, orar, amar, crucificar y adorar”».


JUAN PABLO II, A 104 AÑOS DE SU NACIMIENTO

 

Juan Pablo II: hombre de oración, cercanía y justicia que es misericordia

Juan Pablo II ,de nombre secular Karol Józef Wojtyła Polonia;nació el 18 de mayo de 1920-Ciudad del Vaticano, 2 de abril de 2005)

 Su pontificado de casi 27 años fue el tercero más largo en la historia de la Iglesia católica, después del de san Pedro (se cree que entre 34 y 37 años, aunque su duración exacta es difícil de determinar) y el de Pío IX (31 años).

Juan Pablo II fue aclamado como uno de los líderes más influyentes del siglo XX, Jugó asimismo un papel decisivo para poner fin al comunismo en su Polonia natal y, finalmente, en toda Europa.

Ser Don Orione hoy

(El carisma en las palabras del Papa)

Juan Pablo II, durante su pontificado, dirigió en varias ocasiones su palabra a la Pequeña Obra de la Divina Providencia. Habló de Don Orione, de su carisma y de la fidelidad a sus ejemplos y enseñanzas en las situaciones mutadas de la Iglesia y del mundo de hoy. Del conjunto de sus discursos emerge una síntesis clara, completa en su esencialidad, y autorizada del carisma orionita.

La Pequeña Obra de la Divina Providencia, fundada por el Beato Luis Orione, apóstol de la caridad y padre de los pobres, hace bien en darle gracias a Dios y reafirmar la voluntad de todos sus hijos espirituales de guardar fielmente su mensaje.

Mientras expreso mi viva complacencia por tal iniciativa, animo y bendigo de corazón su esfuerzo por profundizar el espíritu y el carisma del fundador, para sacar de allí un renovado impulso espiritual y apostólico, en los umbrales del tercer milenio.15

Fidelidad al carisma...

Religiosos y religiosas de Don Orione, ustedes justamente se regocijan y sienten más cercana y más confidente la dulce y austera figura de su Padre Fundador. Ahora, deseo iluminarlos, alentarlos, confortarlos para ser siempre sus dignos hijos, intrépidos testigos de la fe cristiana, ardientes consoladores de la humanidad en sus recurrentes miserias, apóstoles fieles y concretos de la caridad de Cristo.

Nos parece casi ver, con nosotros, al mismo Don Orione, con su sonrisa buena y confidente, con su rostro sereno y voluntarioso. Deseo dejarles una única exhortación, que brota de la ansiedad pastoral de quien preside la Iglesia: ¡Mantengan su espíritu! ¡Manténganlo íntegro y encendido en ustedes mismos, en su Congregación, en todos los lugares donde son llamados a trabajar!

Lo que Pablo recomendaba a los Tesalonicenses: «No extingan la acción del Espíritu» (1Tes 5, 19), lo repito también a ustedes, lo digo también a ustedes. Que el espíritu del Beato Don Orione inunde sus ánimos, los sacuda, los haga bramar de santos propósitos, los lance hacia los ideales sublimes que él mismo vivió con heroica constancia.

Los exhorto a hacer suyo su estilo de vida. Sean auténticos hijos de la Divina Providencia.16

«Ser el fundador hoy» (significa) poner a la luz vuestra peculiar misión en la Iglesia según el carisma del Beato Luis Orione.17

Como «se vuelve para ventaja misma de la Iglesia que los institutos tengan su carácter y función particular» (Perfectae Caritatis, 2), los animo, hermanas y hermanos amadísimos, a proseguir por este camino, resistiendo a toda tentación de conformismo y acomodación a la mentalidad del mundo, aún a costa de sacrificios.18

15.       Catequesis de Juan Pablo II: Año 1986 - 30 de abril, 7, 14, 21, 28 de mayo, 4, 18, 25 de junio.

16.       Gastaldi, P.P., San Giuseppe Benedetto Cottolengo, Torino 1959, 307-342.

17.       PSMdC.C 30-32.

jueves, 16 de mayo de 2024

ATENDER LAS VOCACIONES SIN DESCUIDAR LA CARIDAD




Querido Don Pensa:

Te agradezco la caridad que tuviste conmigo durante los días que pasé en Venecia … Lo que más me ha consolado es haber encontrado la caridad viva entre vosotros, y lo que más me ha disgustado en los clérigos más pequeños y especialmente en el que llevé conmigo, fue no haber encontrado en ellos suficiente espíritu de Dios y humilde caridad fraterna, mientras lo vi muy vivo en los clérigos mayores, en los cuales, a pesar de estar sobrecargados de trabajo, noté el espíritu de alegría en el trabajo y de sacrificio, ese espíritu bueno, sereno, contento, que es propio de la verdadera caridad. … 

La Caridad “no busca sus intereses, sino los de Jesucristo”, escribía el Apóstol a los corintios; y la Imitación de Cristo, con palabras no menos vivas, dice que quien tiene Caridad “en nada se busca a sí mismo” (Lib. I, cap. XV).

Y Santa Catalina de Siena: “El que arde y está consumado por esta Caridad no se ve a sí mismo”. No ama su propio bienestar ni quiere gozar de sí y en sí, como hace el egoísta, que no se ve más que a sí mismo, su comodidad y su porvenir; quien tiene Caridad, en cambio, desea vivir para los demás y consumarse por los demás en el amor dulcísimo de Jesús Crucificado, y no desea más que hacer a todos felices en Dios. “O qui scintillam haberet verae Charitatis, profecto omnia terrena sentiret plena fore vanitatis!”.   

Pidamos a la Ssma. Virgen que es Madre del celestial y divino Amor, que ponga en nuestra alma una gran llama de amor a Dios, de verdadera Caridad del Señor, que nos una inseparablemente entre nosotros, en la vida y en la muerte, en el divino servicio a la Iglesia y a las almas; que nos una entre nosotros y con todos los demás también cuando se trate de sufrir los defectos de nuestros hermanos y del prójimo, con firme y continuo ejercicio de paciencia.

 Caridad también con nosotros mismos –que no es tolerancia o debilidad frente al mal, o culpable condescendencia en nosotros de lo que no es virtud, sino tal vez indolencia y tibieza en la vida religiosa–; caridad con nosotros mismos en la soportación del disgusto de nuestros propios defectos. 

 Vivimos en un siglo que está lleno de hielo y de muerte en la vida del espíritu; totalmente encerrado en sí mismo, no ve más que placeres, vanidad y pasiones, nada más que la vida de esta tierra. ¿Quién dará vida a esta generación muerta a la vida de Dios, si no el soplo de la caridad de Jesucristo? La faz de la tierra se renueva al calor de la caridad.

Tendremos una gran renovación católica si tenemos una gran caridad. Pero debemos comenzar a ejercitarla hoy entre nosotros, a cultivarla en el seno de nuestros Institutos, que deben ser verdaderos cenáculos de caridad. No se da lo que no se tiene: no daremos a las almas llamas de vida, fuego y luz de Caridad, si antes no estamos encendidos, muy encendidos, nosotros.

La Caridad debe ser nuestro impulso y nuestro ardor, nuestra vida; somos los garibaldinos de la caridad de Jesucristo. Nada me disgusta tanto como emplear esa palabra para algo tan santo, tan puro, tan divino; pero lo hago para expresarme mejor.

No se puede servir a la causa de Dios y de su Iglesia más que con una gran Caridad de vida y de obras. No penetraremos en las conciencias, no convertiremos a la juventud, no atraeremos los pueblos a la Iglesia sin una gran caridad y sin un verdadero sacrificio de nosotros mismos, en la Caridad de Cristo. Hay en la sociedad una corrupción espantosa, una ignorancia de Dios espantosa, un materialismo y un odio espantosos: sólo la Caridad podrá conducir los corazones y los pueblos a Dios y salvarlos.

Pero nada sirve, o poco sirve, si no nos adueñamos de la juventud, de las escuelas y de la prensa. Tenemos que prepararnos con gran amor a Dios y llenarnos el corazón y las venas de la Caridad de Jesucristo, porque de otra manera no haremos nada; en cambio abriremos un surco profundo si tenemos una profunda caridad. ¿Qué hubiera hecho San Pablo sin la Caridad? ¿Qué hubiera hecho San Vicente de Paúl sin la Caridad? ¿Qué hubiera hecho San Francisco Javier, Cottolengo, Don Bosco? Nada. Nada. Nada si la Caridad.

Sin la Caridad no tendríamos ni a los apóstoles, ni a los mártires, ni a los confesores, ni a los santos. Sin la Caridad no tendríamos el sacerdocio, que es misión y al mismo tiempo fruto y flor de divina Caridad. El espíritu de Dios, que es espíritu de celestial Caridad, debe llevarnos a cuidar en los jóvenes las santas vocaciones religiosas y los futuros sacerdotes, porque muchas escuelas, muchas renovaciones en las almas, en los pueblos y en las obras no florecen sino por el sacerdocio y por la vida religiosa. ¿Qué haremos nosotros, que nos estamos volviendo viejos y ya estamos gastados, si no tenemos continuadores?

Pienso en esto día y noche y no lloro tanto por las miserias humanas cuanto por ver la crisis que hay en la Iglesia en materia de vocaciones. San Vicente de Paúl se vendió para rescatar un esclavo y nosotros, ¿seremos indiferentes y fríos en el trabajo por dar a la Iglesia y a las almas buenos sacerdotes que continúen el apostolado de Jesucristo? ¿Por darle hijos santos que continúen las obras comenzadas por nosotros con la ayuda de Dios, y luchadores de la Fe en la caridad al servicio de la Iglesia y de las almas?

Ejerzamos gran parte de la caridad en el cultivo de las vocaciones. Roguemos para que Dios nos mande vocaciones y para que suscite Samueles para el santuario. Las vocaciones se cultivan con la piedad, con la oración, con el buen ejemplo, con los santos sacramentos, con la integridad de vida, con la integridad de vida, con la institución de pías Congregaciones, con la devoción a la Virgen Santísima.

Pero deberéis ir con mucho tacto, con mucha delicadeza, con mucha prudencia, aun en el hablar; ante todo debemos renovar y transformar en la caridad el corazón de nuestros jóvenes, renovarlos y transformarlos en Jesucristo, y debemos arder nosotros de la caridad de Jesús si queremos que después ardan ellos. Todo se reavivará si llevamos ardiendo en las manos y alta, bien alta en el corazón la lámpara de la Caridad de Jesucristo.

Si trabajamos y rezamos así, a nuestro alrededor se levantarán muchas almas para dar un fecundo y maravillosos  esplendor a la Iglesia de Jesucristo.

Yo os suplico, queridos hijos míos, que no faltemos a lo que Dios quiere de mí y de vosotros respecto a la atención de las vocaciones, como también a la de los clérigos y los aspirantes, para nuestra santificación y para la salvación de muchas almas y de muchas multitudes de almas.

El Señor no nos mirará según nuestras miserias y nuestros pecados, sino según la grandeza de su bondad y la multitud de sus misericordias, y escuchará nuestra oración de pobres siervos se tenemos su Caridad y vivimos de ella. Y con su gracia nos guiará por el camino de la paz y de nuestro sacrificio a los pies de la Santa Iglesia de Roma, que es Madre nuestra y Madre de los vivientes; y el Señor bendecirá y santificará nuestros pasos y los pasos de nuestra Congregación, y la llevará con la bendición celestial a extender el reino de Dios; y los mismos confines de la tierra serán nuestra habitación si somos humildes y fieles hijos de la Iglesia de Roma y vivimos de la Caridad sin límites de Jesucristo, buscando sólo a Jesucristo y su reino; ¡las almas, las almas, y las almas!

La Caridad, ese amor grande, dulcísimo y fortísimo a la par, a Dios, a su Iglesia y a las almas, hará vivir y prosperar a la Congregación. Dios estará con ella si en ella está el espíritu de Dios, que es la Caridad.

La Congregación y cada uno de nosotros no debe vivir para sí, sino por la Caridad y por la Iglesia de Roma, que es el Cuerpo místico del Señor y la Madre de las almas y de los santos. No debemos vivir cada uno para sí, sino cada uno para todos los hermanos, en la Caridad del Señor. Nos hemos unido en Cristo para vivir cada uno para todos y no para sí. No vivimos más que por la Caridad y por la Iglesia; sólo así se es verdadero Hijo de la Divina Providencia y Dios vivirá en nosotros si nosotros vivimos en El y de El, por la Caridad y la unión a la Iglesia.

Esta mañana quería escribir a los cuatro nuevos subdiáconos, por los cuales recé en la Misa que celebré a las 6; y ahora escribo mientras ellos estarán recibiendo la ordenación. Pero en vez de dirigirme sólo a ellos he pensado escribir a todos y para todos, aunque mi intención es enviaros la presente en señal de unión espiritual en la Caridad y de gozo por vuestra ordenación, queridos subdiáconos, queridos hermanos nuestros, tanto más que ésta es la ordenación más numerosa de subdiáconos desde que nos unimos en la Congregación, por la Caridad del Señor.

Pero no quiero terminar sin dirigirme a ellos, recomendando a los cuatro subdiáconos que atesoren los dones de Dios. El Señor, queridos hijos míos, sea vuestra esperanza y vuestra confianza: El es nuestro Consolador y la llama inextinguible de nuestra Caridad. Poned en El toda vuestra esperanza y vuestro corazón, por las manos de la Ssma. Virgen, en cuyo mes bendito habéis entrado en el vestíbulo sagrado de la Iglesia. En la Imitación de Cristo (Lib. III, cap. LIX), hay una oración de maravillosa dulzura; digámosla juntos en espíritu y después aprendedla y repetidla, para confortación vuestra durante vuestra vida: “En Ti, Señor Dios mío, pongo toda mi esperanza y el refugio de mi llama y de mi vida; en Ti, Señor Dios mío, pongo todas mis tribulaciones y angustias, porque encuentro enfermo e inestable todo lo que veo fuera de Ti”.

Reconfortaos y sed fuertes en la Caridad. ¡Reconfortaos, hijos míos! “Hay una alegría, dice San Agustín (X, 22), que no se concede a quien vive de tierra, sino a los que aman y sirven al Señor y a la Iglesia con amor desinteresado; y esta alegría eres Tú, Señor Dios nuestro. Aquí está la vida dichosa: en gozar de Ti, en Ti, por Ti”.

Queridos hijos míos, vivamos de la Caridad y en Caridad y viviremos de Dios, por Dios y en Dios eternamente. Os bendigo a todos y a todos os digo: siempre adelante, con gran Caridad, amando a Cristo y a la Iglesia et pro amore Dei.

Vuestro afmo. en Jesucristo

Sac. Luis Orione  

d. D. P.

 extracto de la carta del 2 de mayo de 1920.  Cartas de Don Orione Vol I

miércoles, 15 de mayo de 2024

16 DE MAYO, UN CORAZÓN SIN FRONTERAS



"Tenemos que tener una profundísima vena de la espiritualidad mística que impregne todos los niveles de la sociedad, los espíritus contemplativos y activos," servidores de Cristo y los pobres "(Don Orione).

Luigi Orione nació en Pontecurone (AL) 23 de junio de 1872, de padres humildes. Clérigo de unos veinte años, se interesó en los chicos pobres y para ellos se abrió un internado en el distrito de San Bernardino, en Tortona (1893). Ese fue el comienzo de un largo viaje que llevó a Don Orione en las carreteras del mundo para difundir la ayuda espiritual y material de la riqueza de la Divina Providencia y de su corazón sin límites.

Para lograr que  su amor por Cristo, la Iglesia, el Papa y por los pobres estaba planeando, reunir a su alrededor unos pocos empleados que dieron a luz a la primera de las familias religiosas, los Hijos de la Divina Providencia. Pronto tuvo a su lado  sacerdotes, incluso los hermanos ermitaños ciegos y deficientes visuales y coadjutores, y las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad (1915), a continuación, Sacramentinas ciegas, hasta la reciente apertura de la Comunidad de las Hermanas Contemplativas de Jesús Crucificado. Se involucraron numerosos laicos en su apostolado de la caridad .

Él trabajó en los terremotos de Reggio y Messina (80.000 muertes en 1908) y Marsica (28.000 muertos en 1915) páginas de escritura de heroísmo humano y religioso. Llevó su trabajo de caridad y su celo por la Iglesia desde un extremo de Italia, en todas partes a  erigir escuelas, iglesias y por encima de todas las casas para los pobres y necesitados.

Pío XII a su muerte el 12 de marzo de 1940, lo llamó " Padre de los pobres, benefactor de la humanidad dolorida y  abandonada ". Con razón le Papa Giovanni XXIII señaló: " Su caridad fue más allá de los límites normales. Estaba convencido de que podía conquistar el mundo con amor ".

Su trabajo se ha extendido en Europa, en las Américas - donde hizo dos viajes misioneros en 1921-22 y 1934-37 - y luego en África y en Europa del Este, Filipinas, Jordania y la India .

El Papa Juan Pablo II lo beatificó el 26 de octubre de 1980, presentándolo a la Iglesia como " una expresión maravillosa y genial de la caridad cristiana ".

El 16 de mayo de 2004 fue proclamado santo.

Se mantiene vivo su mensaje espiritual. " Sólo la caridad salvará el mundo. Todo el Evangelio está aquí: ver y servir a Cristo en los hombres. Con las obras de caridad, llevar a los pequeños, los pobres, las personas a la Iglesia y al Papa, para restaurar todas las cosas en Cristo ".

A partir de los escritos de Don Orione:

" En el nombre de la Divina Providencia  abrió los brazos y los corazones a las personas sanas y enfermas, de todas las edades, de todas las religiones, de todas las nacionalidades: a todo lo que quería dar,  el pan del cuerpo, la consolación divina de la fe, pero especialmente a la mayoría de nuestros hermanos que sufren y abandonados. Muchas veces sentí a Jesucristo cerca de mí, tantas veces como lo vi en el más marginado y miserable. Dios  ama a todas sus criaturas, pero su Providencia no puede dejar de favorecer a los pobres, los afligidos, los huérfanos, los enfermos, los afligidos en todos los sentidos, después de que Jesús les ofreció el honor de sus hermanos, después de que se mostró su modelo y líder debería examinar, también la pobreza, el abandono, el dolor y el martirio hasta que la Cruz. Ondas del ojo de la Divina Providencia se encuentra en forma especial, frente a las criaturas más desafortunados y abandonadas ".

La familia de Don Orione

La Obra Don Orione hoy se compone de tantos hombres y mujeres que se ponen al servicio de Dios y del prójimo, siguiendo la llamada a la vida religiosa y compartir, como laicos, el carisma de Don Orione: Los religiosos sacerdotes , hermanos religiosos , Hermits , Hermanitas Misioneras de la Caridad , ciego Sacramentinas , Hermanas Contemplativas de Jesús Crucificado ,  Instituto Secular Orionita . Una gran cantidad de amigos, voluntarios, partidarios forman la gran familia de Don Orione , Movimiento Laical Orionita .

Todos juntos enriquecen a la Iglesia con las muchas iniciativas buscados por Don Luigi Orione caridad: Pequeño Cottolengo, escuelas, parroquias, oratorios, Misiones, hogares de ancianos, hogares familiares para niños, hogares de acogida y - según lo deseado por el mismo Don Orione - " cualquier otra actividad requerida según los requisitos del tiempo y lugar, destinado a renovar la sociedad en Jesucristo ".

Los hijos e hijas de Don Orione, así como en Italia, están presentes en Albania, Argentina, Bielorrusia, Brasil, Burkina Faso, Cabo Verde, Chile, Costa de Marfil, Filipinas, Jordania, Reino Unido, India, Kenia, Madagascar , México, Mozambique, Paraguay, Polonia, Rumania, España, Togo, Ucrania, Uruguay, EE.UU., Vaticano, Venezuela.

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