El regreso de Don Orione a América Latina
sólo podrá realizarse en 1934, ya que su deseo fue regresar mucho antes, no lo pudo llevar a cabo.Pero sus obras continuaron, impulsadas por sus religiosos.
Las obras encaminadas en América Latina entre el primer y segundo viaje de Don Orione fueron tres en Uruguay [el Patronato a Montevideo (1924), La Floresta, 1928 y la Iglesia de San Carlo a Montevideo (1932)], dos en Brasil [Gavea, 1924 y Niteroi (1929)]; seis en Argentina [Puerto Mar del Plata (1924), Victoria (1927), Nueva Pompeya (1927), Lanús (1930), Tres Algarrobos (1931), Colegio Mar del Plata (1932)].
El 7 de diciembre de 1930, mandó el primer contingente de 6 Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad a la Argentina; el año siguiente un nuevo grupo llega a el Uruguay; otros contingentes seguirán a breve distancia de tiempo y también llegarán a Brasil.
Don Orione en América Latina del 1934 al 1937
En el 1934, el número de los sacerdotes, de los treinta del 1921 ascendió a 112; eran 45 clérigos con votos perpetuos y 123 de votos temporales; el número total de los religiosos fue más que cuadruplicado: de 74 ascendió a 351. Fueron el fruto de la "colecta de las vocaciones" en Italia.
La efervescencia vocacional de la joven congregación fue acompañada por la exuberancia apostólica. Ciertamente fueron determinantes el fervor de los principios y los impulsos de un santo. Pero hay una actitud y también una dinámica que es necesario comprender si queremos vivir –como hijos- los nuevos re-envíos fundacionales hoy.
La brevedad de estas notas hace difícil abordar en profundidad el estallido apostólico de Don Orione en la Argentina (en la zona de Buenos Aires se abrieron Avellaneda, San Fernando, Tigre, Calle Cochabamba, Claypole; y luego Itatì, Rosario, Saenz Peña y Mar del Plata. Se llevó y dio impulso a las actividades en Brasil y Uruguay. Se fue a Chile con un viaje exploratorio de 6 días.[1] Dejó abiertos otros deseos y contactos con Perú, Bolivia, Mato Grosso.
[1] “He aceptado dos Casas en la capital de Chile: una para las Hermanas y una para nosotros. Iré a verlas en el viaje al Perù. Mientras que estoy aquí, es necesario que vea bien todo y plante las estacas, como dice don Zanocchi”; 9 settembre 1935, Escritos, 18, 143.