2003: Promulgación del Decreto de la Congregación para las Causas de los Santos sobre un milagro atribuido a la intercesión del Beato Don Orione, a favor de Pierino Penacca, que padece cáncer de pulmón irreversible.
Pierino Penacca es curado milagrosamente (canonización)
Natural de Momperone (AL), clase 1912, tanto él como su
mujer conocieron personalmente a Don Orione cuando eran jóvenes. En los últimos
meses de 1990 le aparecieron síntomas de un “carcinoma
pulmonar, necrótico, de células
grandes, vastamente infiltrante”. Fue dado
de alta del hospital porque, teniendo en cuenta sus pésimas
condiciones generales de salud y la edad (tenía entonces 78 años), no era
posible practicarle la quimioterapia ni la radioterapia. Pierino, los hijos,
algunos sacerdotes y amigos orioninos, y hasta los discapacitados del Pequeño
Cottolengo de Seregno invocaron a Don Orione.
Sorprendentemente, e inexplicablemente, se produjo una
curación rápida que no dejó huellas del terrible tumor ni en su cuerpo ni en
los resultados de los múltiples exámenes de todo tipo a que se sometió en los
once años sucesivos. En esta curación, inexplicable para la ciencia, la Iglesia
ha reconocido un milagro atribuido a la intercesión del beato Luis Orione.
“Papá se repuso bien y rápido”, afirmaron unánimemente
sus hijos. No hubo más partes médicos
o manifestaciones que aludieran a la enfermedad. Pierino volvió a su vida
normal: trabajaba en el campo, hacía de carpintero, tocaba el acordeón. Se
mantuvo siempre animado hasta pocos meses antes de la muerte, que tuvo lugar el
2 de abril de 2001, con casi 89 años, por causas ajenas al tumor.
Fue su médico de cabecera quien empezó a albergar sospechas,
desde el punto de vista científico, sobre lo que había ocurrido. Pero los
familiares, que habían guardado silencio sobre el carácter prodigioso de la
curación, tenían una explicación, la cual testimoniaron ante quienes llevaban
adelante la causa de canonización de Don Orione.
Papá se repuso bien y rápido, afirmaron unánimemente
sus hijos. No hubo más partes médicos o manifestaciones que aludieran a la
enfermedad. Pierino volvió a su vida normal: trabajaba en el campo, hacía de
carpintero, tocaba el acordeón. Se mantuvo siempre animado hasta pocos meses
antes de la muerte, que tuvo lugar el 2 de abril de 2001, con casi 89 años, por
causas ajenas al tumor.
Fue su médico de cabecera quien empezó a albergar
sospechas, desde el punto de vista científico, sobre lo que había ocurrido. Pero
los familiares, que habían guardado silencio sobre el carácter prodigioso de la
curación, tenían una explicación, la cual testimoniaron ante quienes llevaban
adelante la causa de canonización de Don Orione.
He aquí algunos trozos del testimonio presentado el 30 de
enero de 1999, durante el interrogatorio diocesano de Tortona
Sobre mi estado de salud antes de ir al hospital recuerdo
solamente que me sentía mal. Recuerdo que me salía sangre de la boca y que me
sentía muy débil. También recuerdo poco de mi estadía en el hospital; recuerdo
más fácilmente las cosas lejanas, de mi juventud, que las recientes.
Después de haber salido del hospital, comencé a sentirme
bien. Hasta fui al mar ese año en enero, porque nunca he dejado de ir al mar
durante el invierno. Pero no recuerdo bien. Después de ese año, nunca he estado
en cama por enfermedad, ni he vuelto jamás al hospital.
Mire, yo siempre le he rezado a Don Orione. Recuerdo cuando
Don Orione venía al pueblo a pedir las ollas rotas para hacer la estatua de la
Virgen de la Guardia de Tortona. Recuerdo que Don Orione me ha hecho la gracia
cuando me tocaba ir a la guerra. Antes de partir, fui a mi pueblo, y con mi
mujer fuimos al santuario de Tortona a pedirle a Don Orione la gracia de no
tener que ir al frente. Hacía poco que había muerto Don Orione, y estaba
sepultado en la cripta. Le supliqué que me hiciera quedar cerca de casa, porque
estábamos atravesando una situación precaria: mis padres ya eran viejos y
enfermos, y también mi mujer estaba enferma; además de nuestros hijos, teníamos
los cuatro hijos de mi hermano, que había muerto unos años antes a los 37 años.
Un Mayor del ejército de Tortona, al conocer mi situación, sin que yo se lo
pidiera me destinó a la compañía antiaérea de Tortona y así me libré de ir al
frente. Después, como sabía música me pusieron de trompetista, y con eso me
libré también de disparar y de hacer la guerra. Siempre he tenido mucha
confianza en Don Orione y le rezo siempre. Si estoy curado, tengo que agradecer
al Señor y a Don Orione.
Ahora que estoy viejo, mi salud es bastante buena. Tengo que
hacer inhalaciones y tomar medicamentos pero, gracias a Dios, sigo bien. En
estos últimos años no he tenido enfermedades graves.
Don Orione me ha hecho ya otras gracias y me ha protegido
también en esta enfermedad. Yo no sé qué decir sobre este hecho. Sólo me queda
agradecer al Señor y a Don Orione.
Toda la familia ha rezado – ha afirmado la hija
Gabriella Penacca -. Don Orione ha estado siempre presente en la familia, con
su recuerdo y su devoción. Lo había conocido mamá, que es de Tortona (los
“Cascinotti”); y lo había conocido también papá. Yo sabía de la gracia que le
había concedido de no partir para la guerra y de que era el único que no
partió.
El hijo Fiorenzo
Mi hermana me exhortaba a rezarle a Don Orione,
apoyándose en el hecho de que soy un antiguo alumno de Don Orione… Don Orione
es mi “protector” desde siempre … le rezo todos los días. Y por supuesto que le
recé por la salud de papá..
La hija Isaura
Cuando Gabriella me comunicó el diagnóstico del tumor
hecho en el San Rafael, el último del año 1990… al día siguiente fui al
santuario de la Virgen de la Guardia, en Tortona; pasé directamente a la urna
de Don Orione, ante la cual hice esta súplica: Sé que papá está muy grave; Don
Orione, si puedes, pide al Señor que nos lo deje todavía un poco más. Todos
nosotros hemos tenido siempre confianza y confidencia con Don Orione, siguiendo
el ejemplo de papá y mamá.
La hija Gabriella
Cuando a las 18 de aquella tarde (del 31.12.1990) supe
del diagnóstico infausto de mi papá, quedé muy afectada. Después de la cena,
papá se quedó dormido y yo bajé a la capilla del hospital San Rafael. Llevaba
conmigo una reliquia de Don Orione, la tenía en la mano y la apretaba fuerte.
En la capilla pensaba en papá … y recé: Don Orione, dile tú (a Dios) que me
deje a mi padre! Esa tarde he rezado y hablado a Don Orione mientras apretaba
fuertemente una reliquia de Don Orione, casi hasta provocarme dolor … Después
de la oración, y después de ese sufrimiento interior, me entró enseguida una
grande tranquilidad que no sentía como nacida de mí. Tomé los adornos para
hacer una fiesta de fin de año vestida de árbol de Navidad y, de acuerdo con la
enfermera, pasé por el pabellón saludando a todos, deseándoles felices fiestas,
y repartiendo golosinas y espumante. Me sentía contenta y serena porque a papá
lo había puesto en buenas manos.
Don Angelo Pellizzari, orionino
La familia Penacca es totalmente una familia
“orionina”, comenzando por la mamá, una santa, que lo había conocido y le tenía
una gran devoción. Creo en la oración que todos hemos hecho a Don Orione.
Don Giuseppe Sorani, orionino
Se recurrió a la oración invocando al Señor y a Don
Orione. Sobre el nexo entre el peligro de muerte en que estaba Pierino, la
oración a Don Orione y la curación, yo estaba en conocimiento desde entonces.
Ennio Meneghini, enfermero y amigo de la familia
Todos juntos queríamos obtener esta gracia. Teníamos
reliquias de Don Orione con las que rezábamos. Hemos rezado mucho, incluso con
los muchachos discapacitados del Pequeño Cottolengo. Después sentí una
seguridad y me dije: tranquilo, todo saldrá bien.