"¡ Bienvenido seas el Señor que te llama a hacer vida religiosa conmigo en esta humilde Congregación de su Divina Providencia!"
Estas son palabras que Don Orione dirigió a un hombre aspirante (cf. Escrito, 42, 165) en una carta de fecha incierta y, precisamente por su atemporalidad, se convierte en un saludo que sigue resonando en nuestros tiempos y en nuestros corazones. Debemos sentirlo así: como se dirige a cada uno de nosotros. Sin cesar, Don Orione se regocija en el Señor por el don de la vocación de Sus hijos y miembros de Su familia religiosa