AMO A LA VIRGEN Y CANTO!
Yo le canto a la Virgen:
porque quiero amar y cantar!
Soy un pobre peregrino
en busca de luz y de amor:
vengo al Santuario
con el rosario en la mano
para ser por siempre el escabel
de los pies inmaculados de María;
vengo a pedirle luz
y amor a Dios y a las almas!
Vengo a Ella para no perderme,
después de haber atravesado profundidades,
derrumbes y alturas,
precipicios y montañas,
huracanes y abismos,
oscuridad de espíritu
y sombras negras...
Vengo a Ella, y siento sobre mí
una paz que viene de lo alto:
veo su manto desplegado
sobre todas las tempestades,
y una serenidad indeleble
que trasciende las regiones
de la luz humana
y supera todos nuestros esplendores
me cubre y me penetra.
El alma, inundada de la bondad del Señor
y de su gracia,
inflamada del fuego de la caridad,
suspendida en las alturas
y rebosante de amor,
experimenta un alegría
que es gozo espiritual,
y se hace canto y dolor,
sed ansiosa de infinito,
deseo de todo lo verdadero,
de todo lo bueno,
de todo lo bello:
atracción y ardor de Dios
cada vez mayores:
amando en el Uno a todos:
en el Centro a los rayos:
en el Sol de los soles toda luz.
En esta luz embriagadora
me despojo del hombre viejo,
y amo:
este amor me convierte en hombre nuevo
y amando canto, y canto!
Amo inefablemente
y canto al mismo Amor Infinito
y a la Santa Virgen del Divino Amor:
me lanzo hacia alturas inconmensurables
y con un grito repentino de victoria,
de gloria a Dios y a la Virgen Santa,
amo y canto.
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* En Don Orione nella luce di Maria, Ed. Postulazione della Piccola Opera, Roma 1965, pp.
2164 ss. Tomado de un escrito del 31 de agosto de 1931. Don Orione, "pobre peregrino", recurre
con confianza a María.