1) Del discurso del Papa del Papa Francisco, ceremonia de acogida y apertura a la JMJ (21/01/2019)
.. El ángel le preguntó si quería llevar este sueño en sus entrañas, si quería hacerlo vida, hacerlo carne. María tenía la edad de tantas de ustedes, la edad de tantas chicas como ustedes. Y María dijo: «He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). Cerremos los ojos, todos, y pensemos en María; no era tonta, sabía lo que sentía su corazón, sabía lo que era el amor y respondió: “He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra”. En este momentito de silencio que Jesús les dice a cada uno, a vos, a vos, a vos, a vos: “¿Te animás? ¿Querés?”. Pensá en María y contestá: “Quiero servir al Señor, que se haga en mí según tu palabra”. María se animó a decir “sí”. Se animó a darle vida al sueño de Dios. Y ésto es lo que hoy nos pregunta: ¿Querés darle carne con tus manos, con tus pies, con tu mirada, con tu corazón al sueño de Dios? ¿Querés que sea el amor del Padre el que te abra nuevos horizontes y te lleve por caminos jamás imaginados, jamás pensados, soñados o esperados que alegren y hagan cantar y bailar tu corazón?
2) De los escritos de Don Orione[1]
Después que Mons. Bandi ordenó a su seminarista, clérigo de veintiún años, suspender la actividad del Oratorio, en 1893, Luis Orione triste y amargado, fue consolado por la Virgen con este sueño.
“Aquella tarde, pues, me acerqué al frente de mi cuarto, me puse en la ventana a mirar abajo el Oratorio, que no sería más abierto, y a llorar y rezar, porque parecía que todo había terminado. Lloré como llora un chico, con el abandono, la inocencia y la Fe de un niño… Y recé a la Virgen y me puse yo y todo el Oratorio en sus manos… Y así, llorando y rezando y haciendo el sacrificio de todo y ofreciendo todo a la Virgen, sin darme cuenta, me adormecí…
Pero he aquí que el Señor y la Virgen quisieron darme, aquella noche, un consuelo inefable a mi espíritu… Tuve un sueño grande y santo: Vi una gran multitud de niños que estaba bajo la humilde ventana, como en una gran llanura; y un manto celeste se extendía sobre todo el Oratorio, que había sido cerrado, y sobre toda la inmensa llanura y sobre las cabezas de aquella multitud de niños.
… La Virgen se dirigió a mí, mostrándomelos. Y bajó de lo alto un canto; se escuchó, desde toda aquella masa, un dulce canto, el canto del Magnificat, que no había comenzado de toda aquella multitud de niños, sino de aquel árbol que surgía debajo de la ventana, donde yo estaba adormecido.
Y se difundió entre los niños: Cantaban todos, cada uno en su lengua, pero los varios idiomas se fundían en uno solo y admirable coro. La Virgen se unió a aquel canto… Y me desperté”
3) Oración de los Fieles:
Virgen María, Tú, desde la eternidad, fuiste predestinada Madre de Dios.
Ruega por nosotros, María
Fuiste la esperanza y la expectación de los profetas: la criatura hecha capaz de acoger el don de Dios.
Ruega por nosotros, María
Tú eres la imagen de Israel, el fruto más bello de la creación
Ruega por nosotros, María