2do DÍA
EVANGELIO: Magnificat. (Lc 1, 39-49).
La Palabra del Papa
Concluyo proponiendo como ejemplo para vuestra misión y vuestro servicio a los pobres el icono de la Visitación. Al igual que la Virgen María, pónganse en camino, a toda prisa ―no la prisa del mundo, sino la de Dios― y llenas de la alegría que habita en vuestro corazón canten vuestro Magníficat. Canten el amor de Dios por toda la creación. Anuncien a los hombres y mujeres de hoy que Dios es amor y puede llenar de significado el corazón de quien lo busca y se deja encontrar por Él. (Papa Francisco, al CG de las PHMC, 26 mayo 2017).
La Palabra y la Vida de Don Orione
¡María! ¡Santa María! ¿No eres tú «el segundo nombre»? ¿Y hay nombre más suave y más invocado, después del nombre del Señor? ¿Hay alguna criatura humana, hay alguna mujer, hay alguna madre más grande, más santa, más piadosa? Nuestras madres pasan, mueren: María, Madre de nuestras madres, es la gran Madre que no muere. Han pasado veinte siglos y hoy está más viva que cuando cantó el Magnificat y profetizó que todas las generaciones la llamarían bienaventurada. María permanece, vive y permanece, porque Dios quiere que todas las generaciones la escuchen y la tengan por Madre. María es la gran Madre que brilla con gloria y amor en el horizonte del cristianismo, es guía y consuelo para cada uno de nosotros: es Madre poderosa y misericordiosa para todos los que la llaman e invocan. (Carta del 27.6.1937).
Rezamos con Don Orione
Te quiero a Ti, oh Virgen Santa:
Te llamo, Te sigo, Te amo.
Llévame, Virgen Santa
entre las multitudes que llenan las plazas y las calles;
Salve, oh toda blanca, Inmaculada Madre de Dios:
¡Augusta Reina!
Salve, oh gran Señora de la Divina Providencia,
¡Madre de Misericordia!
Tú eres todopoderosa en el corazón de Jesús,
Tu Dios y Tu Hijo,
¡y Tus manos están llenas de gracia! (DOLM p. 1683).