La visión cristológica de Don Orione es servir
al hombre en el hijo del Hombre. Es unirse al Papá y la Iglesia para establecer
el Omnia un Cristo a través de las obras de caridad.
Las continuidades que encuentran en sus contemporáneos fue la adecuación a las reglas y la conformación a la voluntad de Dios y las rupturas en el ocuparse de la necesidades y realidades que estaban viviendo.
Personas significativas que influyeron de alguna manera en su forma de ser y actuar.
Las personas significativas que influyeron de alguna manera en su modo de actuar fueron: sus padres, el Papa ,los pobres, los trabajadores , la Iglesia y sus las necesidades lo inspiran y lo hacen creativo y activo.
Don Orione, percibe y enfrenta problemas cruciales de su tiempo: sociales, políticos, económicos, pedagógicos. Desarrolla ante su realidad, una pastoral emprendedora.
En estas circunstancias fue acompañado en sus sueños, los sacerdotes, las monjas, los laicos comprometidos que llevaron el carisma como un proyecto que se forma en la identidad de cada uno. Trabajando todos en Cristo y por el Cristo crucificado de los que más necesitan.
Nosotros para imitarlo debemos propiciar el encuentro con Cristo crucificado, haciendo de nuestra vida, un holocausto, de consagración y de identificación con Nuestro Señor para poder servirlo en nuestros hermanos necesitados, amando y viviendo la Eucaristía como una escuela de caridad y hacer que de todas nuestras comunidades parta la misericordia. Debemos estar unidos a Cristo y testimoniarlo.
Don Orione, hombre de Iglesia, vivió siempre en una actitud fuertemente
esperanzada. Para él el horizonte nunca estuvo cerrado. No se olvidó de que
todo cuanto pasaba se había de juzgar en relación al Fin. Pero su esperanza fue
siempre activa y nunca lo desvió de la tarea de construir la historia presente,
por el contrario, lo hizo de forma más urgente y rigurosa. Su fue escatológica,
pero a la manera de San Pablo, y no a la manera dee los iluminados de
Tesalónica (cfr. 2Tes.3); no consistió, por tanto en desinteresarse del mundo o
relegar la práctica de la caridad para el fin del mundo18. Se dedicó de lleno al presente, con los pies sobre la tierra, pero con
la mirada puesta en el cielo, en “lo que vendrá”. De allí que la visión
profética será una de las características típicas de Don Orione. El profeta es
el que se presenta como mensajero del Señor y tiene la firme convicción de que
ha recibido una palabra de Dios que debe comunicar necesariamente.
Don
Orione, como todo profeta, es portador de un mensaje de esperanza. Al
interpretar los acontecimientos a la luz de Dios, que se manifiesta por medio
de los “signos de los tiempos”, abarcaba con su mirada al pasado, al presente v
al futuro. Por eso en algunas ocasiones al hablar del presente lo hace con
referencias al fin de los tiempos puesto que comprende con claridad que la meta
final de la historia humana no puede ser otra que la plena manifestación del
designio salvador de Dios.
La base textual de este capítulo serán dos importantes escritos distantes el tiempo pero ambos de hondo contenido profético: Una carta abierta que apareció en una hoja mensual (la “Obra de la Divina Providencia) el 26 de noviembre de 1899. Don Orione dio una gran trascendencia a este escrito, al que corrige y publica nuevamente en 1906 y en otras ocasiones. Lleva por título “Cantate Domino Canticum Novum”[1]
Toda la
carta esta colmada de referencias bíblicas particularmente del libro del
Apocalipsis. (Cfr. estudio del P. G. Bressan fdp, citado en nota).
Estas páginas, si bien fueron escritas en un momento determinado, lo trascienden con un significado perenne, en el estilo de los oráculos proféticos.
Una carta escrita desde Buenos Aires el 3 de julio de 1936 recordando los humildes inicios de su Congregación que daba su primer paso un 3 de julio de 1892 cuando se inauguraba el “Oratorio Festivo” de Tortona20. Pertenece a la última época de Don Orione (plena madurez) el cual ha vivido mucho y muy intensamente. La escribe desde la Argentina, donde se encontraba desde hacía dos años, lugar donde tuvo la oportunidad de vivir una realidad distinta a la de su país lo cual le permitió ensanchar los horizontes de su cosmovisión.
[1] “CANTATE DOMINO CANTICUM NOVUM”, un escrito de Don Orione comentado por el P. G. Bressan, fdp., colección “Messaggi Di Don Orione”, cuaderno N° 3, Tortona-Roma, 1970 20 “Lettere”, Vol. II, págs.. 365-374