El 4 De octubre De 1886, Don Orione Entra Al Oratorio De Valdocco, Donde Conoce A Don Bosco.
A través de aquel santo viviente, Don Orione supo de
otro hombre de Dios a quien Don Bosco había conocido en persona, cuya misión
caritativa en pro del desamparado no tenía precedentes, San José Benito
Cottolengo, fundador de la Casa de la Divina Providencia.
Don Bosco y Don Orione: "amigos para
siempre"
Por P. Facundo Mela fdp
A más de los 200 años del nacimiento del "Santo de
Turín", la Familia Orionita recuerda a quien siempre estuviera en las
oraciones y el pensamiento de nuestro Fundador.
La figura de Don Bosco fue muy significativa para Don
Luis Orione e influyó en él y su obra de una manera decisiva. El afecto hacia
él y su obra sabe de innumerables gestos.
Pero quizás la muestra más emocionante del profundo
respeto y cariño de Don Orione hacia quien llamaba su padre y maestro, sucedió
poco antes de su muerte, más precisamente el 31 de enero de 1940, santoral de
Don Bosco:
“Jesús en el Santo Evangelio dice a sus discípulos: de
ahora en adelante no los llamaré más siervos sino 'amigos'... La amistad tiene
algo suave que casi trasciende la fraternidad de la carne y de la sangre. Un
día, mejor dicho, una tarde, fui a confesarme con Don Bosco; ahora no recuerdo
más, pero me parece poder decir que aquella fue la última vez que me confesó.
Había apenas empezado el tercer año del secundario: yo era el más joven de los
penitentes de Don Bosco...
“Después de
haberme confesado me dijo estas textuales palabras: '¡Nosotros seremos siempre
amigos!' Cuantas veces me encontré en dificultades y en tantas peripecias, y
siempre me sentí animado y confortado por estas palabras que quedaron grabadas
en mi corazón: ¡nosotros seremos siempre amigos!
"Don Bosco vive en miles y miles de casas y
obras: vive en el espíritu y en la obras de sus hijos y en la inmensa
apostolicidad de su congregación. Nuestra congregación es una pequeña plantita
en comparación a un cedro, como es la planta de la obra de Don Bosco (...)
Recuerden, mis queridos sacerdotes, siempre esto: ¡hagan siempre lo posible
para que en nuestra congregación nunca falte el cariño, la fraternidad, la
unión, la amistad de la cual habló Don Bosco!”
“¡La Pequeña
Obra será lo que Dios quiera ¡pero antes de todo, la Pequeña Obra debe sentir
siempre gratitud hacia Don Bosco y hacia sus hijos; y que nuestra actitud y
conducta manifiesten siempre agradecimiento hacia los salesianos por la sagrada
memoria de Don Bosco (...) Y si alguna vez en la vida les ocurriera poder decir
alguna palabra, poder defender a algún salesiano, a algún hijo de Don Bosco, háganlo,
recordando la palabra, la gran palabra que Don Bosco dirigió, con su gran
corazón a un pobre muchacho que él sacó de los campos, de los surcos y por
quien se adelantó tanto en su espíritu paterno, que lo llamó amigo”.