“Fieles a las enseñanzas de Cristo miramos a la realidad de la
familia hoy en toda su complejidad, en sus luces y sombras. Pensamos en
los padres, los abuelos, los hermanos y hermanas, los familiares
próximos y lejanos, y en el vínculo entre dos familias que se crea con
cada matrimonio. El cambio antropológico-cultural hoy influye en todos
los aspectos de la vida y requiere un enfoque analítico y diversificado.
Hay que subrayar ante todo los aspectos positivos: la mayor libertad de
expresión y el reconocimiento más amplio de los derechos de la mujer y
de los niños, al menos en algunas regiones. Pero, por otra parte,
también hay que considerar el creciente peligro que representa un
individualismo exasperado que desvirtúa los vínculos familiares y acaba
por considerar a cada componente de la familia como una isla, haciendo
que prevalezca, en ciertos casos, la idea de un sujeto que se construye
según sus propios deseos asumidos con carácter absoluto. A esto se añade
la crisis de la fe que afecta a tantos católicos y que a menudo está en
el origen de las crisis del matrimonio y de la familia.
Una de las
mayores pobrezas de la cultura actual
es la soledad, fruto de la ausencia de Dios en la vida de las personas y
de la fragilidad de las relaciones. Asimismo, hay una sensación general
de impotencia frente a la realidad socioeconómica que a menudo acaba
por aplastar a las familias. Esto se debe a la creciente pobreza y
precariedad laboral que a veces se vive como una auténtica pesadilla, o a
una fiscalidad demasiado alta que ciertamente no alienta a los jóvenes a
contraer matrimonio.
Con frecuencia las familias se sienten abandonadas
por el desinterés y la poca atención de las instituciones. Las
consecuencias negativas desde el punto de vista de la organización
social son evidentes: de la crisis demográfica a las dificultades
educativas, de la fatiga a la hora de acoger la vida naciente al sentir
la presencia de los ancianos como un peso, hasta el difundirse de un
malestar afectivo que a veces llega a la violencia. El Estado tiene la
responsabilidad de crear las condiciones legislativas y laborales para
garantizar el futuro de los jóvenes y ayudarlos a realizar su proyecto
de formar una familia. La importancia de la vida afectiva . Frente al
cuadro social delineado, en muchas partes del mundo, se observa en los
individuos una mayor necesidad de cuidar la propia persona, de conocerse
interiormente, de vivir mejor en sintonía con las propias
emociones y los propios sentimientos, de buscar relaciones afectivas de
calidad. Esta justa aspiración puede abrir al deseo de comprometerse en
construir relaciones de entrega y reciprocidad creativas, solidarias y
que responsabilicen, como las familiares. El peligro individualista y el
riesgo de vivir en clave egoísta son relevantes.
El desafío para la
Iglesia es ayudar a los esposos a una maduración de la dimensión
emocional y al desarrollo afectivo, promoviendo el diálogo, la virtud y
la confianza en el amor misericordioso de Dios. El pleno compromiso que
se requiere en el matrimonio cristiano puede ser un fuerte antídoto a la
tentación de un individualismo egoísta” (Relación del Sínodo de la
Familia - 18 de octubre de 2014).
La voz de Don Orione:
Amarse en el Señor Se recogen aquí algunos pensamientos de dos cartas
(17 de junio de 1927 y 24 de marzo de 1928) que Don Orione envió a una
pareja de novios, a los que luego él mismo unió en matrimonio.
Confidencias y recuerdos se alternan con recomendaciones espirituales
sobre cómo vivir santamente la vida matrimonial.
Mi querido Barbati: La
gracia y la paz del Señor esté siempre contigo y con la selecta alma que
la mano de Dios te ha preparado para ser una santa compañera de tu
vida. Me levanto de la cama para escribirte; tengo un poco de gripe,
pero ya está pasando, y Deo Gratias!... Ayúdame, querido hermano Guido, a
agradecer al Señor y a agradecerle eternamente. Recibo tu carta
mientras estoy por partir hacia Cuneo, para ver a Don Sterpi, cuyas
noticias, hasta ahora, no son buenas. En cuanto a casarlos, lo haré con
mucho gusto, solo tienen que comunicarme la fecha y dónde... Estoy
contento de que nuestros hijos en el Señor (y digo ‘nuestros’ porque
también tú, querido Guido, debes tenerlos en el Señor como si fuesen
tuyos) hayan hecho un poco de fiesta a la Sra. Josefina. - Te recomiendo
amarse en el Señor... Yo rezo también por ti, mucho más de lo que tú
piensas, y ruego por aquella que Dios te ha dado por esposa, y te
recomiendo amarse en el Señor y compadecerse entre Ustedes porque, por
cuanto sean buenos, todos tenemos nuestros defectos.
Como yo los he
casado, ruego por Ustedes para que siempre vivan en el Señor y más
santamente, comprometiéndose y consolándose mutuamente con gran unión
santa de corazones. Antepongan el santo temor de Dios a las riquezas de
este mundo, y así estarán contentos y tendrán la bendición del Señor.
Rezo mucho por Ustedes, porque habiéndolos unido en el Señor, me parece
que tengo una obligación especial de recordarlos siempre ante el Señor.
Y Ustedes, recen alguna vez por mí.
Sac. Orione de la
Divina Providencia “Este misterio es grande... en Cristo y en la
Iglesia” (Ef. 5,32). (Cartas a los laicos, Escritos 41,86)
El Papa Francisco en el Evangelii Gaudium señala
distintos desafíos , comparto estos
Sí al desafío de una espiritualidad misionera
78. Hoy se puede advertir en muchos agentes
pastorales, incluso en personas consagradas, una preocupación exacerbada por
los espacios personales de autonomía y de distensión, que lleva a vivir las
tareas como un mero apéndice de la vida, como si no fueran parte de la propia
identidad. Al mismo tiempo, la vida espiritual se confunde con algunos momentos
religiosos que brindan cierto alivio pero que no alimentan el encuentro con los
demás, el compromiso en el mundo, la pasión evangelizadora. Así, pueden
advertirse en muchos agentes evangelizadores, aunque oren, una acentuación del
individualismo, una crisis de identidad y una caída del fervor. Son tres males
que se alimentan entre sí.
No a la guerra entre nosotros
98. Dentro del Pueblo de Dios y en las
distintas comunidades, ¡cuántas guerras! En el barrio, en el puesto de trabajo,
¡cuántas guerras por envidias y celos, también entre cristianos! La mundanidad
espiritual lleva a algunos cristianos a estar en guerra con otros cristianos
que se interponen en su búsqueda de poder, prestigio, placer o seguridad
económica. Además, algunos dejan de vivir una pertenencia cordial a la Iglesia
por alimentar un espíritu de «internas». Más que pertenecer a la Iglesia toda,
con su rica diversidad, pertenecen a tal o cual grupo que se siente diferente o
especial.
Como Familia orionita seguimos los pasos del
Fundador Don Orione.
la Familia Orionita, frente a los desafíos de
este tiempo, y convencida que “sólo la Caridad salvará al mundo”, pone su mayor
esfuerzo en hacer de cada una de sus comunidades y obras, auténticos “faros de
civilización” en medio del pueblo; sobre todo, entre los más pobres, en quienes
resplandece la imagen de Dios.
Religiosos y Laicos orionitas, aunque desde
vocaciones distintas, están llamados a dar vida al mismo carisma del Fundador
en las nuevas circunstancias históricas. “¿Son tiempos nuevos? Fuera los
miedos. No dudemos. Lancémonos en las formas nuevas, en los nuevos métodos… No
nos fosilicemos: basta conseguir sembrar, basta poder arar a Jesucristo en la
sociedad y fecundarla de Cristo”, decía Don Orione con suma convicción.
