A Don Orione no le bastaba llevar a la Virgen al pueblo, y por lo tanto utilizaba instrumentos y medios pastorales idóneos; deseaba y requería que la devoción mariana de sus hijos e hijas fuese popular. Así se expresaba: «La Congregación tiene una característica, de la cual les he hablado otras veces; la de rebajarse, servir, dirigirse al pueblo (...) pero también va al pueblo en esto: cuidando, fortificando la piedad, la religión en los más simples del pueblo, de aquellos que no pueden comprender otras formas de piedad, de aquellos que saben apenas leer». Con esto no quería decir que debían asumir una piedad pobre, sino ayudar a los pobres a asumir una verdadera devoción mariana. Además, un signo bien concreto de la devoción mariana de nuestro Padre Fundador, son los numerosos santuarios marianos deseados por él y hechos edificar, y también reestructurar.
Don Orione transmitió otra interpretación
característica de la piedad mariana; el binomio piedad mariana y caridad. «La
piedad y la caridad son como dos buenas hermanas, a las que les agrada vivir
juntas y abrazadas. Donde surge una obra de culto, un Santuario para la Virgen,
allá debe surgir también una obra de caridad. El Santuario de la Virgen de la
Guardia (en Tortona) será una obra de fe, de culto, pero muchos no saben
comprender la obra de culto y entonces será preciso unir la obra de caridad. La
caridad mueve y lleva a la fe y a la esperanza».