Las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad
fueron fundadas por Don Orione el 29 de junio de 1915, y tienen por fin
específico el ejercicio de la caridad hacia el prójimo. Consagran sus vidas
para llevar a Cristo y la Iglesia a los pequeños hijos del pueblo, y a los
pobres más necesitados y abandonados mediante la enseñanza de la doctrina
católica y la práctica de las obras de misericordia
UN POCO DE HISTORIA...
Recuerda un sacerdote de la Obra: "Don Orione vino una mañana al Postulantado
y me dio dos llaves diciéndome
que las pusiera en las manos de la estatua de la Virgen que estaba sobre la
chimenea de la capilla del Postulantado.
Hice cuanto me había dicho. Hacia el mes de junio o julio del mismo año, me
mandó llamar nuevamente
y me dijo
que fuera a
buscar aquellas llaves
que por orden
suya había colgado de las manos
de la Virgen y con grupo de probándonos, provistos de escobas y de alguna pala,
me llegase hasta él.
Reuní los jóvenes
y fuimos donde
él estaba con
los útiles de
limpieza. Apenas nos presentamos, Don Orione tomó el sombrero
y nos dijo que lo siguiéramos. Llegados a San Bernardino, me ordenó que abriera
con las llaves que había retirado de las manos de la Virgen, la puerta de la
sede de los socialistas, en la misma casa que en el año 1893 -1894, había sido
sede del primer Instituto de la Pequeña
Obra. En las
paredes había inscripciones
y carteles rotos
con "Viva Carlos
Marx", "Viva el socialismo"... Comenzando por el piso superior hemos hecho
limpieza como nos fue posible. Don Orione daba órdenes y caminaba por las
piezas. Hemos arrancado los carteles y rasqueteado las paredes de la mejor manera,
para sacar esas
feas figuras. Cuando
terminamos, entregué las
llaves a Don
Orione y regresamos a casa".
Don Orione siente que ha sonado la hora de
Dios, agradece a la Divina Providencia y da comienzo a la Congregación de las "Pequeñas Hermanas Misioneras de la
Caridad.
Recuerda
Josefina Valdettaro: "Llegué a Tortona la noche del 28 de junio de
1915. Me dirigí al Paterno, donde
Don Sterpi me
hizo servir un
poco de cena,
en el locutorio.
Luego me dijo
que me haría acompañar hasta
San Bernardino, mientras
él se adelantó para
encontrarse allí y
recibirme. Cuando llegué encontré
dos chicos y un clérigo barriendo. La casa estaba recién pintada y
completamente vacía.
Faltaban
puertas y ventanas.
Estaban colocando el
altar y la
estatua del Sagrado
Corazón que se encuentra actualmente; había además, una
estatua de la Inmaculada sobre la ventana y una imagen de San José
fijada al muro
con un alfiler.
Don Sterpi me
hizo visitar la
casa. En el
primer piso había
un dormitorio con la cama, una silla y mesita de luz, porta palangana y
palangana, preparadas para mí; se había hecho prestar todo del Instituto San
José de las Hermanas Salesianas. En la pieza contigua había algunos platos y fuentes. En casa se
encontraban ya, Catalina Volpini y su hermano Miguel..."
Al día siguiente, 29 de junio, fiesta de San
Pedro, Don Sterpi fue a bendecir la casa y celebró la Santa Misa, aplicándola
por las benditas almas más abandonadas y más devotas del Sagrado Corazón y de
la Virgen. Luego dirigió palabras de aliento a las presentes: Marquesa Josefina
Valdettaro, Catalina Volpini y su hermano
Miguel Volpini, al
finalizar bendijo la
casa con unas
ramitas verdes, porque
no había asperges. Regresando
al Paterno mandó
un muchacho con
un poco de
provisiones. Por la
tarde, Don Sterpi volvió
nuevamente, para la Bendición Eucarística y para combinar la partida hacia
Ameno. Desde aquel día se comenzó a recitar los quince misterios del Rosario y
las Letanías de los Santos.
Así,
simplemente, en la
oración y en
la pobreza, nacía
la Congregación de
las Pequeñas
Hermanas
Misioneras de la
Caridad, fundadas por
Don Orione
Comenzaba,
y esto parece providencial para un Instituto que
debía ser todo papalino, el 29 de junio, festividad de San Pedro, fiesta del
Papa.
Por ello, el día 29 de junio de 1917, fiesta de los santos Pedro y Pablo, y segundo aniversario de nuestra fundación, consagra a nuestro Instituto y a las Hermanas, al Sagrado Corazón de Jesús.
Veo tan bello y santo que ustedes, buenas Hijas, junto con vuestro naciente Instituto, se consagren al Corazón de Jesús. Más se espera y más difícil será hacerlo; ya no estarán todas aquí reunidas, y aquéllas que el señor llamase a otro lugar, saliendo de aquí estarán defendidas por el Sagrado Corazón porque ya se habrán consagrado a Él. (…)”.El 29 de junio de 1917, gran día de la consagración, Don Orione subrayaba y desarrollaba aún más los conceptos arriba citados.
“Henos aquí en la hermosa fiesta de San Pedro, el apóstol de la fe ardiente, del amor de Dios. (…) Hoy es día de gran fiesta para nuestras casas, pero ustedes, además de la fiesta de San Pedro y de la Inmaculada, deben festejar especialmente ésta del Sagrado Corazón de Jesús, pues ella recordará el acto solemne de consagración, que hoy hacemos.
Que esta consagración no se cumpla solamente por ustedes que están presentes, sino que se extienda también a las ausentes, a las que ya regresaron a su pueblo, a las que estuvieron entre ustedes y han muerto, y a todas las que vendrán. A este acto asociamos todas las almas que espiritualmente pertenecen, pertenecieron y pertenecerán a vuestro pequeño Instituto.
Consagren todo al Sagrado Corazón de Jesús: mente, corazón, alma, toda vuestra vida, cuanto tienen de más querido, y también vuestros gustos, dolores y pecados
Conságrenle esta pequeña casa y cuanto le pertenece y por fin vuestros "stracci", todo, todo, todo a Jesús… No se asusten... Todo es nada... Lo único que vale es estar unidos al Señor, ser suyas, todas suyas... Solamente una cosa debemos temer: separarnos de Él...”