
Por Facundo Mela
Don
Orione visitó por primera vez la Argentina entre 1921 y 1922, oportunidad en la
que funda la comunidad orionita de Victoria (Buenos Aires).
En 1934 regresa a la Argentina y durante tres
años desarrolla una incansable tarea apostólica, pastoral y social. En 1935
funda el Pequeño Cottolengo Argentino en Claypole y la sociedad ya reconoce en
él al "Apóstol de la caridad".
La admiración y el afecto que su figura
despierta se ve correspondida por el profundo amor que Don Orione siente hacia
nuestro país y su gente: "Ama Señor a la Argentina, porque la Argentina
ama a tus pobres".
El amor recíproco entre Don Orione y el pueblo
argentino se traduce en innumerables gestos de bondad y solidaridad que el
mismo Don Orione y los suyos convierten en obras para los niños, los jóvenes y
los más débiles de nuestra patria.
El mensaje de Don Orione es una invitación a
mirar la realidad para transformarla con la caridad. Una caridad que se realiza
no como paliativo asistencial, sino como promoción de justicia, de dignidad
humana y de salvación integral del hombre y de la sociedad.
En noviembre de 2021 se cumplieron 100 años de la llegada de Don Luis Orione por primera vez a nuestro país, su
tan querida Argentina a la que llamó insistentemente “mi segunda patria”. Un
viaje que para nuestro querido Padre Fundador fue el comienzo de una larga tarea
de misión que lo alejó durante largos períodos de su Italia natal.
Esta experiencia viajera, apostólica, misionera de Don
Orione tiene un costado al que no siempre le hemos prestado mucha atención: el
impacto que genera en una persona el encuentro con una realidad distante a la
conocida cotidianamente. Mucho más distante aún en aquella época, donde los
medios de transporte y las comunicaciones apenas tendían puentes entre
sociedades y personas que poco se conocían entre sí.
Para quien vive en su propia cultura, hay realidades y
elementos que son cotidianos y obvios, pero que resultan completamente nuevos
para un extranjero, para quien la experiencia resulta un encuentro… o un
desencuentro.
Todo esto nos permite pensar en Don Orione y preguntarnos
como vivió el encuentro con otras culturas y realidades durante sus dos
estadías en Sudamérica, donde visitó Brasil, Uruguay, Argentina y Chile.
En el caso específico de nuestro país, el fundador de
Pequeña Obra de la Divina Providencia permaneció unos pocos meses en su primer
viaje, y luego casi tres años durante su segunda estadía. En suma, un tiempo
más que importante inmerso en una cultura ajena a la suya.
Por ello, buscando en sus escritos las veces en las que
habla acerca de los nuevos elementos y realidades que encontró en Argentina,
podemos descubrir las impresiones y vivencias que su mirada de pastor captó
sobre su “segunda patria”.
Una nueva realidad eclesial
Al llegar a nuestro país, Don Orione encontró una Iglesia
con problemas muy distintos a los de Italia: falta de clero, grandes
extensiones geográficas y ciudades enteras sin sacerdote, como lo testimonia en
algunos escritos.
En una carta escrita a Mons. Pablo Albera (rector Mayor de
los Salesianos), el Fundador le habla sobre este contraste: la falta de
sacerdotes en algunos lugares de la Argentina y la gran cantidad de sacerdotes
que había en Italia. Una realidad que lo cuestiona al punto de querer terminar
sus días trabajando en nuestro país. Por eso le pide un consejo de amigo: “A
veces pienso: ¿estará bien que prolongue esto, y que termine mis días entre
estos pobres, o predicando el Evangelio en la Pampa donde hay tanta necesidad?
Ahora ya hablo este idioma, podría aún hacer un poco de bien, donde nadie va,
donde nadie o muy pocos van a llevar a Jesús y a administrar los sacramentos.
En Italia los sacerdotes se chocan. Don Sterpi trabaja muy bien: bien pueden
seguir adelante, mejor si yo me quedo en el Chaco, ¡hay tanta necesidad! Como
ves, te escribo en confidencia: reza un poco más, y luego dame aquel consejo
que me darías cerca de la muerte”.
También le llamó la atención que las casas de formación de
los religiosos en Argentina se llamaran “Colegio Apostólico” y no seminario. En
un acta fechada el 26 de agosto de 1937, se explica la razón: “Allá los Obispos
prohibieron llamar Seminario a las casas de formación de los religiosos. Lo
llaman colegio apostólico”.
Junto con la realidad eclesial argentina, Don Orione
compartirá también algunas cosas que entonces distinguían a la Congregación en
Argentina, Brasil y Uruguay: el trabajo con los pobres y el cabello corto. “En
Argentina, en Uruguay y en Brasil nos quieren porque dicen que nosotros
trabajamos para los pobres. Ciertas congregaciones se contentan con los hijos
de las principales familias. Nos autem non sic… Nosotros no debemos jamás estar
junto a los ricos sino sólo para que ayuden a los pobres”.
Y sobre el corte de pelo. “Cabellera. En América pasó a ser
como el distintivo de los Hijos de la Divina Providencia ver un sacerdote con
el cabello corto, enseguida dicen: esos son de la Providencia, esos son de Don
Orione. Y no fue poca cosa en Argentina cortar el cabello”.
La nueva lengua: el castellano
A su llegada a la Argentina, Don Luis Orione se encontrará
con una nueva lengua, la cual buscará de aprender, llegando a tener -con el
correr de los años- un cierto dominio de la misma, como él mismo atestigua en
algunos de sus escritos: “Ahora empiezo a hacer algo porque ya hablo en
español”. Y también: “Ahora ya hablo y predico en español”.
Pero, al mismo tiempo, experimentará la vergüenza de no
saber hablar bien el nuevo idioma: “Traté de hacer mis cumplidos con frases
españolas pero, éstas, muchas veces no me salían y entonces me la pasé haciendo
unas reverencias ¡Qué feo no saber hablar! Si hubiera venido acá hablando el
español ¡cuánto más bien habría podido hacer!”.
Otro problema que encontrará será la pronunciación: “Ayer a
la tarde, fiesta de Don Bosco, le hable a los argentinos por radio, y en lengua
española, pero la jota no logro pronunciarla bien, es necesario haber nacido
aquí.”
Acerca de este párrafo, dirá el P. Enzo Giustozzi, gran
investigador de los escritos de nuestro Padre Fundador: “Se refiere a la
consonante aspirada ‘jota’, difícil de pronunciar para casi todos los
italianos”, pues es un sonido ajeno a dicha lengua.
Pero, Don Orione no solo intentará hablar en castellano,
incluso en varias cartas, tanto escritas a puño y letra, como en telegramas o
circulares, escribirá su nombre es castellano, firmando algunas veces como
“Luis Orione”, como por ejemplo, en una carta al Presidente de la Nación, Gral.
Agustín P. Justo.
En otras ocasiones firmará “Sac. Luis Orione della Divina
Provvidenza”, o “Juan Luis Orione. Pequeña Obra de la Divina Providencia”.
Junto con esto, también experimentará la confusión de
palabras italianas y castellanas, como también otros problemas lingüísticos.
Así, refiriéndose al Hno. Jorge Valle escribirá su nombre de diversos modos:
“Jorge” (Carta al P. Zanocchi. Desde el “Neptunia”, 20 de agosto de 1937);
“George” (Carta al P. Zanocchi. Tortona, 27 de agosto de 1937); “Giorgio” (como
se escribe en italiano. Carta al P. Don Montagna. Buenos Aires, 1° de marzo de
1936); y “Gorge” (carta al P. Zanocchi. Tortona, 10 de septiembre de 1937).
El clima, las épocas del año y algunas costumbres
Otro elemento que resultó nuevo para Don Orione fue la
diferencia de las estaciones. En el borrador de un saludo navideño destinado a
Italia, dirá que “hace calor” en Argentina y se lamentará que la Navidad se
celebre de un modo distinto que en Italia. “Aquí hace calor: la Navidad no se
festeja, ni se siente como la sentimos nosotros, en nuestra Italia”.
Hablando de un retiro que se realizará en Argentina, en un
acta del 26 de agosto de 1937, señala que el mismo será durante el invierno:
“Allá es invierno y este año hacen los Ejercicios Espirituales en la casa de
formación, en el Colegio Apostólico”.
En una carta a Don Sterpi, solicitando el envió de algunos
clérigos para dar clase, le explicará que el ciclo lectivo comienza en marzo:
“Volviendo a los clérigos (…) Si tuviera cuatro o cinco clérigos aquí, que
hubiesen hecho la filosofía, en cuatro o cinco meses aprenden la lengua, y
podrían dar clase sin necesidad de ningún título (…) Aquí el ciclo lectivo comienza
en marzo, ellos podrían venir al terminar el ciclo lectivo en Italia y estarían
aún a tiempo”.
La referencia al clima aparecerá en otras oportunidades:
“Las escuelas en Argentina comienzan en marzo: ahora el verano es muy caloroso
aquí”.
En varías cartas también resaltará que el mes de María en
Argentina se celebra en noviembre: “Aquí el mes de la Virgen es del 8 de
Noviembre al 8 de Diciembre, en Brasil como en Argentina, éste es el mes de las
flores, el mes de María, ahora, en enero, o mejor dicho, en febrero, tendremos
la uva madura”. Es necesario recordar que en Europa el mes de María se celebra
en mayo.
Hablando de las vacaciones y los peligros que estas
presentan para los clérigos, Don Orione hablará de los yacarés (escribiendo en
italiano: sciaccaré ) que abundan en Itatí: “Fuera del instituto se debe andar
con temor y caminar como los perros que se lamen y corren cuando tienen sed, y
están cerca del Nilo para no dejarse atrapar por los yacarés (sciaccaré ),
especie de cocodrilos que abundan cerca de Itatí”.
Las cosas propias de la nueva tierra
Al encontrarse en un nuevo territorio, con otra división
política y grandes distancias, Don Orione explicará esta nueva realidad a los
destinatarios de sus cartas.
Al P. Mario Ghiglione, quien se encontraba en Brasil, el
Fundador le comentará que las provincias argentinas serían como los estados del
Brasil: “Entre Ríos es una Provincia, que sería como un estado en Brasil”. En
otra carta a Don Sterpi, también explicará qué son las provincias argentinas:
“El P. Bonetti y el director del ‘Don Bosco’ de aquí, me llevaron a ver al
Gobernador. Las provincias argentinas son como pequeños Estados, cada una tiene
su cámara de diputados y senadores y un Gobernador.”
En una carta al obispo de Tortona, el Fundador explicará
cuán grande es la provincia de Buenos Aires, comparando su extensión con la de
Italia, aunque en este escrito confunde la ciudad de La Plata, sede de la
Gobernación, con la provincia: “Ayer fui recibido por el Gobernador de la
Plata, una provincia que es más grande que Italia”.
También mencionará y experimentará las largas distancias de
los viajes en nuestro país. “Estoy en Mendoza luego de veinticuatro horas de
tren, a unos 1100 kilómetros de Buenos Aires, hoy no celebré, pero, gracias a
Dios, pude comulgar”.
En otra carta, pero enviada a Don Sterpi dirá: “Sábado 25 de
Enero, se tomará posesión del Santuario y Parroquia de Itatí (…) y viajarán el
jueves a la mañana, o sea mañana, tendrán 36 horas de tren y luego siete u ocho
horas navegando sobre el río Paraná, van hasta los confines de la Argentina”.
En varias misivas a sus religiosos y amigos que se
encontraban en Italia, Don Orione les dirá cual es el cambio para que puedan
comprender el valor de los gastos, donaciones u otros: “Acá tenemos seis o
siete maestros laicos, a quienes les damos, a cada uno, unos 130 pesos al mes,
un peso ahora es 3 liras italianas, en promedio”. En otra carta dirá: “Todos
los pabellones del Pequeño Cottolengo Argentino están llenos, y el Gobierno, en
reconocimiento al servicio social de la institución, decidió dar 50.000 pesos,
más de 250 mil liras”.
Durante su segunda estadía en Argentina, Don Orione sentirá
el peso de los años y comenzará a experimentar algunos problemas de salud, entre
ellos, la diabetes. Esto lo llevará a comenzar una dieta y los cuidados que
dicha enfermedad conlleva. “Estuve más de un mes muy débil, pensaba que fuese
cansancio por el trabajo hecho: no podía escribir ni trabajar un poco más de la
cuenta. Además, tenía tanta sed, que dudé que fuese otra cosa, y al analizar la
orina, encontraron la diabetes. (…) ¿Quién no tiene diabetes? Así que me
pusieron a régimen.”
Junto con esto, el Fundador también dará cuenta que la dieta
argentina es distinta a la italiana: “Engordé y estoy bien, acá te hacen comer
mucha carne, que si en Italia se comiera solo la mitad, reventaría (discúlpame
por la palabra)”. E incluso, hará dos menciones al mate, posiblemente el mate
cocido. La primera se encuentra en una lista de ideas “Apuntes de R.P. Don
Orione (…) A las 16 hay leche o mate – la cena como el almuerzo”; y la otra en
una dieta para diabéticos: “100 gramos de vino por comida – mate té o café”.
Su amor por Argentina
Luego de haber recorrido algunos escritos de nuestro Padre
Fundador y otras fuentes, se puede apreciar como vivió su encuentro con la
cultura y realidad argentina, y también su visión de aquellas cosas nuevas que
iba conociendo y experimentando.
Nos encontramos con un Don Orione extranjero que no logra
entender algunas cosas, que tiene problemas de pronunciación, que explica la
novedad que va viviendo. Pero, también con un Don Orione que logra captar algo
del genio argentino, llegando a tener un gran amor por esta tierra.
No siempre sucede que el extranjero o el visitante consiguen
entablar un buen vínculo con su nuevo destino, las personas y los usos y
costumbres del lugar. Claramente no fue el caso de Don Luis Orione, quien amará
profundamente a la Argentina, su “segunda patria”, como el mismo solía decir.
Este amor lo llevará
-incluso- a decir que quiere morir en Argentina y que sus cenizas
descansen en el Cottolengo de Claypole. “Pues bien, a todos quiero decirles y
confirmarles que en la Argentina he hallado para siempre mi segunda patria, y
que, Dios mediante, volveré a ella vivo o muerto, pues quiero que mis cenizas
descansen en el Pequeño Cottolengo Argentino de Claypole,…”.
Hablando de algunos problemas de salud dirá en una de sus
cartas: “Esta fue una advertencia una gracia de Dios. Ahora me ocuparé de poner
en orden algunos asuntos, si el Señor me da tiempo. No se necesita mucho y así
que tengo la intención –Deo adiuvante– de ir a Argentina: desearía tanto morir
en Argentina”.
Ese afecto profundo por nuestro país y su gente también se
expresará en su deseo que el primer camión del Cottolengo lleve los colores de
la bandera nacional. “Ayer su Excelencia Rvma., el Nuncio se dignó a bendecir
el nuevo y primer camión del Pequeño Cottolengo Argentino, que lleva los
colores blanco y azul de la purísima de Luján y de la bandera nacional
argentina…”. Y enviará una bandera argentina para que sea colocada al lado de
la imagen de la Virgen, junto a la bandera italiana, en el Santuario de la
Guardia en Tortona. “La cortesía del buen matrimonio Corna (…), me ofreció el
modo de enviar al santuario de la Virgen de la Guardia en Tortona una bandera
argentina que deseo sea bendecida e izada a lado de la estatua de la Ssma.
Virgen, junto a la bandera italiana”.
En suma, la experiencia de Don Luis Orione nos muestra la
experiencia del misionero que se abre a otras culturas y dialoga con ellas, y
que como hombre de Dios se deja conducir por la Providencia hacia nuevos
horizontes, a los que el Apóstol de la Caridad aprendió a amar
incondicionalmente Por Facundo Mela..
ORACIÓN DE DON ORIONE POR LA ARGENTINA.
¡Oh Jesús, que tanto has amado a tu patria
y consagraste el amor de patria
derramando lágrimas de sangre sobre Jerusalén,
mira con siempre mayor benignidad, oh Señor,
a ésta, mi segunda Patria, a este gran pueblo argentino,
que me hospeda; donde el soplo
de la más generosa y cristiana caridad
ha dado vida al "COTTOLENGO ARGENTINO",
que recibe a los pobres más infelices y desamparados
de toda nacionalidad y toda creencia!
cuánta inteligente bondad he hallado!
¡Cuánta virtud y cuánto bien he aprendido
de este clero y de este pueblo!
En todos, y entre los ricos, y entre los pobres obreros,
he hallado corazones de príncipes.
Ama, oh Señor, a la Argentina,
porque la Argentina ama a tus pobres.
La fe y la nobleza de corazón de esta nación
son tan grandes, que bien merece
todas las bendiciones del cielo.
Brillen luego para ella días siempre más bellos
de esperanza en la luz de Cristo, luz de la ciencia,
de la libertad y del trabajo,
días llenos de prosperidad y de gloria".
Don Orione de la Divina Providencia. Buenos Aires,