
“Lo mirarán a él, nos mirarán a nosotros”
Antes que el Papa lo declarara “Santo”, ya teníamos la
certeza que lo era. Su vida y su obra fueron el testimonio indeleble de un
evangelio encarnado entre los pobres de Jesús y de la Iglesia.
Pero ante aquel acontecimiento de la canonización
-inolvidable fiesta y celebración- nos cuestionaba aquello que, sabiamente el
entonces Director General de Don Orione P. Roberto Simionato, había escrito a
toda la familia orionita: “Lo mirarán a él, nos mirarán a nosotros”.
En aquel mensaje planteaba la necesidad de confrontar
nuestra vida con el espíritu del Fundador, porque cuando se apagaran las luces
de la fiesta y se quitara de lado el cuadro conmemorativo, la mirada se
dirigiría a nosotros, los que integramos la familia o cuantos nos sentimos cercanos
a Don Orione.
Decía Roberto Simionato en aquella circular del año
2003, “Cada uno de nosotros puede representar mejor algunos lineamientos del
rostro del Fundador, pero sin negar el ADN irrenunciable que comprende todas
las instancias que hicieron vibrar su corazón. En algunos de nosotros estará
más vivo el hombre contemplativo o su capacidad de acompañar a las personas en
dificultad, en otros su espíritu de iniciativa o la sensibilidad social, y en
otros su amor por el Papa y la Iglesia…” y agregaba: “Si nuestra vida
desmintiera al Fundador, ¿Qué sentido puede tener la realización de una hermosa
celebración en la Plaza San Pedro? La canonización nos recuerda que la gente
tiene el derecho de encontrar la fisonomía del santo en todos los que lo siguen
como Padre y Modelo”.
El espíritu del Fundador vuelve a mover nuestros
corazones, para hacer memoria de aquel acontecimiento tan significativo como
fue su canonización y, a la vez, comprometernos en dar respuestas auténticamente
evangélicas, porque el mundo las necesita, y porque sin dudas, habrá muchos que
“lo mirarán a él y nos mirarán a nosotros”.