“¡El futuro es de Cristo!” Hay muchas cartas de Don Orione en las que se destaca esta frase. Por otro lado, él mismo quiso que nos llamáramos “Hijos de la Divina Providencia”. Esta sensibilidad de Don Orione es así de clara y fuerte, y nosotros sus hijos, frente a cualquier dificultad, incluso enorme, podemos consolarnos repitiendo sus palabras: “Si por lo tanto es cierta nuestra victoria, no nos abandonemos a la angustia ni al desánimo, cuando vemos que no todo va como debe andar. Ningún desánimo o tristeza debería entrar en los hijos de la Divina Providencia: luchamos bajo tal maestro, tal líder, que sería inconveniente, por no
decir pusilanimidad, perder el coraje. Somos soldados de Cristo: ¡debemos tener una ilimitada confianza en Él! Somos los hijos de la Divina Providencia: debemos tener plena fe y confidencia en Dios que es nuestro Padre. Pongamos en Él toda pena y debilidad: para las almas que confían en Él todo termina bien. Y donde nosotros no llegamos: donde nosotros no podemos más, comienza Él, ¡el Señor! Nosotros estamos en las manos de la Providencia. Sigue adelante con amor no sólo por las almas, sino por ti mismo”.