Para
algunos era una zona de ranchos con techos de chapa y zinc que empañaba
la vista desde el golf club de Playa Grande. Para otros era un -far
west-,un barrio desolado donde no existían las mínimas condiciones para
la vida como el agua corriente, las cloacas o la electricidad, a lo que
se sumaba el reinado de la violencia y el incumplimiento de la ley. Otra
visión que se tenía de la zona era la de un foco de anarquistas,
comunistas y socialistas que buscaban organizarse a nivel obrero y
oponerse a la instalación de instituciones religiosas o benéficas.
El
Censo de la Prefectura Naval Argentina en los años 20 sobre un total de
690 personas ocupadas en la captura, nos dice que un 15 % era de origen
argentino.
-¿Qué
significa ese montón de latas que brillan en un bajo y que deslumbran a
los que juegan al Golf? Es un pueblo de más de tres mil almas. Es un
barrio de Mar del Plata. Son obreros que trabajan en la piedra de la
cantera o en las aguas del mar, con el ahínco de los que buscan oro o
tienen muchos hijos.
(Palabras de Juan José de Souza Reilly, corresponsal de la Revista Caras y Caretas.)
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Don Orione - Foto extraida del sitio sagradafamilia.webs.com |
La
población del puerto vive en condiciones deplorables. Las calles
intransitables, la iluminación escasa, la carencia de toda obra que
signifique la conquista urbana acusan la inercia gubernativa, la
población permanente del barrio, dedicada al comercio pesquero cuenta
con 2.000 habitantes que carecen totalmente de servicios sanitarios, y
la clase de viviendas, en su mayoría de madera, no permite la
instalación de una red completa de cañerías para el servicio de agua y
cloacas-.(La Prensa, 25/2/1935).
"Los
grandes, en general, son muy desconfiados e indiferentes por el
ambiente obrero y de miseria en el que viven. En toda la Argentina, me
dijo el ingeniero director de las obras del Puerto (un ferviente
católico), existe una única sección oficial del partido Comunista
reconocida por el soviet de Rusia y está justo aquí en el Puerto de Mar
del Plata. Por lo tanto se puede entender el ambiente completamente
corrupto que existe".
(Carta del Padre Dutto a Don Orione,MdP,25/5-1926).
El
Censo de Pescadores que viven en el Puerto, elaborado por el
Departamento de Obras Públicas de la Municipalidad de General
Pueyrredón. En 1937, constata que vivían en la zona 2.553 personas, de
las cuales cerca del 10 % eran pescadores, aunque si los sumamos a las
esposas e hijos encontramos que la población relacionada con la pesca la
componía el 32 % del total (820 personas).Entre los hombres encontramos
una importante mayoría de italianos (88%),seguidos por los españoles
(8%)y sólo 9 argentinos. De ellos, más del 75% eran casados, siguiendo
en menor porcentaje los solteros y los viudos.
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Padre Dutto (al centro) junto al papa Pablo VI y el Padre Zanatta |
La
imagen de desolación y abandono del área marcada por los periódicos de
aquellos años unida a la existencia de focos anarquistas y socialistas y
la importante cantidad de inmigrantes unida al problema de
escolarización de sus hijos, eran los elementos que preocupaban a dos
instituciones, una benéfica y la otra religiosa y que llevaron a la
instalación de las mismas en la zona.
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Don Orione parla alla Radio argentina 25-4-1935 |
Así, el padre Dutto, pionero en la zona, describía sus primeras impresiones sobre la realidad encontrada:
“Es
gente pobrísima llena de odio de clase, especialmente contra los ricos
que delante de sus ojos ganan millones mientras ellos no tienen ni pan
ni casa. En casillas de zinc viven numerosas familias en promiscuidad y
con un estilo de vida deplorable. Gracias a Dios, Don Montagna pudo
realizar un poco de bien; yo trataré de hacer lo imposible por imitarlo.
Con los adultos se puede hacer poco en cambio con los chicos se podrán
obtener buenas cosas”.
Las
Damas Vicentinas y en su preocupación por cambiar, por una lado, la
imagen de abandono y desolación que caracterizaba a la zona y por otro,
controlar los elementos anarquistas y socialistas que existían y que
podían acrecentar cualquier conflicto de tipo social. Este grupo de
mujeres pertenecientes a la elite porteña que veraneaban en la ciudad
instalaron en el año 1919 una sede en el Puerto. Si bien Elisa Alvear de
Bosch fue presidente de la comisión a nivel nacional entre los años
1934 a 1937, gravitó de manera decisiva en el grupo dedicado a la ciudad
de Mar del Plata.
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Fachada de la Iglesia La Sagrada Familia |
La
Comisión de Damas Vicentinas influyó en una importante cantidad de
cambios que se fueron dando en la zona no solo en el espacio urbano sino
también a nivel de conductas sociales de los pobladores. Para ello,
gestionaron el arribo de los sacerdotes orionitas que colaborarían en la
tarea misionera. La primera iniciativa de las Damas Vicentinas fue la
construcción de la parroquia La SAGRADA FAMILIA y del colegio homónimo.
Debido a ello, promovieron la llegada de los sacerdotes orionitas a
inicios de los años 20.En pocos años, la Iglesia y el colegio estuvieron
terminados.
El
propio Padre Dutto alma mater de los orionitas en el Puerto, confirmaba
a través de una carta dirigida a Don Orione, la rapidez de las obras:
“Vino
la señora Elisa Alvear de Bosch desde París con unos planos grandiosos
del nuevo santuario del Salvador y del colegio. Dice que se concluirá
rápidamente todo lo que está en construcción y que se necesitan más de 2
millones de pesos”.
El
accionar de las vicentinas combinaría las formas de beneficencia
tradicional (reparto de alimentos y guardapolvos para los niños) con el
apoyo a este grupo de damas formaba parte de las Conferencias de Señoras
de San Vicente de Paúl que se había constituido en 1889 con el apoyo
del arzobispo de Buenos Aires, monseñor Aneiros. Formaban parte de ella:
Elisa Alvear de Bosch, Elisa Bonorino Udaondo de Sojo, Estanislada
Anchorena de Paz, Rosa Sáenz Peña de Saavedra Lamas, etc.
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“Foto
obtenida por mi padre, Francisco Ungaro en la Fiesta de los Pescadores
en el Puerto de Mar del Plata el 12 de Febrero de 1939″. José Francisco
Ungaro. |
En
su mayoría, las integrantes de la comisión formaban parte de otras
sociedades de beneficencia. En este caso las mismas damas estuvieron en
la conformación del Asilo Unzué que fue la primera iniciativa de este
grupo de beneficencia en la ciudad. Otra de las iniciativas llevadas a
cabo por esta Comisión de Damas fue la propuesta de una Delegación
Municipal en el barrio. Evidentemente, sus contactos e influencia a
nivel político, llevaron a la creación de una Delegación Municipal en el
año 1936.
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Nave central de la Iglesia |
De
esta forma, el llamado -Far West- marplatense logró transformarse, poco
a poco, en una zona de crecimiento y de empuje. Este grupo de mujeres
de la élite porteña se unió a sectores altos de la sociedad marplatense
de ese momento como también a los políticos dirigentes que gobernaban a
nivel nacional y provincial, tales como José Luis Cantilo o Manuel
Fresco.
Tal
es así que, su acción asistencialista se vio favorecida monetariamente
con las colaboraciones personales de estos personajes políticos o con
subsidios oficiales que procedían de la Cámara de Diputados de la Nación
y del gobierno provincial. Así, junto a las obras edilicias realizadas
como la escuela y la parroquia La Sagrada Familia y la escuela
Profesional de Niñas, se suman el impulso dado a la distribución de
alimentos, útiles y ropa a los hijos de las familias de los pescadores.
Relata el Padre Dutto este tipo de colaboración:
“El
día de San José nos vino a visitar la señora de Ocampo, vicepresidente
para Mar del Plata, y se quedó contenta. Nos trajo unas cien corbatas
para el invierno y nos mandará los guardapolvos ..el día de Pascua
dimos, a todos los niños que tomaron la comunión, chocolates y leche con
galletitas. También distribuimos caramelos y fue un mundo de niños. Las
niñas eran 115 y los niños muchos más. El domingo se distribuyeron los
premios por la presencia al catecismo y a la misa. Teníamos casi 250
entre medias,corbatas de lana, camisas y vestidos”.
Pero
este accionar en esta tierra de misión, no pudo realizarse sin la
colaboración de los sacerdotes orionitas. Así, en la Memoria de las
Obras Vicentinas en Mar del Plata, se recalca el papel desarrollado por
los mismos: -gran parte de este éxito se debe sin duda a la acción
eficiente, tan modesta como inteligente y perseverante, de los
sacerdotes del Padre Orione, que la atienden.
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Cúpula de la iglesia Sagrada Familia |
Recibidos
con evidente recelo por los pobladores del puerto, han logrado con su
bondad, desarmar toda resistencia y puede asegurarse que hoy son los
mayores amigos de los rudos trabajadores del mar. El panorama que
ofrecen las cartas del Padre Dutto sobre sus primeros años en el Puerto
no era muy halagador. Así lo describía en una de sus primeras
comunicaciones a la Obra religiosa:
“Este
barrio está lleno de casillas de madera y de zinc. Todos son pobrísimos
y miserables. Además, más de una vez viene al colegio algún chico sin
camisa… están abandonados y son ignorantes en un modo absoluto en lo que
respecta a la religión. Sus padres son incrédulos e inmorales,
verdaderamente pequeños salvajes.”
A
la imagen de desolación y abandono gubernamental se sumaba la falta de
medios de las familias residentes y la poca instrucción de los
habitantes de la zona. Será a partir de esta primera radiografía que el
Padre Dutto iniciará una serie de actividades en forma individual o
conjunta tendientes a cambiar la situación de la barriada portuense. Una
de las primeras acciones protagonizadas por los Orionitas fue la
construcción de la parroquia y del Colegio.
Allí
fue decisiva la colaboración económica de las Damas Vicentinas que
permitió el levantamiento de las obras edilicias pero que, sin el
accionar de los sacerdotes, hubiera quedado estrictamente en el plano
material. En relación a la actividad escolar, Dutto demostraba que el
colegio crecía rápidamente año a año y que incluso opacaba numéricamente
a la escuela pública situada en el barrio:
“En
el Puerto hay también una escuela pública hasta el cuarto grado, pero
en pocos días nuestras pequeñas aulas se completaron y debimos rechazar
algunos pedidos de ingreso. Los alumnos son 54 en dos grados y no
podemos aceptar otros para este año. Para el próximo año, esperamos
abrir otros grados, si llegan otros misioneros desde Italia”.
Evidentemente,
la realización de la parroquia y el colegio fueron fundamentales ya que
constituyeron uno de los ejes dinamizadores de la sociedad portuaria,
tanto por su rol trascendente en lo que respecta a las cuestiones de
culto como a la actividad social que algunos de sus feligreses llevaron a
cabo en el barrio. La misma asumió un notable papel en la dinámica
social portuaria entre los años 20 y 50,a tal punto que puede
considerársela como una de las instituciones impulsoras de los cambios
sociales experimentados en la época y una clave para la consolidación de
las identidades culturales de la población portuaria.
Los
motivos que impulsaron a esta orden católica a instalarse en la zona,
debemos recordar que en aquella época el Puerto era considerado como una
-tierra de misión-,la impronta Dios, patria, hogar, articuló e impulsó
un conjunto de acciones destinadas a la concreción del orden social y la
elevación moral de quienes en definitiva constituían el grupo donde
potencialmente podían tener mayor arraigo las ideas -peligrosas-
identificadas con el comunismo y el anarquismo.
Probablemente,
estas políticas perseguían al fantasma de los sucesos de la Semana
Trágica que ocupaban una posición central en los fundamentos de la
creación de la escuela parroquial. Pasados más de quince años de su
fundación, el Semanario El Puerto describía los fines y las actividades
desarrolladas hasta esos años por la obra orionita:
“El
Colegio tiene por fin educar e instruir a los niños en los sagrados
amores de Dios, de la Patria y de la Familia, preparándolos para ser
miembros útiles a sí mismos y a la sociedad, según los principios del
recto vivir cristiano. Esta escuela ejerce la obra de la enseñanza entre
los niños pobres completamente gratuita proveyéndolos de lo necesario:
esto es, útiles, libros, guardapolvos y espectáculos cinematográficos,
contribuyendo así en su labor de asistencia y fomento de la educación
infantil. Asimismo forma parte del programa cultural y de enseñanza del
prestigioso colegio religioso que en forma tan señalada contribuye al
mejoramiento educacional de la niñez de la extensa y laboriosa barriada
portuaria”.
En
consecuencia, los objetivos iniciales de los sacerdotes de Don Orione
pudieron concretarse y mantenerse en forma sostenida con el paso de los
años. Pero no solo el Padre Dutto se concentró en la educación elemental
de estos niños sino que también buscó reunirlos en la parroquia con
distintas actividades recreativas tales como la proyección de películas o
la organización de una banda musical, que se sumaban al catecismo
semanal.
Esta
labor preventiva y reparadora se veía reflejada en una de las tantas
cartas a Don Orione en la que el sacerdote analizaba las actitudes de
las familias de estos niños que, en general, contaban con algún miembro
anarquista o socialista:
“Nos
acercamos al final del año escolar y, en general, nuestros alumnos van
muy bien con el estudio. Todas las familias, aunque tengan al padre
anarquista o comunista, admiten que nosotros enseñamos más que en las
escuelas públicas y nos mandan con gusto a sus hijos”.
No
obstante estas percepciones, la importancia dada a prevenir algún foco
indeseable era acorde con la política de la época. Tal como lo ha
afirmado Luis Alberto Romero, la instalación de la Iglesia católica en
barrios potenciales ha permitido el accionar de algunas congregaciones
religiosas que tenían el deber misional de transformar zonas difíciles y
peligrosas a través de una acción enérgica y sistemática.
Asimismo,
el estrecho vínculo con distintos sectores de poder y con las Damas
Vicentinas nos demuestra que en las décadas de 1920 y 1930
principalmente, el Gobierno, las organizaciones dedicadas a la
beneficencia y la Iglesia eran una trilogía aceitada que funcionaba casi
perfectamente en muchas ciudades de nuestro país. La relación de los
curas orionitas y las Damas Vicentinas, a simple vista, podría
caracterizarse a la misma como un lazo estrictamente económico que
permitía, a través de las importantes donaciones otorgadas por este
grupo de damas, obtener las herramientas necesarias para la tarea
educativa y evangelizadora de la congregación.
Esta idea la podemos corroborar en uno de los testimonios del Padre Dutto:
“Viajé
a Buenos Aires y he comprado, de acuerdo con la Comisión de las Damas
Vicentinas que pagan todo, una hermosa máquina para cine y proyecciones
fijas y 36 instrumentos de música para instituir también aquí una
pequeña banda que será dirigida por un joven maestro de origen toscano
que está en Mar del Plata y que ya conoce el colegio”.
Es
decir, si bien los sacerdotes orionitas dependían de los fondos y
recursos otorgados por las Damas Vicentinas, ello no significaba que
llevaran adelante otro tipo de iniciativas en forma independiente. Con
ello nos referimos a la creación de parroquias en distintos barrios de
la ciudad: San José en el barrio homónimo y San Antonio en el barrio Las
Avenidas, y a la participación de los curas en la formación de
asociaciones barriales que se fueron dando entre los años 20,30 e
incluso entrados los 40.
Pero
este vínculo se fue desgastando con el paso de los años. Al parecer,
las diferencias entre la congregación y las vicentinas se fueron
profundizando debido a los conflictos internos dentro de la asociación
benéfica como también al papel que les otorgaban a los sacerdotes dentro
de este vínculo El propio Padre Dutto lo remarcaba en una de sus cartas
a Don Orione:
“Creo
que nuestra situación frente a las Damas Vicentinas debe cambiar, en el
sentido que debemos tener relaciones más oficiales y menos sociales o
familiares. Delante de las Vicentinas nosotros somos y no somos. Somos
porque trabajamos con ellas, no somos porque no tenemos ningún contrato
firmado y estamos a merced de los caprichos o de las simpatías y
antipatías de las Vicentinas, en especial de la señora de Anchorena, que
a mi entender, nos trata con demasiada libertad u osadía decir, con
impertinencia. Es tiempo, y es urgente, que tomemos una posición
definitiva y decidida delante de las Vicentinas. Que sepan cuales son
nuestros deberes pero también nuestros derechos y sepan las Vicentinas
que no están tratando con individuos sino con una Congregación digna de
respeto y de todo resguardo. No quiero que se asuste creyendo que exista
algún hecho grave, no pero hay un montón de cosas, un modo de proceder
que no es decoroso ni para nosotros ni para la Congregación”.
Esta
diferenciación entre somos y no somos, nos permite observar el
desacuerdo que manifestaba el Padre Dutto en su relación con las
vicentinas. Plantea una cuestión central: los curas tienen que perder su
entidad propia ya que deben favores al grupo en cuestión o, en cambio
,pueden definir y trabajar independientemente de la política benéfica
llevada adelante por las mismas. Más allá de los caprichos que menciona
el sacerdote, el lugar que ocupaba este grupo de damas era importante no
sólo por sus vínculos directos con el poder político y económico sino
también con la jerarquía eclesiástica.
Por
lo tanto, la pérdida de esta relación no sería conveniente para el
accionar presente y futuro de la congregación orionita. Lamentablemente
no contamos con información detallada sobre este vínculo en años
posteriores pero es probable que, con el advenimiento del peronismo y
los cambios generados en las políticas sociales, dicha vinculación haya
ido perdiendo peso aunque no creemos que la misma se haya disuelto. Por
último, es importante destacar el conjunto de asociaciones que confluían
en la Parroquia La Sagrada Familia.
Las
mismas congregaban a personas de diferente origen social y de distinta
nacionalidad, aunque era remarcable la asistencia de familiares de
pescadores y de pescadores jóvenes en las mismas. Entre las agrupaciones
se destacaban: el Centro de Hombres de Acción Católica y el Círculo de
Mujeres de Acción Católica, los cuerpos juveniles: Centro de Jóvenes de
Acción Católica; Centro de Señoritas de Acción Católica; Aspirantes;
aspirantas y niñas de Acción Católica; los grupos de devotos: Cofradía
de Nuestra Señora de Luján; Apostolado de la Oración Sección Hombres y
Mujeres; Hijas de María y representantes de las colectividades de Ischia
y de Santa María della Scala. Estas dos últimas organizaciones asumirán
un rol preeminente en las actividades gremiales de los pescadores y,
paralelamente, congregarán los grupos mayoritarios en las
manifestaciones religiosas populares.
Para
ejemplificar la relación entre los orionitas y los inmigrantes, nos
concentraremos en el nacimiento de la Fiesta de los Pescadores. La misma
tiene sus orígenes en la década de 1920, momento en que el Padre Dutto
convocó a un grupo de pescadores italianos para organizar una festividad
que reuniera a todos los pescadores sin distinciones regionales. La
concreción de esta fiesta tuvo un tinte homogeneizador que buscó, por un
lado, la confraternidad entre los inmigrantes italianos y por el otro,
aplacar las diferencias regionales o entre -paesani- con un festejo que
equiparara a todos.
La
celebración de San Salvador (patrono de los pescadores) fue creada en
aquellos años. No existía entre de los pescadores italianos llegados a
la ciudad un santo patrono que los reuniera. Desde su pueblo de origen,
cada uno de ellos había portado la devoción a un santo determinado que,
ante las situaciones adversas en el trabajo cotidiano como un temporal
en el mar, era a quien dirigían sus plegarias. Por lo tanto, la
congregación de los pescadores ante San Salvador fue una situación
-inventada- que generó una mezcla de tradiciones tanto nuevas como
recreadas. Es decir, la fiesta en sí buscó enfatizar lo novedoso pero no
podemos olvidar que los protagonistas, los pescadores, marcaron con su
bagaje cultural muchos aspectos de la misma.
Fuente:
Bettina
A. Favero- Inmigración, Iglesia y beneficencia -tópicos para la
conformación de una identidad en el barrio del Puerto de Mar del Plata.
Patrimonio Arquitectonico Marplatense de Oscar Casemayor.