En la fecha del 10 de julio de 1936 Don Orione comunicaba oficialmente esta noticia a todos sus religiosos con la siguiente carta:
«La caridad materna de la Santa Sede se ha dignado darnos un Visitador Apostólico en la persona del Reverendísimo Abate Caronti, Prelado Benedictino de gran piedad y doctrina. Deo gratias!… Sea bienvenido el enviado del Señor y de la Sede Apostólica… Con la ayuda divina nosotros lo seguiremos alegremente y nada nos será tan dulce como escucharlo, secundarlo, obedecerlo y amarlo en el Señor… Ya le he manifestado mi alegría: ya le he asegurado que aceptaremos y que estaremos felicísimos de cualquier sugerencia que nos haga. Le he telegrafiado para que disponga amplísimamente, que todo será acogido con humildad, amor y obediencia filial y devotísima. El viene a nosotros en el nombre del Señor y con la autoridad apostólica: Él es desde hoy el mío y el vuestro superior inmediato: me pongo yo mismo y a ustedes en sus manos: yo no soy ni pretendo ser, con gran gozo, más que el último de ustedes, y no quiero sino obedecer siempre lo que plazca a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo y a la caridad de la Santa Sede y lo que ésta quiera tolerarme en la Pequeña Obra de la Divina Providencia, de la que declaro que no fue fundada por mí, ni constituida con medios humanos, ni por mí conservada o hecha crecer, sino por la gracia y la voluntad del Omnipotente y Providentísimo Dios y Señor nuestro Jesucristo, a pesar de mis miserias y pecados» ( Scritti , 52,59).