SABÍAS ?
¿SABÍAS?MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS
SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA
¿ Y SU ORIGEN? :
El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".
¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...
¿Cuál es el fìn del MLO?
Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.¿Cómo lograr esto?
A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.
¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.
Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.
Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias
miércoles, 28 de agosto de 2024
133 ANIVERSARIO DE VICTORIA DE PROVINCIA DE BUENOS AIRES
EL PEDIDO DE MARIA PARA QUE SE LE CONSTRUYA UN SANTUARIO, EN MONTE FIGOGNA
Un humilde pastor cuidaba su rebaño cerca de Génova cuando repentinamente se le apareció la Madre de Dios para ordenarle que le construyera un santuario sobre el Monte Figogna. Según la tradición, el hecho aconteció el 29 de agosto de 1490
Benedicto
Pareto era un humilde campesino de Livellato, un pequeño pueblo del valle de
Polcevera, próximo a Génova, donde vivía con su esposa y sus dos hijos,
Bartolomé y Pascual.
Una
mañana, como acostumbr
Al ver
que hablaba con la mismísima Madre del Redentor, Benedicto cayó de rodillas
diciéndole que, pobre como era, le resultaría imposible concretar el pedido.
“No temas – le dijo la Virgen – pues recibirás toda mi ayuda”.
Milagrosa
curación
De
regreso en su casa, el pastor, preso de viva excitación, narró lo ocurrido a su
familia, recibiendo como respuesta que se estaba volviendo loco y que el pueblo
entero se mofaría de él. En vista de ello, Benedicto decidió olvidar lo
acontecido y seguir su vida normalmente.
Unos
días después, se hallaba en lo alto de una higuera cuando la rama sobre la que
se hallaba parado se quebró. Benedicto cayó pesadamente al suelo, fracturándose
ambas piernas por lo que debió guardar cama varios días. Mientras convalecía,
se le apareció nuevamente la Virgen que, con tono suave y delicado, le reiteró
su pedido.
Pareto
comprobó emocionado que sus heridas habían sanado y que ya no padecía dolores,
novedad que corrió por todo el, pueblo, despertando el asombro y curiosidad de
sus habitantes y la sorpresa de su familia.
La
construcción del santuario
Con la
ayuda de sus hijos y el vecindario, Benedicto comenzó a construir la capilla,
tarea a la que se sumó la familia Ghersi, aportando una importante suma de
dinero y una bella imagen de mármol para el altar, que representaba a Nuestra
Señora con el Niño en brazos.
Cuando
el templo estuvo terminado, comenzaron a acudir los fieles en gran número. Sin
embargo, poco después se pudo comprobar que no era suficiente para tantos,
razón por la cual, se decidió levantar una iglesia mayor, capaz de recibir a
las grandes multitudes que llegaban permanentemente del norte de Italia y de la
misma Francia.
En
1530 comenzó a edificarse un nuevo santuario que sería reemplazado en 1890 por
la grandiosa basílica actual.
La
devoción por el mundo
La
devoción a Nuestra Señora de la Guardia se difundió por el valle de Polcevera
primero, por la Liguria después y finalmente por toda Italia, convirtiéndose en
la advocación preferida de los antiguos navegantes genoveses.
En
1915 el Papa Benedicto XV elevó el santuario a basílica menor mandando además,
colocar una imagen de la Virgen de la Guardia en los jardines del Vaticano.
Desde
el monte Figogna, la devoción se expandió por el mundo siendo de destacar los
santuarios del Piamonte, América y África pertenecientes a la Pequeña Obra de
la Divina Providencia, fundada en Tortona por San Luis Orione.
En la
Argentina, San Luis Orione en persona atribuyó a un milagro el que Monseñor
Francisco Alberti, Obispo de La Plata, le concediese la abandonada iglesia de
Victoria, en el partido de San Fernando, para iniciar desde allí su apostolado.
“Vine a la Argentina a levantarle una iglesia –exclamó al ver la imagen de la
Virgen genovesa sobre una caja de madera, a un costado del altar - pero ella
fue mucho más diligente y me la entrega hecha”. En 1990 Monseñor Giovanni
Canestri, Arzobispo Emérito de Génova, puso bajo su auspicio la misión
diocesana que dos años después se puso en marcha en el barrio de Guaricano,
Santo Domingo, República Dominicana.
Todos
los 29 de agosto la Iglesia celebra la fiesta de Nuestra Señora de la Guardia,
patrona de Génova, fecha en la que, según la tradición, se produjo su aparición
en los alrededores de Livellato.
Benito
Pareto, campesino y vidente, cuenta
Me
llamo Benito Pareto, soy un campesino y vivo en Livellato, un pueblito del
Valle de Polcevera, bello y alegre valle al oeste de Génova. Tengo esposa y dos
hijos. Nuestra vida es dura pero en el fondo, también serena. Somos una familia
como tantas, en estos tiempos difíciles de la segunda mitad de 1400.
Hoy
soy conocido en muchas partes del mundo, porque el 29 de agosto de 1490 -eran
cerca de las diez de la mañana- he sido protagonista de un hecho conmovedor. La
Virgen María, Madre del Señor, se me apareció allá arriba, sobre el monte Figogna,
donde yo subía habitualmente a juntar hierba y me pidió construir justamente
allí una capilla.
Frente
a mis objeciones de que “soy un pobre hombre y además el lugar… lejos del
poblado, del camino, sin agua, sin medios…”, me responde: “No tengas miedo, tendrás
mucha ayuda” ¡Y en verdad fue así!
¡Pero
cuantas dificultades! Mi esposa al principio me tomo por loco y yo terminé por
creerlo. ¡Pero la Virgen conducía ella misma su proyecto!
Tuve
una fatal caída de un árbol, fracturas y complicaciones internas me llevaron
hasta el fin de la vida. La Madre del Señor volvió nuevamente, esta vez a mi
casa, me recordó mi tarea y me curó inesperadamente. Todo el pueblo fue
testigo.
Más
aún hoy pueden encontrarse estas vivencias en un documento probatorio del 1530,
conservado en el archivo de la Curia de Génova. Mi testimonio convenció a
todos, incluso a mi esposa, a mis hijos Bartolomé y Pascual, y a otra gente de
mi pueblo, vecinos que decidieron unirse a la obra que me había confiado la
Virgen.
Y poco
a poco la capilla fue construida. Era pequeña, en su interior tenia un
altarcito, había lugar sólo para el celebrante y pocos ministros, los demás
todos afuera.
Una
familia de buena posición del fondo del valle, la familia Ghersi, me regaló una
linda Virgencita de mármol con el niño en brazos. Pequeña y tierna, a nosotros
nos pareció algo grande y bellísimo.
La
capilla construida por nosotros con el tiempo comenzó a no ser suficiente: la
gente de hecho aumentaba, las pocas decenas de personas de los primeros tiempos
se fueron transformando en centenares, quizá millares. Y además, allá sobre el
Monte el tiempo no era nada apacible: ¡sé hacia difícil rezar bajo la lluvia
que caía o con la niebla bien pesada!
Por
eso comenzamos a soñar con una iglesia más grande, aún cuando las dificultades
parecían infranqueables. Allí, sobre el lugar de la aparición no había
suficiente espacio material: ni siquiera queriendo se hubiera podido ampliar un
poco la capilla (como lo habrían hecho más tarde en el siglo XIX) y el problema
de dar reparo a todos no se hubiera podido resolver. Un poco más arriba, en
cambio, sobre la ladera del valle de Polcevera, había una pendiente casi llena,
fácilmente aplanable… ¡Pero de esto a construir una iglesia verdadera y
propia…!
Habían
pasado ya diez años de aquel 29 de agosto de 1490.
La
Virgen me había dicho: “¡No tengas miedo, tendrás mucha ayuda!” Me parecía que
no se podía esperar más: había sido una bella obra la de la capilla, que
nosotros atendíamos con cuidado y ternura, como se hace con una criatura
pequeña que requiere de atención.
Pero
la Virgen quería todavía sorprenderme: la familia Ghersi que ya había regalado
la Virgencita, le tomo el gusto, ¿tal vez la Virgen les había tocado el corazón
como a mí? Se involucro e invirtió en la iglesia un montón de dinero, mucho del
cual había ganado en una especie de lotería de la época.
Con su
ayuda económica y con nuestro trabajo nos embarcamos en la obra del primer gran
Santuario, algo colosal para aquel tiempo. Era de 39,20 metros de largo, 13,80
metros de ancho por 8 de alto.
Aquella
primera iglesia del 1530 –que nos parecía “grandísima”– hoy ya no esta más.
Junto a ella fue construida y terminada en 1890 la actual y gran Basílica.
Como
para la primera iglesia, la construcción del moderno santuario requirió de
duros trabajos y fatigas, pero encendió también el entusiasmo de tantos:
personas, familias, todo el valle de Polcevera, la ciudad de Génova y más… ¡Y
cuantas gracias obtenidas de María!
“Tendrás
mucha ayuda”, me había dicho, ¡pero nunca hubiera pensado en un desarrollo
similar! Y pensar que hoy en todo el mundo, mi Virgen de la Guardia es honrada
en al menos 278 lugares entre santuarios, parroquias, capillas y ermitas,
dedicadas a ella.
¿Y
hoy? En todo tiempo y lugar María sigue proponiendo: ¿quieres darme una mano
también tú?
En “mi Guardia” veo que hay tanto que hacer todavía. Con el tiempo comprendí que aquello era solo una ocasión que ella ofrecía: nosotros estábamos allí por la capilla y mientras tanto ella trabajaba para construir el verdadero santuario dentro de nosotros, en nuestro corazón, en nuestra conciencia transformada, ante todo yo me sentí por ella convertido y cambiado por dentro.
Cada
vez que tenía que tomar importantes decisiones iba a pedir consejo a María.
Pasó una noche entera en oración, arrodillado al frío, frente a la entrada a la
capilla de la Aparición antes de lanzarse a la gran aventura de adquirir el
Paverano para construir un Cottolengo, un gran edificio donde soñaba recibir a
tantos pobres y enfermos. Y la Virgen no lo abandonó: hoy el Paverano con sus
más de 600 asistidos y sus 400 trabajadores, es la expresión más grande de la
caridad presente en Génova. Este episodio se recuerda hoy con una bella
estatua, de modo que quien sube al santuario puede ver a Don Orione arrodillado
sobre los escalones de la capilla como en aquella noche.
Don
Orione, al igual que Benito Pareto, era hijo de gente pobre, también él Estatua
santuario de la Guardia andaba dando vueltas buscando ayuda para construir en su
pueblo Tortona un santuario dedicado a la Virgen de la Guardia. Soñaba que
sobre el campanario de la iglesia hubiera una gran estatua de la Virgen
Guardiana para todo el pueblo tortonés y por eso comenzó a recoger las ollas de
cobre rotas e inutilizables.
Pronto se le conoció en los campos del Piamonte como “el cura de las ollas rotas”. Parecía que juntaba basura, cosas que la gente tiraba, pero en cambio fue el iniciador de la construcción de la colosal estatua que hoy se ve brillar como oro desde lo alto del campanario de Tortona.
El 29 de agosto de 1931, Mons. Grassi, a la
sazón obispo de Tortona, abría solemnemente al culto el santuario de Nuestra
Señora de la Guardia, triunfo de la fe cristiana y de María.
Nota insólita y simpática, los jóvenes
seminaristas de Don Orione que habían sido los esforzados “peones de la Virgen”
trabajando duramente en la construcción del santuario, desfilarán en la
procesión portando no imágenes sagradas ni cirios encendidos, sino carretillas,
palas, y otras herramientas de trabajo.
Don Orione manifestaba entonces certezas de
santo: “¡Tortona, cántale a Dios un canto nuevo: la inauguración de tu
santuario es una aurora! ¡Serán muchos los que alzarán su mirada a ti! ¡Cuántos
serán -y de cuantos caminos- los que encaminarán sus pasos al santuario,
deseosos de una renovada vida de fe, de una vida cristiana y ciudadana honesta,
sedientos de amar a Dios y a los hermanos, de servir a Cristo en los pobres y
los huérfanos; en humildad, caridad y trabajo! ¿Ves, Tortona, esos pequeños
trabajadores del santuario? Parecen simples peones de albañil, y son levitas
del Señor: vestidos de andrajos, manchados de cal, más pobres que el propio
Francisco de Asís... Pero un día verás, verás... Dios los transformará en
apóstoles y enviados de Cristo; heraldos de civilización, se repartirán el
mundo para anunciar el Evangelio...”
INAUGURACIÓN DEL SANTUARIO NUESTRA SEÑORA DE LA GUARDIA, TORTONA , AÑO 1931
LA INAUGURACIÓN DEL SANTUARIO EN TORTONA
El 29 de agosto de 1931, Mons. Grassi, a la
sazón obispo de Tortona, abría solemnemente al culto el santuario de Nuestra
Señora de la Guardia, triunfo de la fe cristiana y de María.
Nota insólita y simpática, los jóvenes
seminaristas de Don Orione que habían sido los esforzados “peones de la Virgen”
trabajando duramente en la construcción del santuario, desfilarán en la
procesión portando no imágenes sagradas ni cirios encendidos, sino carretillas,
palas, y otras herramientas de trabajo.
Don Orione manifestaba entonces certezas de
santo: “¡Tortona, cántale a Dios un canto nuevo: la inauguración de tu
santuario es una aurora! ¡Serán muchos los que alzarán su mirada a ti! ¡Cuántos
serán -y de cuantos caminos- los que encaminarán sus pasos al santuario,
deseosos de una renovada vida de fe, de una vida cristiana y ciudadana honesta,
sedientos de amar a Dios y a los hermanos, de servir a Cristo en los pobres y
los huérfanos; en humildad, caridad y trabajo! ¿Ves, Tortona, esos pequeños
trabajadores del santuario? Parecen simples peones de albañil, y son levitas
del Señor: vestidos de andrajos, manchados de cal, más pobres que el propio
Francisco de Asís... Pero un día verás, verás... Dios los transformará en
apóstoles y enviados de Cristo; heraldos de civilización, se repartirán el
mundo para anunciar el Evangelio...”
Santuario Nuestra Sra. De La Guardia, En
Tortona, Construido Por Don Orione, Con La Ayuda De Bienhechores, Benefactores
Y Sus Seminaristas Que Hicieron De Peones, Obreros De La Construcción. . Una
Obra Magnifica Por Su Arquitectura, Su Grandiosidad, Sin Dinero, Sólo
Cumpliendo Una Promesa A La Virgen, Que Si Terminaba La Guerra Y Volvían Sanos
Y Salvos Los Pobladores Y Clérigos, Lo Haría, Y La Virgen Cumplió Y Lo Ayudó
Tocando El Corazón De Muchos Para Que Donen Para Esta Magnífica Obra Para
Nuestro Señor y su madre María.
LA INAUGURACIÓN DEL SANTUARIO EN TORTONA
Nota insólita y simpática, los jóvenes seminaristas de Don Orione que habían sido los esforzados “peones de la Virgen” trabajando duramente en la construcción del santuario, desfilarán en la procesión portando no imágenes sagradas ni cirios encendidos, sino carretillas, palas, y otras herramientas de trabajo.
Don Orione manifestaba entonces certezas de santo: “¡Tortona, cántale a Dios un canto nuevo: la inauguración de tu santuario es una aurora! ¡Serán muchos los que alzarán su mirada a ti! ¡Cuántos serán -y de cuantos caminos- los que encaminarán sus pasos al santuario, deseosos de una renovada vida de fe, de una vida cristiana y ciudadana honesta, sedientos de amar a Dios y a los hermanos, de servir a Cristo en los pobres y los huérfanos; en humildad, caridad y trabajo! ¿Ves, Tortona, esos pequeños trabajadores del santuario? Parecen simples peones de albañil, y son levitas del Señor: vestidos de andrajos, manchados de cal, más pobres que el propio Francisco de Asís... Pero un día verás, verás... Dios los transformará en apóstoles y enviados de Cristo; heraldos de civilización, se repartirán el mundo para anunciar el Evangelio...”
Santuario Nuestra Sra. De La Guardia, En Tortona, Construido Por Don Orione, Con La Ayuda De Bienhechores, Benefactores Y Sus Seminaristas Que Hicieron De Peones, Obreros De La Construcción. . Una Obra Magnifica Por Su Arquitectura, Su Grandiosidad, Sin Dinero, Sólo Cumpliendo Una Promesa A La Virgen, Que Si Terminaba La Guerra Y Volvían Sanos Y Salvos Los Pobladores Y Clérigos, Lo Haría, Y La Virgen Cumplió Y Lo Ayudó Tocando El Corazón De Muchos Para Que Donen Para Esta Magnífica Obra Para Nuestro Señor y su madre María.
MARÍA, PIDE A UN PASTOR QUE LE CONSTRUYA UN SANTUARIO.
Benedicto Pareto era un humilde campesino que vivía con su esposa y sus dos hijos, Bartolomé y Pascual, en Livellato, un pequeño pueblo del valle de Polcevera, cerca de Génova cuidaba su rebaño, cuando repentinamente se le apareció la Madre de Dios le solicitó dulcemente que le construyera un santuario sobre el Monte Figogna. Según la tradición, el hecho aconteció el 29 de agosto de 1490
Al ver que hablaba con la mismísima Madre del Redentor, Benedicto cayó de rodillas diciéndole que, pobre como era, le resultaría imposible concretar el pedido. “No temas – le dijo la Virgen – pues recibirás toda mi ayuda”.
Milagrosa curación
De regreso en su casa, el pastor, preso de viva excitación, narró lo ocurrido a su familia, recibiendo como respuesta que se estaba volviendo loco y que el pueblo entero se mofaría de él. En vista de ello, Benedicto decidió olvidar lo acontecido y seguir su vida normalmente.
Unos días después, se hallaba en lo alto de una higuera cuando la rama sobre la que se hallaba parado se quebró. Benedicto cayó pesadamente al suelo, fracturándose ambas piernas por lo que debió guardar cama varios días. Mientras convalecía, se le apareció nuevamente la Virgen que, con tono suave y delicado, le reiteró su pedido.
Pareto comprobó emocionado que sus heridas habían sanado y que ya no padecía dolores, novedad que corrió por todo el, pueblo, despertando el asombro y curiosidad de sus habitantes y la sorpresa de su familia.
La construcción del santuario
Con la ayuda de sus hijos y el vecindario, Benedicto comenzó a construir la capilla, tarea a la que se sumó la familia Ghersi, Con su ayuda económica y con nuestro trabajo nos embarcamos en la obra del primer gran Santuario, algo colosal para aquel tiempo. Era de 39,20 metros de largo, 13,80 metros de ancho por 8 de alto. aportando una importante suma de dinero y una bella imagen de mármol para el altar, que representaba a Nuestra Señora con el Niño en brazos. Cuando el templo estuvo terminado, comenzaron a acudir los fieles en gran número. Sin embargo, poco después se pudo comprobar que no era suficiente para tantos, razón por la cual, se decidió levantar una iglesia mayor, capaz de recibir a las grandes multitudes que llegaban permanentemente del norte de Italia y de la misma Francia.
En 1530 comenzó a edificarse un nuevo santuario que sería reemplazado en 1890 por la grandiosa basílica actual.