1) Del Decreto de la Congregación del culto Divino y Disciplina Sacramental
Desde 2018, el Papa Francisco fijó la memoria de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, en el lunes siguiente a la solemnidad de Pentecostés, ese día nace la Iglesia. Madre de la Iglesia es un título con el que la Iglesia católica honra a la Virgen María, de modo oficial, desde el Concilio Vaticano II. El título ya era usado por San Ambrosio de Milán (338-397)
María, solícita guía de la Iglesia naciente, inició la propia misión materna ya en el cenáculo, orando con los Apóstoles en espera de la venida del Espíritu Santo (cf. Hc 1,14). Con este sentimiento, la piedad cristiana ha honrado a María, en el curso de los siglos, con los títulos, de alguna manera equivalentes, de Madre de los discípulos, de los fieles, de los creyentes, de todos los que renacen en Cristo y también «Madre de la Iglesia», como aparece en textos de algunos autores espirituales e incluso en el magisterio de Benedicto XIV y León XIII
2) De los escritos de Don Orione[1]
La revista “La Virgen” de marzo de 1905, publicaba este artículo, que había aparecido en mayo de 1903, en la revista de la Obra diocesana tortonesa del Sagrado Corazón.
Recemos, pues, hermanos; corramos a los pies de la Virgen, donde se desparraman sobre toda la tierra las aguas vivas de la piedad y el suave amor de Dios.
A Ella, que ha aplastado la cabeza de la serpiente, le está reservada la gloria de vencerla nuevamente en las nuevas herejías. La voz que nos invita a levantar los corazones en alto, a rezar, a amar a la Virgen, es siempre como una corriente de bálsamo refrigerante sobre el ardor de nuestras pasiones. El mundo, burlándose, hará su trabajo; nosotros, rezando, cumpliremos nuestro deber; nos fortaleceremos en el ánimo, nos formaremos a una vida, a una acción católica verdadera y duradera y apuremos el día de la restauración cristiana y de la paz. Miremos a Dios y al Santo Padre Pio X, Pastor de la Iglesia que nos guía, y hagamos que la piedad, la vida interior y espiritual entren siempre mejor en la base de nuestro trabajo. Recemos y trabajemos: sí, trabajemos también y trabajemos mucho; estemos muy atentos de tener los pies bien firmes en el Señor y nuestra cabeza y nuestro corazón entre los brazos misericordiosos de la Virgen.
Recemos y roguemos a la Virgen! Y, mañana, encontraremos acompañada del soplo divino, otra página del volumen de nuestra historia y allí leeremos, como hechos de crónica, aquellos que actualmente están entre los problemas más arduos del tiempo y de la patria: la libertad de la Iglesia y la redención de los humildes.
3) Oración:
Por la santa Iglesia de Dios, para que prolongue en nosotros el misterio de salvación de Cristo
María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros
Por el pueblo de Dios: para que sobre el ejemplo de María Santísima, se ponga a escuchar la palabra de Dios
María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros
Por el pueblo de Dios: para que mantenga siempre viva la actitud de fidelidad de María
María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros
Por esta asamblea, para que reforzada por el ejemplo y la intercesión de María persevere en el testimonio cristiano
María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros