SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

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domingo, 26 de mayo de 2024

"FENOMENO DON ORIONE " LA SANTIDAD

 

    La santidad, atracción del tiempo moderno.

"Durante la recreación en el patio del Paterno, entre hermanos, todavía vivo Don Orione", Una pregunta análoga se susurraba en nuestra casa hace tantos años, con respecto al “fenómeno Don Orione”. “Entre nosotros, clérigos – es el Padre Venturelli que da este testimonio – en los últimos años de la vida del Siervo de Dios, se nos había puesto "la cuestión de cuál sería el aspecto más profundo que justificaba toda la vida y la acción de nuestro Padre". Las respuestas fueron variadas, poniendo la explicación del “fenómeno” Don Orione, algunos, en la caridad, otros en su piedad, otros en diversos particulares de su personalidad. En un determinado momento interviene para cerrarnos la boca y ponernos de acuerdo, el querido Padre Biagio Marabotto que nos preguntó: “Pero díganme ustedes: ¿qué es lo que explica en Don Orione todo? ¿No es Dios? He aquí lo que es, sobretodo, Don Orione: un hombre que vive de Dios”.

No hay nada en el mundo más popular y más íntimo que un hombre de Dios, un santo. La vida de Dios, cuando es auténtica, atrae aún a quien vive una vida fragmentada e inestable.

La unión con Dios ha constituido, sin lugar a dudas, lo fascinante de Don Orione y  de Juan Pablo II. Fue la gracia y el compromiso ascético. Vivían de forma habitual y trasparente “de Dios”. Cuando hay Santidad, todos los pensamientos, las palabras, las obras y las relaciones toman forma y fuego de la presencia de Dios, del Espíritu.

 Queridos hermanos, quisiera retomar con ustedes este tema de la santidad, de la vida de Dios para reavivar la nostalgia de esta belleza y felicidad de vida. De esta intención toma valor y vigor todos los otros proyectos personales y de la Congregación, comunitarios y apostólicos. “Que nuestra palabra sea como una brisa de cielos abiertos; todos deben sentir en ella el fuego que inflama nuestro corazón y la luz de nuestro incendio interior, y encontrar en ella a Dios y a Cristo. Si queremos conquistar a Dios y atrapar al prójimo, debemos previamente vivir y tener una vida intensa de Dios en nosotros mismos, una fe dominante, el fuego de un gran ideal que nos inflame y resplandezca, renunciar a nosotros mismos por los demás, quemar nuestra vida en aras de una idea y en un amor sagrado más fuerte”.[1]

Todos podemos y debemos tender a este estado del alma. “Deber y belleza de nuestra vocación religiosa es tender a la perfección, convencidos que esto significa entregarse a Dios en serio”. [2] La mayor o menor densidad de Dios en el alma (Interior intimo meo , lo más íntimo de mi intimidad, dice San Agustín) determina el valor de nosotros como religiosos  y la eficacia de nuestro apostolado.

Aún el mismo nombre con que Don Orione nos llamó - Hijos de la Divina Providencia - indica de forma intencional una relación con Dios de tal modo fuerte que solo la relación de filiación  puede expresarla en forma adecuada. Este nombre está más allá de lo devocional o decorativo. [3]

2.    Hijos de la Divina Providencia.

Soy lo que soy en Dios, y me basta.

Valgo lo que valgo en Dios, y me basta.

San Pablo nos recordaría que “no hay entre ustedes muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles” , pero “Dios se ha convertido para nosotros en sabiduría, justicia, santificación y redención”. Por tanto, “quien se enorgullece que lo haga en el Señor” (1Cor 1,26-31).

¿Qué aporta para nuestra vida espiritual y apostólica el calificativo y la identidad de Hijos de la Divina Providencia? La dimensión caritativa de nuestro carisma es la más evidente (aunque muchas veces es reducida a la sola dimensión humana del hacer la caridad). La dimensión papalina-eclesial es siempre más profundamente comprendida. [4] Tal vez se esté diluyendo lo que siempre fue distintivo y característico: Hijos de la Divina Providencia.

Don Orione quiere la Divina Providencia como visión, identidad y nombre de la Congregación y de sus Religiosos. Nuestras Constituciones, en el artículo 69, dicen que el ser Hijo de la Divina Providencia es “eje de nuestra espiritualidad” y consiste en “el amor filial y la confianza hacia el Padre que está en los cielos”. “Nuestra fe nos hace ver a Dios en cada persona y acontecimiento y nos empuja a vivir en íntima unión con él, con aquel espíritu de hijos adoptivos por medio del cual gritamos: ¡Abba, Padre! Jamás seremos Hijos de la Divina Providencia sin una vida toda de fe y de confianza en Dios”.

La experiencia de la Divina Providencia constituye la fuente, la atmósfera y el dinamismo del carisma orionita. Las mismas obras de Caridad, sin la densidad de Dios, se convierten en filantropía y protagonismo humano. [5]

¿Cómo está unida la confianza en la Divina Providencia con el IV voto de especificidad carismática de “especial fidelidad al Papa” mediante las obras de “caridad”? ¿Cómo podemos actualizar hoy la confianza en la Divina Providencia, espíritu y nombre de nuestra Familia Orionita, la Pequeña Obra de la Divina Providencia? [6]

La experiencia de la Divina Providencia es la cumbre y la fuente de nuestro carisma, de la espiritualidad y del apostolado. Es la proyección unificante de nuestro seguimiento de Cristo en los pasos de Don Orione.

            El Fundador, heredero de una gran tradición de “santos de la Divina Providencia”[7], nos ha trasmitido alguna modalidad típica de ser hijos de la Divina Providencia.[8]    

        [1] In cammino con Don Orione, p.324.

[2] 12° Capítulo General, decisión  22; cfr. Cost 14.

[3] Casa della Divina Provvidenza fue el nombre dado por Don Orione al primer colegio, abierto en Tortona el 15.10.1893; en la carta del 25.9.1895 a su obispo Bandi, publicada en  “La scintilla” del 1.12.1895, ya se presentaba con sus “Hijos de la Divina Providencia”.

[4]Señalo el último estudio sobre el argumento de F. H. Fornerod, Sentire Ecclesiam. La sensibilidad eclesiologica de San Luis Orione en clave carismatica, Università Gregoriana, Roma, 2008; una síntesis en Sentire Ecclesiam, “Messaggi di Don Orione”, n. 123,  2007, p.5-27.

[5] Benedicto XVI: “Las obras de caridad, como actos personales o como servicios a las personas débiles prestados en las grandes instituciones, nunca pueden limitarse a ser un gesto filantrópico, sino que siempre deben ser expresión tangible del amor providente de Dios. Para hacer esto —recuerda don Orione— es preciso estar «llenos de la caridad dulcísima de nuestro Señor» (Escritos, 70, 231)”; al 13° Capitulo general, Roma - Monte Mario, il 24.6.2011.

[6] Una lectura útil, el vol. 6 de Lo spirito di Don Orione, Roma, 1992, pp. 7-66, y la breve y sustanciosa síntesis en Sui passi di Don Orione, pp. 45-55.

[7] Reconoció como sus inspiradores y protectores a San Francisco, Santa Catalina de Siena, San Cayetano de Thiene, San Vicente de Paul, San José Benito Cottolengo, San Luis Guanella que fue su amigo, Don Calabria a quien estimò y ayudó, Madre Michel de quien fue guía spiritual.            

[8] F. Peloso, Santi, sante e carismi della Divina Provvidenza, “Vita consacrata” 36(2000) n.3, p.267-282 e n.4, p.392-404

Fuente: Don Flavio Peloso, en carta dirigida después de la beatificación de Juan Pablo II.